sábado, 29 de octubre de 2016

COMENDADOR ALCÁNTARA
POR ANTONIO SOLER
Diario SUR, MÁLAGA 27/10/2016

Desechó el techo seguro de las oscuras oficinas de la posguerra.

En una ocasión, Rafael Azcona me dijo que se había hecho escritor porque no quería trabajar. Lo dijo, claro, con ironía. Quien ha sido el mejor guionista de la historia del cine español trabajó a destajo mucho más allá de donde la administración y la prudencia señalan que está la edad de la jubilación. Quizá porque el júbilo de Azcona era sentarse ante el teclado de un ordenador y porque escribir no era exactamente trabajar. Trabajar era ser operario de Renfe, amanuense en una mutua de seguros. Escribir era otra cosa. Huir de  la mediocridad, explorar, tratar de ver lo que había al otro lado del espejo. Hijo de la misma generación, de esa España del gasógeno y del racionamiento, niño de la guerra, Manuel Alcántara tampoco quiso trabajar. Y ahí está. 88 para 89, cumpliendo el reglamento siete días a la semana, 362 días al año. 
Realmente lo que hace Alcántara es saltarse el reglamento. Porque el reglamento lo habría situado hace unos lustros en un campo de petanca comentando con sus compañeros el dulce rodar de las bolas y poco después  ante el tapete agujereado por la ceniza  y la resignación de un hogar del pensionista, viendo cómo los naipes pasaban delante de sus ojos con la misma melancolía que si fueran estampas del pasado o retratos de amigos muertos. Pero no. Alcántara resuelve el asunto situándose cada día detrás de ese incruento nido de ametralladoras que es su Olivetti, solventando un artículo limpio, ágil, un artículo que a los jóvenes les  suele salir reumático, con achaques de adjetivos y padecimientos sintácticos, pero que a él le brota como una rutina fulgurante y aparentemente fácil. Un reflejo del milagro de la vida, ese portento que resurge cada día y que a los despistados –por lo cotidiano- les parece normal.
Ahora, además, a Manuel Alcántara le dan la Orden de Alfonso X el Sabio, con la categoría de Encomienda. Supone uno que eso quiere decir que a partir de ahora Alcántara es comendador. Aunque más bien, lo que el escritor va a hacer es seguir su antigua encomienda, esa que se hizo a sí mismo hace unas cuantas décadas, cuando, renunciando a lo reglamentado, desechó el techo seguro de las oscuras oficinas de la posguerra y se aventuró por esa selva de la bohemia que entonces eran la escritura y las redacciones de los periódicos. Inició una carrera de fondo que incluía nocturnos puestos de  avituallamiento, dopaje de dry martinis, conciliábulos de amigos, infinitas horas de lectura, largas miradas al Mediterráneo descifrando el mensaje homérico de las olas y la conversión del rudimento del boxeo en género literario. Y ahí está, aquí está el comendador encomendado, cumpliendo cada día con el compromiso de los elegidos. Leer, escribir, vivir. A su alrededor, como pétalos volados por un vendaval loco, flotan quince o veinte mil cuartillas de letra apretada. Las hojas de una biografía ahora tan emparentadas con Alfonso X el Sabio como siempre lo estuvieron con sus lectores, con sus adictos.


Copiado por Victoriano Orts Cobos el día 29 de octubre de 2016.  

miércoles, 19 de octubre de 2016

ARTE DE ELEGIR

MANUEL ALCÁNTARA
ARTE DE ELEGIR
Diario SUR, MÁLAGA, 19/10/2016.
   Los poetas populares, que en el fondo de sus sondeables almas eran todos románticos rezagados, decían que es hermoso dudar entre dos caminos y  escoger el doloroso. Ahora esa duda está resuelta, ya que todos desean la investidura de Rajoy y propugnan la abstención para presionar a los barones dudosos. La suerte, con sus dos caras, la buena y la mala, siempre cae del mismo lado. El azar, que gobierna el mundo, está muy restringido: solo hay dos senderos para recorrerlos, que son la abstención y las elecciones y parece que la que provoca más pánico es la segunda. Incluso Susana Díaz, esa Agustina de Andalucía de segunda división, está apuntalando la investidura de Rajoy frente a los críticos supervivientes. Desea que no digan ni pío a los llamados críticos. Al buen silencio le estamos llamando cobardía, pero los que tememos que todo vaya a peor nos conformamos que se instale en lo malo.
  Se acabaron los disidentes que iban por el monte solos, pero eso no puede hacernos olvidar que el Gobierno acabe de admitir ante Bruselas que solo hay hucha de pensiones para un año. A la que teníamos se le ha visto el culo, que era de lata. ¿Qué va a ser de nuestros viejos, entre los cuales me encuentro? Me he ganado el puesto a fuerza de años y desengaños y puedo decir,  como mi electo tío carnal, Manuel Machado, que desde que empezó mi vida no he hecho más que perder, aunque sea algo injusto porque aún no he perdido la esperanza. Shakespeare la llamó engañosa, por no calificarla de embustera. Los políticos siguen jugando con ella porque saben que se le puede hacer trampas y además anda muy mal de memoria. Ahí tenemos a la federación andaluza  del PSOE, que es la más importante del descuartizado partido, empujando la balanza a favor de la abstención. La prioridad es la que es, nos dicen. Y las demás prioridades que esperen. Hay que abstenerse y no molestar a los tarugos que se presentan a gobernar con un partido cada vez más partido.

Copiado por Victoriano Orts Cobos.

Málaga 19 de octubre de 2016.