viernes, 27 de diciembre de 2019

Un hombre desnudo 'estampado' bajo el puente de la Aurora






Vista desde el puente de la Aurora de la obra de Bisser./FOTO: Ester Requena.
Vista desde el puente de la Aurora de la obra de Bisser. / FOTO: ESTER REQUENA.

El grafitero Bisser deja su huella en Málaga con un dibujo que ya está sorprendiendo a los viandantes






Luis Moret

LUIS MORETMálaga
El arte callejero no tiene fronteras. Un nuevo grafiti, curioso cuanto menos, puede verse ya en Málaga y se suma a la larga lista de obras de arte repartidas por la ciudad. En esta ocasión no está sobre algunas de las paredes en las calles. Se trata de un hombre desnudo 'estampado' sobre el lecho del río Guadalmedina firmado por el artista belga Bisser, que ya ha despertado expectación entre los viandantes. La obra puede contemplarse en la parte norte del río. Según el artista la obra se llama 'Don't jump' (No saltes) y ha elegido este título porque no hay agua en el río. Además lleva implícito un mensaje sobre el cambio climático. «El personaje ha saltado desde el puente y se ha estampado en el suelo. Si hubiera habido agua, estaría nadando. De alguna manera el hecho de que el río esté seco permite que la gente pasee por ahí con sus perros a modo de parque, pero a la vez para mi representa el cambio climático. La Tierra está cambiando y calentándose. Quizá en unas pocas décadas no habrá más ríos con agua. Solo puede que queden algunos vacíos como este. Así que el dibujo simboliza de una forma divertida las actividades que nos perdemos (saltar o nadar desde un puente si los ríos están secos. si no actuamos contra el cambio climático», explica Bisser por correo electrónico.
Bisser está de gira (lleva dos meses y medio recorriendo Europa en bicicleta) y en sus redes muestra distintos trabajos realizados hace unos días en Granada y anteriormente en Valencia. Aunque en ellos, especialmente en Granada, se ha dedicado a pintar animales, también dibuja caras y personajes como los que ofrece en las obras tiene repartidas por toda Europa. El artista reconoce que estará en Málaga hasta el domingo antes de volver a casa y que espera poder pintar en algún otro sitio, pero aún no lo tiene decidido.
«Quise venir a Málaga porque había escuchado que es una ciudad agradable y había bastantes grafiti. Y tanto los trabajos como la ciudad me están gustando. Mi trabajo es figurativo trato de investigar distintos estilos, medios, mensajes y sentimientos. En ocasiones, lo que pinto puede ser divertido como el que he hecho en el río. Pero también pueden expresar emociones. Me parece una buen forma de explorar diferentes temas y eso supone un reto para mi», concluye.





Imagen del artista realizando la obra, publicada en su cuenta de instagram
Imagen del artista realizando la obra, publicada en su cuenta de instagram






Imagen publicada por el artista en su cuenta de instagram.
Imagen publicada por el artista en su cuenta de instagram.
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Publicado en Diario SUR.
Copiado/pegado de Internet por Victoriano Orts Cobos.
Málaga 27 de diciembre de 2019.
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domingo, 22 de diciembre de 2019

CONTRA EL ENCARGO DEL REY

Sería necesario, a mi entender, que la propuesta del Rey fuera siempre posterior a la formación de una mayoría en torno al candidato, que debería primero conseguir los apoyos necesarios en el Congreso y sólo después ser propuesto por el Rey









Contra el encargo del Rey

ÁNGEL RODRÍGUEZCATEDRÁTICO DE DERECHO CONSTITUCIONAL DE LA UMA
Dice la Constitución que el Rey debe proponer un candidato a presidente del Gobierno. Pero ese candidato -esto no lo dice, pero va de suyo- no es el candidato del Rey. Por eso creo que es incorrecto, como se viene haciendo desde hace unos meses, hablar de 'encargo' para referirnos a las propuestas de Felipe VI. Su bisabuelo, y antes su tatarabuelo, sí que daban un encargo a los nuevos presidentes. Pero eran tiempos en los que la legitimidad del Gobierno no descansaba sólo, como ahora, en la voluntad popular reflejada en el Congreso, sino que era necesario que el Gobierno tuviera también la confianza del Rey. El presidente nombrado por el monarca, contando ya con la confianza regia, recibía el encargo de formar un gobierno que le garantizara también los apoyos con los que obtener la confianza parlamentaria. Nunca sabremos si, como ocurrió en otras monarquías europeas, este sistema de 'doble confianza' habría evolucionado hacia su plena democratización, porque la corrupción terminó pudriendo aquel régimen político, en el que generalmente el Gobierno se aseguraba la confianza del Parlamento mediante elecciones sistemáticamente amañadas. Lo que sí sabemos es que el actual procedimiento de investidura se sitúa en sus antípodas.
Bajo la Constitución de 1978, el Rey debe limitarse a constatar que hay un candidato al que apoya una mayoría parlamentaria suficiente para alcanzar el Gobierno y, a través del presidente del Congreso, proponerlo para ser investido presidente. Hasta el año 2016, la labor del Rey estaba facilitada por la celeridad en alcanzar esa mayoría que propiciaba el bipartidismo imperfecto. En el actual escenario de fragmentación parlamentaria, la formación de mayorías es más costosa y lenta y en varias ocasiones ha terminado en una investidura fallida. Es inevitable que ante el tremendo problema de gobernabilidad que la nueva situación política trae consigo, se susciten cambios en el papel del jefe del Estado en el procedimiento de investidura. Sin embargo, habría que preservar su esencia, que no es otra que mantenerla alejada de cualquier atisbo del viejo encargo asociado al principio de confianza regia, que ya no tiene cabida en nuestra democracia. Para ello sería necesario, a mi entender, que la propuesta del Rey fuera siempre posterior a la formación de una mayoría en torno al candidato, que debería primero conseguir los apoyos necesarios en el Congreso y sólo después ser propuesto por el Rey. Justo al revés de lo que viene sucediendo en los últimos tiempos.

Con ello evitaríamos dos riesgos distintos, pero en cierto modo complementarios: el primero, que el Rey terminara creyendo que entre sus funciones constitucionales se encuentra ayudar a la gobernabilidad sugiriendo un candidato a las Cortes; el segundo, que la propuesta regia se viera como una ocasión para dotar de un plus de legitimidad a favor de quien aún tiene que negociar los apoyos políticos necesarios para ser investido.
Con respecto a lo primero, hay que reconocer que existe cierta indefinición constitucional entorno a las funciones arbitrales y moderadoras que la Constitución encomienda al Rey, incertidumbres que, como casi todo lo relacionado con la figura del Jefe del Estado en las monarquías parlamentarias, se van resolviendo mediante la instauración de precedentes y costumbres constitucionales que con el tiempo se vuelven vinculantes. En todo caso, entre esas funciones no debería encontrarse la de facilitar la gobernabilidad interviniendo en el proceso de investidura. Con respecto a lo segundo, no es ni mucho menos inimaginable (más bien todo lo contrario) que un candidato enfrentado a una compleja negociación para alcanzar la mayoría suficiente para ser investido ceda a la tentación de usar el encargo (y con ello a la Corona) para fortalecer su posición negociadora o restar legitimidad a los grupos que hayan decidido no prestarle su apoyo. Dos modalidades distintas, pero igualmente antidemocráticas, de resucitar el fantasma del viejo encargo real.
La secuencia que aquí se postula (afianzar primero la mayoría y solo después ser propuesto por el Rey) exigiría un mayor fortalecimiento de la figura del presidente del Congreso, cuyo papel en la investidura, reconocido por la propia Constitución, debería dotarse de mayor protagonismo. La exigencia constitucional de que refrende la propuesta regia debería facultarle también para impulsar las negociaciones pertinentes e indicarle al Rey cuando, una vez formada una mayoría de apoyo a un candidato, podría iniciar su propia ronda de consultas.
Volvamos al pasado. También el padre de Felipe VI hizo uso del encargo, pero fue una sola vez y, paradójicamente, en un sentido totalmente opuesto a sus predecesores. En julio de 1976 encargó la formación del Gobierno a un joven y desconocido Adolfo Suárez. Entonces al presidente del Gobierno lo designaba libremente el Jefe del Estado de entre una terna que le presentaban unos cuantos prebostes del régimen, entre ellos los jefes de los ejércitos y el obispo de mayor jerarquía de entre los de la Iglesia Católica (recuérdelo la próxima vez que le digan que la Transición no cambió tanto las cosas). Para que fuera nombrado el candidato del Rey fue preciso colarlo en la terna, lo que solo fue posible gracias a quien entonces presidía aquel 'Consejo del Reino', Torcuato Fernández Miranda. «Estoy en condiciones de llevar al Rey lo que el Rey me ha pedido», declaró tras haber sido aprobada la triada de nombres del que habría de salir el próximo presidente del Gobierno. Aquel fue el último 'encargo' antes de la llegada de la democracia. Hoy nadie debería echarlos de menos en la España constitucional.
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Publicado en Diario SUR.
Copiado/pegado de Internet por Victoriano Orts Cobos.
Málaga 22 de diciembre de 2019.
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miércoles, 18 de diciembre de 2019

Poesía al SUR

Violeta y Nicanor Parra, hermanos de sangre y letra



Violeta y Nicanor Parra, hermanos de sangre y letra

Hijos de un maestro y una modista, ella escribió uno de los cantos a la vida más conmovedores de la música popular en español meses antes de suicidarse; él vivió hasta los 103 años y se convirtió en el mayor exponente de la antipoesía



Alberto Gómez

ALBERTO GÓMEZ
El reloj marcaba las seis menos diez de la tarde cuando Violeta Parra empuñó un revólver, apuntó a su propia cabeza y apretó el gatillo. Era el primer domingo de febrero de 1967. Un año antes, como un epitafio conmovedor, había publicado 'Las últimas composiciones', el disco que contiene una de las canciones más hermosas escritas en español: 'Gracias a la vida'. La cantautora chilena, genial y poliédrica, capaz de parir el himno humanista más importante de la música popular hispanoamericana mientras se deshacía por dentro en una depresión que acabaría arrollándola, había dejado una nota dirigida a su hermano Nicanor. De aquella carta, rodeada de leyendas durante años, escrita desde rencores indescifrables, destaca una frase: «Yo no me suicido por amor».
El final de Violeta, como el resto de su vida, no dependió de un hombre. Aunque la dictadura de Pinochet tratara de apropiarse de su figura sepultando su compromiso político con la izquierda y asociando su muerte a fracasos amorosos. Aunque a veces tropezara en relaciones tóxicas como la que mantuvo con el antropólogo Gilbert Favre, a quien dedicó 'Qué he sacado con quererte': «Pero tú, palomo ingrato, / ya no arrullas en mi nido». Aunque a menudo reconociese como mentor a Nicanor, su hermano mayor, improvisada figura paterna tras la muerte temprana del padre biológico. Aunque fuese madre hasta en cuatro ocasiones con dos parejas diferentes. Nadie cortó unas alas que la llevaron a exponer sus óleos y esculturas en el Louvre, a liderar la nueva canción chilena con la voz más poderosa de su generación: «Yo no tomo la guitarra / por conseguir un aplauso. / Yo canto a la diferencia / que hay de lo cierto a lo falso: / de lo contrario no canto».
Sabía que algunas élites nunca perdonaron su aspecto y modales campesinos, pero ni siquiera en plena cima maquilló su procedencia. Reivindicó el universo rural, el folclore de su país y a las mujeres que luchaban contra la miseria para sacar a sus familias adelante, relegadas hasta entonces al lado escondido de la historia. Escribió canciones combativas como 'Qué dirá el Santo Padre', un dardo lanzado contra el franquismo: «Miren cómo nos hablan de libertad / cuando de ella nos privan en realidad». En París conoció la muerte de su hija pequeña, una distancia convertida en culpa («Mis noches son un desvelo. / Es contar y no creerlo. / Parece que la estoy viendo») y regresó a Chile para instalar una gran carpa con la intención de crear un centro de cultura popular. Fue el principio del fin.
Después del suicidio de su hermana, Nicanor escribió un poema titulado 'Defensa de Violeta Parra', una declaración de amor fraternal que dejaba las cosas claras a quienes confundieron independencia con mal carácter («Se te acusa de esto y de lo otro. / Yo te conozco y digo quién eres, / ¡oh, corderillo disfrazado de lobo!») y reivindicaba su vocación inquebrantable, el portazo de Violeta a la frivolidad: «Porque tú no te vistes de payaso / Porque tú no te compras ni te vendes / Porque hablas la lengua de la tierra». Si su hermana se ocupó de desempolvar la música tradicional, Nicanor centró su carrera en cumplir lo que consideraba un mandato ineludible: «Tengo orden de liquidar la poesía». El autor chileno se convirtió en el mayor exponente de la antipoesía, una corriente basada en el escepticismo y la desmitificación. El mayor de los Parra advertía de que «la poesía morirá si no se la ofende», convencido de que debe ser rescatada de la solemnidad y de la falta de contacto con los lectores.

Formación científica

Violeta y Nicanor fueron dos de los ocho hermanos de una pareja formada por un maestro y una modista. Crecieron entre artistas de circo y cantores ambulantes, pero Nicanor estudió Matemáticas y Física, una formación científica que contribuyó de forma decisiva a que acabase declarando la guerra a la metáfora, a las imágenes, en beneficio de los «hechos concretos». Adscrito al grupo de los poetas de la claridad, que proponían «una poesía del amanecer» frente al crepúsculo y la noche, Parra coqueteó con el surrealismo y cultivó un lenguaje coloquial para construir poemas críticos e irónicos: «El poeta no cumple su palabra / Si no cambia los nombres de las cosas».
Su mejor libro, 'Poemas y antipoemas', publicado en 1954, retiró el barniz institucional de la tradición poética para abrirse a la parodia y la paradoja sin renunciar a la emoción. Como su hermana, Nicanor utilizó su obra como herramienta para denunciar la desigualdad: «Hay dos panes. Usted se come dos. Yo ninguno. Consumo promedio: un pan por persona». Su ingenio irreverente y la revolución literaria que supuso su antipoesía le valieron premios como el Cervantes y el Reina Sofía, reconocimientos a los que pudo acceder también por su longevidad: vivió hasta los 103 años antes de morir en enero de 2018. Por entonces ya había dejado escrito su 'Epitafio', donde se definió como una mezcla «de vinagre y aceite de comer / Un embutido de ángel y bestia». En su ataúd se reprodujo uno de sus «artefactos» más populares: la imagen de una cruz acompañada de la frase «Voy y vuelvo».


VIOLETA PARRA

Gracias a la vida

Gracias a la vida, que me ha dado tanto.
Me dio dos luceros que cuando los abro
perfecto distingo lo negro del blanco
y en el alto cielo su fondo estrellado
y en las multitudes el hombre que yo amo.
Gracias a la vida, que me ha dado tanto.
Me ha dado el oído que en todo su ancho
graba noche y día, grillos y canarios,
martillos, turbinas, ladridos, chubascos
y la voz tan tierna de mi bien amado.
Gracias a la vida, que me ha dado tanto.
Me ha dado el sonido y el abecedario.
Con él las palabras que pienso y declaro:
madre, amigo, hermano y luz alumbrando
la ruta del alma del que estoy amando.
Gracias a la vida, que me ha dado tanto.
Me ha dado la marcha de mis pies cansados.
Con ellos anduve ciudades y charcos,
playas y desiertos, montañas y llanos
y la casa tuya, tu calle y tu patio.
Gracias a la vida, que me ha dado tanto.
Me dio el corazón que agita su marco
cuando miro el fruto del cerebro humano,
cuando miro al bueno tan lejos del malo,
cuando miro al fondo de tus ojos claros.
Gracias a la vida, que me ha dado tanto.
Me ha dado la risa y me ha dado el llanto.
Así yo distingo dicha de quebranto,
los dos materiales que forman mi canto
y el canto de ustedes que es mi mismo canto
y el canto de todos que es mi propio canto.
Gracias a la vida, que me ha dado tanto...

NICANOR PARRA

Manifiesto (fragmento)

La situación es ésta:
Mientras ellos estaban
Por una poesía del crepúsculo
Por una poesía de la noche
Nosotros propugnamos
La poesía del amanecer.
Éste es nuestro mensaje,
Los resplandores de la poesía
Deben llegar a todos por igual
La poesía alcanza para todos.
Nada más, compañeros
Nosotros condenamos
Y esto sí que lo digo con respeto-
La poesía de pequeño dios
La poesía de vaca sagrada
La poesía de toro furioso.
Contra la poesía de las nubes
Nosotros oponemos
La poesía de la tierra firme
Cabeza fría, corazón caliente
Somos tierrafirmistas decididos-
Contra la poesía de café
La poesía de la naturaleza
Contra la poesía de salón
La poesía de la plaza pública
La poesía de protesta social.
Los poetas bajaron del Olimpo.

La montaña rusa

Durante medio siglo
La poesía fue
El paraíso del tonto solemne.
Hasta que vine yo
Y me instalé con mi montaña rusa.
Suban, si les parece.
Claro que yo no respondo si bajan
Echando sangre por boca y narices.
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Publicado en diario SUR.
Copiado/pegado de Internet por Victoriano Orts Cobos.
Málaga 18 de diciembre de 2019.
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viernes, 13 de diciembre de 2019

DEJEN DE SER IDIOTAS

La palabra 'consenso' y su campo semántico: pacto, acuerdo, convenio, concierto, trato... han sido demonizados, y así nos va

Dejen de ser idiotas
JAIME AGUILERAEscritor
En la antigua Grecia, origen de nuestra democracia, se llamaba idiotas a los que les daba igual el bien común, el interés general. La palabra idiota proviene del griego 'idiotes' y se refiere a aquel que no se ocupaba de los asuntos públicos, sino sólo de sus intereses privados. La raíz 'idio' significa 'propio', en clara contraposición a lo que no es solo propio sino de todos, y es la misma que nos aparece en castellano en palabras como 'idioma' o 'idiosincrasia'.
Pues bien, el tiempo pasa inexorablemente y da la sensación de que nuestra clase política en su inmensa mayoría sigue siendo eso, idiota: atareados y empeñados en tareas propias de idiotas, porque no piensan en lo que nos importa a todos sino en intereses partidistas y particulares, en que nos desangremos vivos en el espacio y en el tiempo. Porque parece que lo que quieren es que no muera la lucha cainita entre los españoles, bien en el espacio de su propio territorio plural y asimétrico; bien en el tiempo de su propia historia tormentosa de dictaduras, repúblicas y monarquías.
Algunos de ellos, incluso, envalentonados por la fuerza de una supuesta nueva sangre revolucionaria y regeneradora, se atreven a poner en tela de juicio nuestra Transición -estudiada y admirada en todo el mundo- y su producto más destacado: la Constitución del 78, la que nos ha proporcionado cuarenta años de prosperidad y desarrollo nunca antes conocidos -parece que se nos olvida rápidamente- y que por supuesto puede ser reformada -ella misma dedica un título a su propia reforma-, pero desde el mismo prisma desde el que fue concebida, desde el consenso propio de los que no son idiotas. Y aquí está el problema, en que esta palabra, 'consenso', y su campo semántico: pacto, acuerdo, convenio, concierto, trato... han sido demonizados, y así nos va.
El buen político, el que ya sabemos por la etimología que no es idiota, es el que antepone el interés general a su propia supervivencia en el poder, al sillón de turno o a la encuesta coyuntural. En este sentido, atreviéndome a dejar a un lado la idiotez para pensar no en lo propio sino en lo que nos atañe a todos, me atrevería a proponer tres asuntos para que dejen, y dejemos, de ser idiotas. Seguramente hay más asuntos, pero creo que no estaría mal empezar por estos tres.
Educación. En plena Segunda Guerra Mundial, Churchill revisó en proyecto de presupuestos del Reino Unido y preguntó porque se recortaba la partida de Educación y Cultura. Le respondieron que el presupuesto militar era ese momento lo prioritario. Con su flema británica respondió: precisamente por ello no se puede rebajar, el principal motivo por el que luchamos contra los nazis es para conservar nuestra educación y cultura. Y es que no hay duda, el mayor patrimonio y la mejor inversión de una nación es su educación. Pero como estamos rodeados de idiotas, todavía no hemos sido capaces de sellar un pacto por la educación que, como cualquier país europeo, por encima de ideologías, busque la excelencia y la formación para el empleo; que, por encima de ideologías, sirve para unirnos y para que seamos más libres, y no para pelearnos entre nosotros y ser cada vez más dogmáticos.
Pensiones. Cuando éramos menos idiotas y pensábamos más en el bien común, se ve que todavía nos quedaba algo de oxígeno consensuado de la Transición, fuimos capaces de crear el Pacto de Toledo para dar viabilidad y sostenible a un sistema de pensiones. Pero es un hecho objetivo, no ideológico ni discutible, que la situación va a ser, si no lo es ya, insostenible. Y nada, no hay manera de que los políticos se sienten en una mesa, aparten sus «idioteces» y decidan con vocación de permanencia el camino a seguir, que seguramente no gustará ni todo ni a todos, pero que debe ser pactado fuera de siglas y de ideologías.
Agua y medio ambiente. Lo vemos todos los días y a todas horas. El cambio climático es un hecho y la gestión de los recursos energéticos va a ser fundamental en el porvenir de nuestros hijos. En los futuros conflictos el motivo principal que va a estar detrás va a ser la energía y los recursos naturales: el agua cada vez más escasa será la que nos lleve a darnos garrotazos unos a otros. Es fundamental por tanto un pacto nacional por el agua y el medio ambiente, pero nada, no es posible: ahí seguimos, pueblos, comarcas, comunidades, regiones, mancomunidades, nacionalidades... todos contra todos, como idiotas, y sálvese quien pueda...
En definitiva, un ruego reiterado una vez más desde esta humilde tribuna, una petición que una vez más caerá en saco roto, pero que no por ello me va a hacer callar: no pierdan más el tiempo y póngase a trabajar de una vez por todas en lo que de vez nos importa a todos; abandonen, por favor se lo pido, al menos por unos años, sus propios intereses; es decir, sean por fin políticos y dejen de ser idiotas.
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Publicado en Diario SUR.
Copiado/pegado de Internet por Victoriano Orts Cobos.
Málaga 13 de diciembre de 2019.

sábado, 7 de diciembre de 2019

Poesía al SUR

Blanca Varela: la poesía como gesto privado




Blanca Varela: la poesía como gesto privado

Pocos autores han permanecido tan ajenos al carrusel de vanidades como la escritora peruana, que alternó breves libros brillantes con largos silencios. Su escasa producción no impidió que se convirtiera en un mito




Alberto Gómez

ALBERTO GÓMEZ
Para Blanca Varela la publicación de sus poemas nunca resultó una prioridad. Lo necesario para ella, lo irremediable, era la escritura. Sanadora en ocasiones, desgarradora otras veces. Las consecuencias, casi siempre felices, simbolizadas bien en la cascada de premios que recibió durante sus últimos años de vida, solían encontrarla distraída, inmersa en algún verso o en uno de sus largos silencios, entre la perplejidad y la timidez. Pocos autores han permanecido tan ajenos al carrusel de vanidades y ambiciones triviales, a la codicia de premios y reseñas en los diarios. Si decidió editar sus libros, cuentan los allegados, fue por insistencia ajena. Por el empeño de amigos como Octavio Paz, que prologó su primer libro, a cuyo título había contribuido de forma decisiva en una hermosa anécdota relatada por Vargas Llosa. La escritora peruana quería que se llamara 'Puerto Supe'. A Paz no le gustaba.
—Pero ese puerto existe, Octavio.
—Ahí tienes el título, Blanca: 'Ese puerto existe'.
Perteneciente a la generación del cincuenta, escribió sus primeros poemas en París motivada por la nostalgia de su Lima natal: «Allí destruyo con brillantes piedras / la casa de mis padres, / allí destruyo la jaula de las aves pequeñas, / destapo las botellas y un humo negro escapa / y tiñe tiernamente el aire y sus jardines». En la capital francesa entabló amistad con Sartre, Michaux y Simone de Beauvoir, entre otros otros intelectuales. Después se trasladó a Florencia y Washington, donde se ganó la vida haciendo traducciones y trabajos periodísticos antes de regresar a Perú ya hasta su muerte, hace ahora una década. Todos sus poemas reunidos apenas superan las doscientas páginas. Pasaban años entre uno de sus libros y el siguiente. Aunque nunca renunció a la visceralidad, Varela rechazaba la abundancia y prefería el surrealismo despojado.
Su escasa producción no impidió que se convirtiera en un mito. Fue la primera mujer que ganó el Premio Federico García Lorca, que no recogió por su delicado estado de salud. Ya había cumplido los ochenta años. Detestaba hablar en público. Concedió pocas entrevistas, y cuando lo hacía trataba de llevar los diálogos a senderos alejados de su propia obra. Rara vez utilizó las mayúsculas en un portazo a la grandilocuencia, aunque tampoco se dejó arrastrar por la oscuridad de otros existencialistas. Su poesía, a la que conviene acercarse libre de prejuicios, está marcada por un enorme rigor y cierta complejidad formal: primero optó por la verticalidad, luego escribió poemas en prosa y después regresó a la distribución clásica de los versos. Tiene poemas que ocupan varias páginas y otros fugaces pero directos como un disparo, un contraste que manifiesta su propio laberinto: «Un poema / como una gran batalla / me arroja en esta arena / sin más enemigo que yo».
Perteneciente a una familia de aficionados al arte y la literatura, se casó con el pintor Fernando de Szyszlo. Desarrolló enseguida una preocupación por las desigualdades, inquietud que volcó en sus libros, aunque nunca de forma explícita ni moralista: «Vino el pájaro / y devoró al gusano / vino el hombre / y devoró al pájaro / vino el gusano y devoró al hombre». Escribía «porque hay gente que no puede dejar de hacer algunas cosas». Torcía el gesto cuando le pedían recitar y también cuando la llamaban poetista y no poeta.

Accidente

La muerte de su hijo Lorenzo en un accidente de avión en 1996 la sumió en la desolación. Szyszlo, de quien se separó, lo relató así: «La muerte de nuestro hijo fue terrible para Blanca. La impulsó a hacer su mejor poesía y, sin embargo, la mató al mismo tiempo. Ella sobrevivió penosamente». En 'Si me escucharas', Varela lanza un alarido: «Si me escucharas / tú muerto y yo muerta de ti / si me escucharas / hálito de la rueda / cencerro de la tempestad / burbujeo del cieno / vivo insepulta de ti / con tu oído postrero / si me escucharas». Tras enterrar a Lorenzo sólo volvió a publicar dos libros más, 'Concierto animal' y 'El falso teclado'. El tono elegíaco queda tamizado por el carácter de la autora, que huye de cantos embriagados, poseedora de la capacidad de callar a tiempo. Poco después sufrió una obstrucción de carótida. Cada vez se le hacía más complicado expresarse. Fueron años oscuros, amurallados por una intimidad gélida. No acudió a recoger los premios que le concedían. Tampoco se mostraba triste por ello. Su exmarido explicaba que Blanca entendía la poesía «como un gesto privado, como un hábito casi secreto entre el lector y el poema».
En algunos de sus poemas queda clara «la relación tan conflictiva» que mantenía con la idea de dios. «Si tengo una religión, es la poesía», reconocería tiempo después. Murió en 2009, cuando tenía 82 años. Dejó una poderosa obra capaz de trascender fronteras y una única certeza: «Que todo está prestado pero es bonito vivir como si no fuera así». Sólo los nietos endulzaron los últimos tiempos. Por entonces ya había dejado de escribir, forzada por la mala salud. Era tal vez un ajuste de cuentas. Nadie sale ileso de su poesía: ni ella misma.



BLANCA VARELA

Currículum vitae

digamos que ganaste la carrera
y que el premio
era otra carrera
que no bebiste el vino de la victoria
sino tu propia sal
que jamás escuchaste vítores
sino ladridos de perros
y que tu sombra
tu propia sombra
fue tu única
y desleal competidora.

Valses (fragmento)

No sé si te amo o te aborrezco
como si hubieras muerto antes de tiempo
o estuvieras naciendo poco a poco
penosamente de la nada siempre.

Porque es terrible comenzar nombrándote
desde el principio ciego de las cosas
con colores con letras y con aire.

Violeta rojo azul amarillo naranja
melancólicamente
esperanzadamente
absurdamente
eternamente.

Nadie nos dice

nadie nos dice cómo
voltear la cara contra la pared
y
morirnos sencillamente
así como lo hicieron el gato
o el perro de la casa
o el elefante
que caminó en pos de su agonía
como quien va
a una impostergable ceremonia
batiendo orejas
al compás
del cadencioso resuello
de su trompa

sólo en el reino animal
hay ejemplos de tal comportamiento
cambiar el paso
acercarse
y oler lo ya vivido
y dar la vuelta
sencillamente
dar la vuelta

Casa de cuervos (fragmento)

porque te alimenté con esta realidad
mal cocida
por tantas y tan pobres flores del mal
por este absurdo vuelo a ras de pantano
ego te absolvo de mí
laberinto hijo mío

no es tuya la culpa
ni mía
pobre pequeño mío
del que hice este impecable retrato
forzando la oscuridad del día
párpados de miel
y la mejilla constelada
cerrada a cualquier roce
y la hermosísima distancia
de tu cuerpo
tu náusea es mía
la heredaste como heredan los peces
la asfixia
y el color de tus ojos
es también el color de mi ceguera

(...)

aquí me tienes como siempre
dispuesta a la sorpresa
de tus pasos
a todas las primaveras que inventas
y destruyes
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Publicado en Diario SUR.
Copiado/pegado de Internet por Victoriano Orts Cobos.
Málaga 7 de diciembre de 2019.