lunes, 10 de mayo de 2010

EL LAMENTO DEL ABUELO

EL LAMENTO DEL ABUELO

Recorrí en su entorno los primeros trece mil millones de kilómetros de los sesenta y cinco mil que ya he recorrido en esta Nave Sideral, perfecta y enigmática.

No lo recuerdo por el hecho clásico del anciano tierno y cariñoso que te relata cuentos, historias y vivencias.

Tenía una diminuta parcela, vallada por chumberas, con diez o doce olivos, un par de granados y similar número de higueras. Este capital, unido a las dos o tres pesetas diarias de su raquítica pensión, era el premio arrancado a una vida de sufrimientos y privaciones.

El abuelo Francisco era ya muy viejo. Yo lo recuerdo siempre muy mayor y achacoso. En sus años de salud debió ser un hombre fuerte. aun en su vejez. A pesar de que caminaba algo encorvado y apoyado un bastón, su figura causaba respeto por su firmeza de carácter. Al mirar te ofrecía unos ojos aceitunados grandes y brillantes. Al abrir la boca para amonestarte,  (no recuerdo su sonrisa), su dentadura amarillenta se alineaba completa. Las arrugas de su rostro, semejaban surcos de un campo arado por potentes y tranquilos bueyes. Su nariz, generosa, parecía trasplantada de la piel de un paquidermo. Sus cejas, corridas, muy pobladas, conseguían mantener la frescura y la humedad de aquellos dos hermosos azabaches. Su frente, amplia, hacía de fachada a una cabellera fuerte y espesa de color ceniciento, casi blanco; que a su vez daba sombra a un cerebro que durante casi un siglo, día a día, hora a hora, pensó y sufrió demasiado.

Arrastraba su vejez el abuelo con mala resignación. Lo confirmaban sus lamentos y a veces, su casi llanto. Su mayor desgracia había sido la pérdida de su hijo menor en aquella guerra "incivil" de 1936.
Yo, que le hice alguna trastada quitándole granadas y alguna que otra breva, no puedo ni quiero olvidarlo. Lo recuerdo sentado en invierno y primavera en la recacha que él mismo se construyó con cañas y ramas bajas de olivo, tomando como base el tronco de la higuera de brevas de piel morada y grieteada pulpa roja y sabor más que a miel , que tenía frente a la puerta de su casa.

Allí, en aquella POCATORTA de mi infancia, rodeado de olivos sordos a su dolor, consumía gran parte del trozo de sufrimiento que le quedaba. De allí partían los lamentos y las iras de un ser que habiendo hecho sólo una cosa: trabajar para los suyos, se reprochaba a si mismo la forma en que había repartido su poca hacienda y su mucho amor, dando a unos -según decía- lo que debió dar a otros.

En sus lamentos-iras, lanzaba una patética frase que se borrará de mi mente cuando mi cerebro deje de funcionar: "¡Me cago en...,! ¡¡Dios me perdone!!"

A veces, la ira superaba al lamento, y los puntos suspensivos, la coma, los signos interiores de exclamación y el perdón se asustaban tanto que no osaban traspasar su garganta.

VICTORIANO ORTS COBOS.

(Re)visado el día 11 de octubre de  2016.


domingo, 9 de mayo de 2010

NIÑOS ESTUDIOSOS

Hurgando en "el baúl de los recuerdos literarios", doy con un librito. Un "incunable", escrito el día 26/1/81. por un niño de 8 años.
El libro, titulado "Niños Estudiosos" comprende un total de doce páginas, incluyendo la portada y la contraportada, y unas medidas de 20 cm. de alto por 12 de ancho.
Al releerlo, después de veintinueve años de olvido, he sentido una dulce sensación y no he podido evitar una sonrisa y una alegría infinitas, y he considerado que es digno de figurar en unlugar de HONOR en este humilde blog.
Como no he pedido permiso a su autor para reproducirlo, a su término sólo pondré sus iniciales, omitiendo el nombre completo, no vaya a ser que me demande por injerencia en su "Copyright".
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NIÑOS ESTUDIOSOS

Para ser niños estudiosos, hay que seguir
reglas. Yo que tengo un diploma lo digo y
lo escribo en este librito.
Seguir estas instrucciones:

1º. Obedecer a la señorita o porfesor.

2º. Atender al profesor o a la señorita.
3º. Portarse bien, o mejor: muy bien.
4º. No pelearse en clase ni en el recreo,
porque se lo dirían a un profesor o a una
señorita, o peor, al director.
5º. No hablar alto en clase si tienes que
hacer algo.
6º. Si has terminado no molestes a los
demás si no han terminado.
7º. No insultar ni decir picardías ni en
recreo ni en clase porque es una falta de
educación. Además, se lo pueden decir a
un profesor, una señorita , o algo peor,
al director.
8º. No hablar en medio de una cuenta,
te equivocarías seguramente.
9º. No levantarse de su sitio.
10º. No insultar a la señorita o profesor
y menos al director si quieres seguir en
el colegio.
11º. No jugar en clase.
12º. No tirarse cosas, podríais daros en
un ojo.

13º. No escupir ni en clase ni en el recreo.
14º. Escribir tranquilo pero esto no quiere
decir tardar cuatro horas en hacer una
letra o un número, o sea, escribir normal.
15º. No achuchar en fila ni fuera de la fila.
16º. No gritar ni a la señorita o profesor,
aunque sea de otro curso y menos al
director.
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A mi padre con el cariño de su hijo.
F-M. O. R. 26-1-81.
FIN
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(Re)visado el día 12 de septiembre de 2016.