domingo, 31 de octubre de 2010

SOY BARRO

SOY BARRO

Dedicado a Miguel Hernández
que mocea su centenario en
su querida Orihuela.
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Soy barro que no aspiro a moldearme.
Encina que se agarra a su terruño.
Como jabalí acorralado gruño
si mi raíz intentan trasplantarme.

Canario fui cantando a liberarme.
El odio me dañó con negro puño.
Su zarpa me infirió duro razguño,
y el barro comenzó a ensangrentarme.

Rústico soy para pastor de hombres.
De guerras fraticidas yo no entiendo.
Chivo sería en drama tan tremendo.

Mis cabras me obedecen por sus nombres
No quiero gloria a cambio de lo horrendo.
¿Pastor y no de cabras? ¡Ni lo nombres!

Victoriano Orts Cobos.
Málaga 29/10/2010.

viernes, 22 de octubre de 2010

DICEN QUE…
Somos luciérnagas que se abren paso en la oscuridad deslumbrante del Misterio. Apenas un átomo en el Cosmos. Una gota entre continentes y océanos.
¡Somos todo universo!
Pasajeros accidentales de un viaje forzado.
Materia de celuloide que va notariando nuestra existencia.
Nave que surca los espacios siderales pilotada por enigmático Comandante.
Rutilantes semáforos verdes nos franquean el camino a seguir en nuestro peregrinar hasta que el disco rojo nos indique el gran stop.
Será entonces cuando surja la pantalla en que se proyecte la película de la vida de principio a fin, y la hora de abandonar la nave.
Descenderemos en sentido inverso al que entramos. Así, uno tras otro, iremos descendiendo hasta retroceder al primero. Y el primero, que fue el Comandante, no podrá sustraerse a la evidencia. Tendrá que dar la cara y explicar el motivo de este viaje.
Será llegado el momento de que nos confirme el porqué, (si brillando como lo hacemos en la oscuridad) nos eligió luciérnagas y no astros.
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Victoriano Orts Cobos.
(Re)visado el día 12 de septiembre de 2016. 

domingo, 18 de julio de 2010

CREYENTE-AGNÓSTICO-ATEO.

Dejé de ser creyente, ha ya mucho tiempo, Cleopatra.
Tampoco soy ateo, te lo confieso.
Un 00,01% me mantiene en el agnosticismo.
De la causa de ese pequeño resplandor es culpable la
obsesión de pensar que no es justo que todo acabe aquí
y que la maldad de tantos seres y el sufrimiento de otros,
no tenga ni castigo ni premio.
Hay y han habido tantos seres monstruosos que se irán
y se han ido entre laureles al mundo de los muertos, y
hay y habrán habido tantos otros que jamás conocerán
la compensación de la Justicia, que esa obsesión, me
confunde y me atormenta.
Si hay algo, (que lo dudo en un 99,99%), estoy convencido
de que será totalmente diferente a como nos lo pintan los
distintos "sabios" de todas las creencias de mundo.
Vuelvo a lo mismo, Cleopatra, ese deseo de Justicia ante
la maldad y la inocencia, que quedaría sin ejecutar, es lo
que me hace pensar en que debería haber algo tras de la muerte.
¿Qué me contestas tú? Cleopatra.
¡Cuanto me gustaría oír tu opinión! porque la de los humanos
no me aclara nada.
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Victoriano Orts Cobos.
(Re)visado el día 4 de septiembre de 2016


domingo, 4 de julio de 2010

SONREIR (¿Anónimo?
Leído y copiado en la sala de espera
de una clínica de analítica en Málaga.
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Una sonrisa cuesta poco y produce mucho.
Enriquece a quien la recibe y no empobrece a quien la da.
Dura sólo un instante, y su recuerdo puede ser eterno.
Nadie es tan rico que no la necesite, ni tan pobre que no pueda darla.
La sonrisa crea felicidad en el hogar, y ayuda en los negocios.
Es la señal externa, libre, de la amistad profunda.
Una sonrisa alivia el cansancio, renueva fuerzas y es consuelo en la tristeza. Esponja el alma de quien la da y del que la recibe.
Es un bien que no se puede comprar, ni prestar, ni robar, ni forzar, porque sólo tiene valor desde el momento en que se da...sinceramente, con bondad y franca naturalidad.
Pero si alguna vez no te dan la sonrisa esperada..., sé generoso y da la tuya: porque nadie tiene tanta necesidad de una sonrisa, como aquel que no sabe sonreír a los demás.

domingo, 20 de junio de 2010

COMOTÚ

COMOTÚ

Este relato, que consta de 5062 palabras, tiene una duración lectiva aproximada de 30 minutos. Mucho más que la duración de un soneto, y la tercera parte de un partido de fútbol de la Selección Española o de cualquier otra selección.
Quiero hacer esta advertencia para que aquel posible lector que entre en: http://pocatorta.blogspot.com/, recapacite antes de poner “manos a la obra,” porque prefiero que no lo lea a que lo haga deprisa o lo que es peor: lo deje a medio terminar. Muchas gracias.
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Dos lunas orondas y un sol de julio y justicia habían sido sus anfitriones en aquel lugar que tenía por techo el firmamento y por paredes el mar y las montañas. Había pasado todo el día anterior vagando de acá para allá aturdido sin saber dónde se encontraba.
De madrugada, antes de acostarse, los padres de Comotú lo habían cogido, lo habían metido en el maletero del coche, habían llegado a aquel solitario lugar y lo habían dejado abandonado a una muerte lenta y segura. Después volvieron a su casa, besaron a su retoño que dormía plácidamente y se fueron a su dormitorio a descansar. ¡Qué alivio! se habían quitado un estorbo de encima. De otra habitación salieron una serie de frases con reproches.
Así comenzó su calvario. Su boca sedienta y su estómago vacío le martirizaban continuamente. El día anterior fue tremendo y las dos noches terroríficas a pesar de que la oscuridad fue mínima gracias a la luna llena. El merodear de los zorros en busca de alimento, aquel que con su fino olfato lo localizó y se dirigía hacia él en el preciso instante en que un andrajoso y torpe conejo que caminaba renqueante dando la sensación de estar casi ciego y enfermo se interpuso entre ambos de forma que el cánido sólo tuvo que dar un salto para atraparlo. Aquel búho tan enorme que le observaba desde una encina con aquellos ojazos que parecían dos faros. Aquella serpiente que reptaba silenciosa y que huyó al oír sus asustados ladridos…
Todo aquel drama lo estaba viviendo nuestro personaje que se encontraba en aquel momento semioculto a la orilla de aquella sinuosa carretera en las afueras de la ciudad.
Ensimismado en su drama estaba el desgraciado cuando vio aparecer por aquel solitario lugar a un ser que lentamente caminaba parándose de vez en cuando a observar el paisaje. Aumentó su miedo y se ocultó algo más para no ser visto por aquel inesperado visitante pero, su color endrino destacaba sobre el verde y pajizo de los árboles, arbustos y matojos, por lo que no fue difícil para aquel personaje acostumbrado a los colores naturales del campo identificarlo.
¿Qué hacía allí tan de mañana un animal tan joven y además solitario? La respuesta no tardó en llegar al cerebro de aquel hombre. Convencido de que se trataba de un abandono, tan común en estas latitudes y, más aún en fechas veraniegas, compadecido trató de atraerlo hacia él pero el animal desconfiado y temeroso retrocedió huyendo monte abajo.
Del esfuerzo realizado por aquella huída, su garganta se le había secado aún más, sus pies le temblaban por falta de energía y su estómago le pinchaba como si un alacrán se hubiese incrustado en él.
Rendido y moribundo se recostó a la sombra de un árbol frondoso. En uno de esos árboles que uno cree que siempre fueron grandes, sin pensar que todo ser tiene su principio pequeño y débil (como pequeño y débil era nuestro pequeño animal) y que en su tiempo necesitó el cuidado de alguien aunque ese alguien fuese la Naturaleza, como cuidado también necesitaba el pequeño Drino.

Bajo aquella protectora sombra que hubiese resultado paradisiaca, de tener su estómago lleno y una humana y amiga compañía, veía la muerte acercársele a pasos de gigante y pensó ¿Qué había hecho él para merecer aquel fin, aquella muerte tan lenta y dramática?
Más de dos horas hacía desde que huyó de aquel hombre y no se había movido del lugar en que había caído, cuando oyó ruido cercano. Giró la cabeza con cierto esfuerzo y comprobó que nuevamente aquel hombre estaba observándolo. ¿Qué quería? ¿Por qué no lo dejaba morir tranquilo? Si tranquila podía llamársele a aquella muerte.
Con los ojos llenos de desconfianza miró nuevamente a aquel hombre y observó que de una botella de agua dejaba caer un chorro cristalino en un recipiente y que después de llenarlo caminó con él unos pasos y lo dejó en el suelo cerca de donde él se encontraba, para después volver al lugar de observación.
La llamada del agua amortizó algo el miedo y suspicacia de Drino. Allí, en aquel recipiente, estaba la vida que a él se le estaba yendo por momentos y, aunque pudiera tratarse de una encerrona, ¿qué más daba morir en manos de algún malvado que morir de sed? Quizás la primera de las posibles muertes fuera la memos dramática.
No lo pensó más y cogiendo fuerzas de donde no las había, arrastró su cuerpo, porque sus piernas no le respondían y reptó hacia la vida.
Comenzó a tragar con tanta impaciencia que se le hizo un nudo en la garganta que a punto estuvo de asfixiarle. Comprendió que tenía que tomárselo con más calma. Así lo hizo hasta que se hartó. ¡Que satisfacción sentía! Su cuerpo era otro. Sólo con el agua ya se sentía satisfecho. No se acordaba en aquel momento de que hacía dos días que no probaba líquido ni alimento alguno. Miró a su alrededor algo más confiado y vio como aquel individuo que le había facilitado el agua, removía en una bolsa y sacaba algo. Era otro recipiente que colocó a mitad de la distancia que les separaba, para después volver de nuevo a su lugar de observación.
A pesar de las precauciones adoptadas por el visitante Drino retrocedió unos pasos (ya podía andar). Su olfato, que era muy agudo, captó un olor a carne guisada que no pudo resistir y animado por su estómago que lo acusaba de cobarde, se encaminó al lugar de donde venía aquel olor delicioso que no era otro que aquel de donde se encontraba el recipiente.
Aquello fue una delicia. Si el agua había significado la vida, aquella carne era la gloria. Ya no sintió miedo pues pensó, y con muy buena lógica, que aquel ser que así se comportaba, no podía quererlo mal de ninguna de las maneras. Él, ignoraba que la lógica no es una ciencia exacta y en este caso la ignorancia le favoreció.
Terminado el banquete consideró que era de ser agradecido el rendir pleitesía a su benefactor y con el rabo entre las piernas, en actitud de sumisión se encaminó hacia aquel ser que tan bien lo había hecho con él.
Cándido Verduras Sivestre, pues éste era el nombre del personaje anónimo hasta ahora, lo recibió con una sonrisa que le partía la cara. Drino confiado, le olisqueó los pies y sin pensárselo dos veces se tendió sobre ellos. Así estuvo un gran rato. Satisfecho su cuerpo y confiado su espíritu por la protección de aquel hombre durmió tranquilo un gran rato.
Entre sueños creyó estar en un paraíso. Notó en su cuerpo la brisa de la mañana. Por la parte baja de aquella atalaya donde se encontraba, discurría un encanijado y moribundo arroyuelo que recibía una mínima transfusión de agua, y que a duras penas daba vida a una variada flora en la cual los pájaros encontraban su hábitat. Sus cánticos llegaban diáfanos a los oídos de Drino. Destacaban entre todos ellos el arrullo de las tórtolas, el mensaje telegráfico de las oropéndolas y sobre todo el confiado, melódico y potente concierto de los ruiseñores.
Pasado un gran rato la mano cariñosa de Cándido se posó sobre su lomo, y ambos se miraron tiernamente. Cándido hablándole con voz suave le preguntó sobre el por qué de su situación y Drino que entendía perfectamente el idioma humano, le contestó en el suyo, que era ladrar.
No hace falta que me ladres. (Le interrumpió Cándido). Sólo necesito que me mires a los ojos, ellos se encargarán de transmitirme tus pensamientos.
En aquel momento vino a la mente del pequeño el recuerdo de la Sra. Amparo. El día aquel en que a través de los ojos de aquella buena mujer leyó en el pensamiento de un ser humano, y ahora se preguntaba por qué no pudo hacer lo mismo con el resto de sus amos.
Cándido que ya estaba en actitud receptiva, captó su pensamiento y le tranquilizó diciéndole:
No sé si en alguna ocasión te habrás comunicado con algún ser humano a través de tus ojos sin necesidad de ladrar, pero si lo has hecho, sólo ha podido ser con seres que de verdad te comprendían y te querían. Para Drino con aquella frase quedaba todo aclarado.
Drino se situó frente a Cándido, en posición de sentado, es decir, las patas traseras, el culito y el rabo apoyados sobre el suelo y las delanteras libres hacia abajo.
A partir de ahí todo fue un diálogo interrumpido sólo por el parpadeo de los ojos de Drino que de vez en cuando necesitaban lubricarse.
Así comenzó su relato:
-Yo nací en una casa de campo. Formaba parte de una camada de cinco hermanos. Era muy feliz protegido por mi madre y acompañado por mis hermanos. Me duró poco aquella felicidad. De las ubres calientes y fértiles de mi madre, de forma inesperada pasé a beber leche en un recipiente de plástico. Un mal día, sin saber porqué, de aquél lugar espacioso de la casa de campo pasé a una caja de cartón en una habitación pequeña y oscura .¡Qué diferencia de aquella mansión a la jaula de mi nueva residencia, con tres o cuatro ventanas y por si fuera poco, no daban a la calle, a la tierra, si no al vacío! Un día, estando abierta la más grande de aquellas ventanas la curiosidad me hizo asomarme. Me llevé un susto tremendo. Me había asomado creyendo estar a ras de tierra y cuando comprobé la altura que me separaba de ella, retrocedí asustado y ya nunca más volví a asomarme por aquel hueco.
Mi nuevo hogar lo formaban, la abuela, el matrimonio y una criatura llamada Comotú. Los padres paraban poco en la casa: ambos trabajaban fuera. La abuela que apenas si podía con su cuerpo era quien tenía que hacer frente a todos los trabajos de la casa.
Me resultó muy duro adaptarme a mi nueva vida. En principio perdí las ganas de comer, pero poco a poco las fui recuperando. Comotú me cuidaba en exceso. Muchas noches me acostaba en su cama. A su abuela no le gustaba. Era la más rebelde de la familia. A decir verdad, a mí tampoco me gustaba dormir con ella, pero, ¿quién era yo para opinar?
Pronto me di cuenta de que Comotú era demasiado absorbente y conseguía todos los caprichos a fuerza de protestas y malos modos.
Pasada la fiebre de la novedad Comotú comenzó a darme de lado y muchos días no me sacaba a la calle a hacer mis necesidades.
Un día que yo tenía la barriguita descompuesta y no me había podido sacar la abuela a la calle porque a la pobre no le daba tiempo de acudir a todas partes, me hice pipí y caca en un rincón. De momento nadie lo notó pero al pasar las horas, por la tarde cuando llegó el matrimonio descubrieron las causas de aquel mal olor que notaron al entrar y después de reprender a la anciana por no sacarme a la calle, me castigaron físicamente.
Aquello no era como al principio –proseguían relatando los ojos de Drino-. Recuerdo aquel día. Era de los primeros de mi estancia en aquella casa, cuando jugando panza arriba con Comotú, al hacerme cosquillas en la pirula no pude resistirlo y lancé un chorro de pipí que en nada envidiaba al famoso Manneken Pis. Aquello fue una fiesta. Era fin de semana y estaba la familia al completo. Comotú al ver mi travesura gritó de alegría acudiendo sus padres que aplaudieron aquella ocurrencia. La abuela no se alegró tanto. Yo sin comprender la causa pensaba que no le caía bien a aquella anciana que portaba un cubo y una fregona y comenzó a limpiar la humedad producida por aquellos orines.
Fue otro fin de semana. Domingo por la mañana. Era ya muy tarde. Las doce del mediodía. Todos dormían excepto la abuela y yo. La noche anterior debió ser muy ajetreada para el trío y volvieron de madrugada. Yo que había dormido un rato con Comotú pude zafarme de sus brazos y salté al suelo. Me dolía todo el cuerpo de tanto dormir y además tenía ganas de hacer caca. No recordaba ya el tiempo que llevaba sin hacerla. La abuela ya estaba cancaneando por aquella jaula cerrada al exterior para evitar que los rayos solares interrumpieran con su claridad el descanso de sus moradores. Era digno de admiración el comprobar cómo aquella silenciosa mujer lo tenía todo limpio y ordenado. A mí, a pesar de ser un animal irracional, mi instinto me advertía de que no debía ensuciar, pero, ¿qué hacer? Ya está, -me dije-, apretaré el culito hacia adentro y echaré la caca por la boca en el cubo de fregar. Lo intenté varias veces pero la idea no daba resultado. Así pues, desistí de mi intento.
Pasaron los minutos, que para mí fueron horas y las horas tan largas que se me antojaron días. Si al menos Comotú se despertase – me decía- y me sacase a la calle. Aquello era como soñar despierto. Todos dormían a pierna suelta, y quien sabía hasta cuándo. Yo mientras tanto me retorcía de dolor. Me faltaban las fuerzas para seguir contrayendo mi culito y, mi vientre más que un vientre era un globo que se inflaba cada vez más. No pudiendo resistir más ventoseé con tal fuerza que como si de un disparo de escopeta se tratara sembré de “ perdigones” el Salón que la abuela terminaba de fregar.
Un grito de sorpresa de la anciana despertó a los durmientes que se lanzaron aterrados de la cama creyendo que algo grave había ocurrido. Al comprobar la siembra de pelotitas que había desparramado por el suelo, padres y retoño irrumpieron en una risa que les duró un gran rato arrastrando en su fiesta a la abuela que quizás algo forzada les siguió la corriente. Yo no salía de mi asombro. ¿Cómo era posible? Yo que había estado tanto tiempo aguantando, que casi reviento de dolor, y al final aquello terminó en una fiesta. Es curioso –me repetía- la vida es una caja de sorpresas. ¡Lo que me queda por aprender!
Otra cosa muy distinta fue el incidente de la bañera. Fue la primera y única vez que Comotú me bañó y ocurrió de la siguiente forma: Una mañana antes de ir al colegio su abuela le había preparado el baño. Comotú se había levantado de caras largas y para fastidiar a la anciana le dijo que no se bañaba si yo no lo hacía en su compañía. La abuela no se lo permitió en principio pero cansada ya del monstruíto me cogió por el lomo y me lanzó a la bañera al tiempo que gritaba: “¡a ver si os ahogáis!, así podré descansar”. Yo, al verme inesperadamente en el agua me llevé un gran susto, pues jamás me había visto en una balsa tan grande y creí que me ahogaría pero no fue así. Sin saber por qué, sin haber aprendido a nadar me mantenía a flote. Comotú también se dio cuenta y metiéndose también en la bañera le dijo a su abuela: -mira abuela que gracioso, un juguete de carne y hueso y que además nada. Seguro que también bucea. Y cogiéndome por el lomo me introdujo en el fondo del baño. Las pasé canutas. Creí que aquel iba a ser el último día de mi vida en este mundo. Traté de deshacerme de aquella mano monstruosa que me aprisionaba y en un impulso de desesperación, al tropezar con el cuerpo de Comotú le arañé y dando un grito me lanzó fuera, dándome un mamporro en la cabeza que me dejó sin sentido.
Como ya dije, fue el primero y único baño que me dio Comotú. Desde aquel día no quiso saber nada de mi. A partir de entonces mi presencia en aquella casa, de no ser por la buena de aquella anciana, que en un principio me cayó un tanto “gorda” mi vida hubiese sido un desastre. Nadie se preocupaba de mi. Nadie me cuidaba. Nadie me daba de comer ni de beber. Nadie me acariciaba. Sólo la abuela, que supe que se llamaba Amparo, fue quien se preocupó de mi. Mi Comotú me ignoraba o me maltrataba diciendo que me iba a cambiar por un gatito, ya que éstos no se bañan y así no correría el riesgo de que le arañase en la bañera.
Por el comportamiento de mis amos intuía que mis días en aquella casa estaban contados. Aquel monstruíto era mucho monstruo y sus padres se lo consentían todo. Hace días que noté que el ambiente estaba un tanto enrarecido. La señora Amparo estaba más triste aún de lo acostumbrado y en más de una ocasión discutió con el resto de la familia. En una de sus frases de protesta escuché –“¿abandonar en las afueras?”.
Se acercaba la fecha de las vacaciones. A las de los padres me refiero porque Comotú hacía días que las había comenzado.
Un día que nos encontrábamos solos la abuela y yo, ésta no paraba de preparar paquetes y la pobre, cansada se sentó en un sillón. Yo, de forma disimulada me acerqué a ella y me eché en el suelo reluciente y fresquito. Le miré a los ojos y mi sorpresa fue enorme al comprobar que a través de ellos podía captar lo que estaba pensando. ¡Qué maravilla! ¿Cómo era posible aquello? Sin necesidad de escuchar su voz, con mirarla a los ojos captaba su pensamiento.
-“¿Por qué me decidí a dejar mi casa?, Allí yo vivía sola, es cierto, pero tranquila e independiente. A nadie tenía que cuidar, ni a nadie dar explicaciones de mis actos. Todo me lo pintaron de color rosa y abandoné mi casa en la cual era la señora, para pasar poco a poco a  ser la criada de mi propia familia. Ya sé que no puedo dar marcha atrás y tendré que seguir hasta que el cuerpo aguante y cuando ya no pueda más me encomendaré a Dios. Cuando este chucho llegó, lo recibí con acritud porque sabía que al final, o mejor dicho, desde el principio, sería una carga más para mi, sin embargo, ahora me da pena y no quisiera separarme de él. Al llegar a este punto, los ojos de la anciana que miraban fijos hacia mí se inundaron de lágrimas. Debido a este incidente la comunicación quedó interrumpida y la intriga y la preocupación invadieron todo mi ser, porque, ¿qué había querido decir aquella buena mujer con “no quisiera separarme de él”?
Aquí Drino dio por terminado su relato y Cándido tomó la palabra-silenciosa:
Esta mañana cuando te encontré aquí abandonado y después de alejarme, no podía quedarme tranquilo, pues mi conciencia me acusaba de no estar comportándome como era debido. Por eso he vuelto y lo he hecho provisto de agua y comida pues, comprendí que era la mejor manera de ganarme tu confianza, y como ves, la idea surtió efecto. Ahora que ya somos amigos, no quiero que entre nosotros haya malas interpretaciones. Lee pues con atención lo que voy a decirte. Yo vivo en un piso de pequeñas dimensiones. Quizás más pequeño que aquel de donde vienes y por lo tanto nunca quise tener animales el él. Es mi manera de proceder y no pienso cambiar. Quiero decirte con ello que no debes hacerte a la idea de que vaya a adoptarte, y que mi propósito es llevarte al centro de acogida de animales. Ya sé que no es el lugar más atrayente para vivir, pero si somos realistas tampoco es el peor. Muchos perros que viven con seres que los maltratan se sentirían felices de estar allí. A no ser que prefieras vagabundear errante por la vida. Al escuchar esta frase al pequeño se le erizó toda su pelambre pues no podía olvidar aquellas dos noches y aquel día tan terroríficos que había pasado.
Yo haré lo que tú dispongas. Todo menos quedarme aquí. Haré cualquier cosa menos correr aventuras. No soporto la soledad ni quiero volver a pasar sed y hambre. -Bien, entonces pongámonos en marcha.
Cándido no le había dicho toda la verdad a Drino respecto a su futuro. Le resultaba demasiado duro el tener que decirle que los animales que ingresaban en la perrera, al cabo de unos días si no eran recogidos por sus dueños o adoptados por alguien, eran “dormidos” con una inyección eutanásica.
El pobre animal, más tranquilo por la mentira piadosa de su acompañante, caminaba observando el paisaje y le parecía que se había transformado. ¡Cuánta luz! Y qué arboleda tan exuberante: La esbeltez de los pinos, la majestuosidad de las encinas y alcornoques, la uniformidad de los olivos formando filas como un regimiento de paz. Aquella retama que por un capricho de la Naturaleza había retrasado su floración ofreciendo sus penachos de oro perfumado. La embriaguez del tomillo, el romero y la salvia. Las hojas nuevas de las chumberas con sus peinetas de almíbar. Aquellas pitas que llegado el final de su existencia ofrecían en sus lanzas enhiestas la perpetuación de su especie.
Cándido por el contrario, en aquel momento veía sólo lo negativo: el abandono y suciedad en que se encontraba el extrarradio de la ciudad. Verdaderamente era una pena. Escombros y basuras por todas partes. Leía con amarga ironía algún cartel que advertía: “prohibido verter escombros bajo multa de…” ¿Quién ponía aquellos anuncios allí? Y para qué servían? Él no sabía de nadie que hubiese pagado una multa por tal acción. No había más que ver una o dos casas habitadas e incluso alguna venta para comprobar que allí mismo se producía un basurero. ¿Quién tenía la culpa de aquel abandono? Sin lugar a dudas, muchas de las personas que así se comportan son las mismas que a nivel de rivalidad regional ponen a su ciudad por las nubes en defensa de la belleza y la hermosura. ¡Qué incongruencia! ¡Qué pena!
Pena le daba a Drino ver a su acompañante tan deprimido.
Habían andado algo más de un kilómetro por la carretera de regreso a la ciudad y llegaron a un punto en que ésta se convertía en calle. A ambos lados se ofrecían una hilera de casas achaparradas, enraizadas a la tierra como negándose a crecer hacia arriba. Todas blancas, enjalbegadas de cal y jazmines y con sus terrazas repletas de plantas y flores.
Caminaban despacio por la acera y, llegados a la puerta de una vivienda vieron a una señora mayor pero no decadente, que se afanaba en el cuidado de su jardín. Cándido la saludó pronunciando su nombre: -¡Hola , Aurora, ¿Cómo estás, hija? ¡Hola "padre"! Le contestó sonriente y desenfadada la anciana. ¿Qué, ya vienes de inspeccionar el campo, ¿no?... ¡Qué sería de éste sin ti!
A Cándido le extrañó mucho que Aurora estuviese sola. Siempre estaba acompañada de su inseparable "Canela". ¿Qué pasaba, o qué había podido pasar?
-¡Anda, entra, no te quedes ahí parado como una estatua! Pasa que tengo faena para ti. Cándido le obedeció , y asegurándose de que Drino entraba también pasó al interior de la casa.
Aurora siempre tenía faenas para Cándido. Todos los pequeños deterioros se los subsanaba. Ella le decía (y no sin razón) que era un manitas.
Hoy se trata del fregadero. Las juntas del desagüe, que como sabes son de plástico, de viejas que son se han grieteado y he comprado unas nuevas para que tú las pongas. Te iba a avisar por teléfono pero como sé que pasas por aquí con frecuencia y no es cosa urgente, lo he ido dejando. -"Tú lo que quieres es ahorrarte hasta la llamada", -dijo Cándido- no piensas más que en ahorrar, menos mal que al final me dejarás a mí la herencia. Los dos se rieron y “El manitas” comenzó su faena.
Menos la verja, que estaba cerrada, la casa estaba abierta de par en par. En el transcurso de la reparación, Cándido, al comprobar que Canela no aparecía por ninguna parte, intrigado, le preguntó a su anfitriona por ella. La buena de Aurora, con lágrimas en los ojos le explicó que debido a su vejez y que además el veterinario le había detectado un cáncer muy doloroso e irreversible se había visto obligada a “dormirla”.
-Fue hace una semana cuando Canela se durmió. Yo todavía creo que está conmigo, a mi lado, acompañándome. No me hago a la idea de que se haya ido. Mira si es así que aún le tengo la cama de “su casa” hecha y sus recipientes limpios con su comida diaria.
Cándido sintió una pena infinita por aquella buena mujer. Sabía cuanta unión había entre aquellos dos seres y cuanto se necesitaban el uno al otro.
-Para que compruebes que lo que te digo es cierto, pasa conmigo al patio. - No dudaba de las palabras de su amiga pero acordándose de Drino la siguió.
¡Pero bueno,! ¿qué me pasa? ¿Cómo es posible que haya limpiado los recipientes del agua y la comida y no los haya repuesto? La verdad es que me estoy haciendo mayor. Cándido comprendió rápidamente lo que había ocurrido. Miró hacia la caseta de Canela y comprobó que no se había equivocado, dentro de ella, enroscado en el centro, podía verse a Drino durmiendo apaciblemente.
-No te estás haciendo mayor, estás muy joven y muy guapa,- le contestó Cándido divertido. Mira el regalo que tengo para ti dentro de la casa de tu Canela. Aurora no daba crédito a lo que veían sus ojos. ¿quién era aquel perrito? y cómo había llegado allí?
Cándido le relató aquella historia dramática y cuando terminó se fue hacia la caseta para despertar al pequeño y presentárselo a su amiga. –No, por favor, déjalo dormir tranquilo, que descanse el pobre animal, ya tendré tiempo de conocerlo detenidamente porque este pequeño no saldrá de esta casa si no es para pasear conmigo. Cándido, emocionado, de una forma espontánea cogió a su amiga con sumo cuidado por la parte posterior de su cabellera con ambas manos y atrayéndola hacia él le dio un beso profundo en la frente. ¡"Qué problema más grande le había resuelto aquella buena mujer"! Salieron a la terraza los dos y Cándido que hasta aquel momento lo había visto todo negro se maravilló de aquel jardín tan cuidado que disfrutaba su amiga. ¡Qué variedad de plantas y de flores!: geranios, gitanillas, gladiolos, pascueros,.. rosales, ¡qué variedad de rosas! Y los dos jazmines en los laterales, que ocupaban toda la fachada.
-Toma las tijeras y corta unas rosas que ya sé que son tu debilidad. No se hizo rogar el invitado y, eligiendo las más frescas cogió dos de cada color: Nevado, limón, de su color, naranja, amapola, sangre… Llegado a este punto Cándido recordó el bello y conciso poema de Juan Ramón Jiménez, que tanto le gustaba:
“No la toques ya más que así es la rosa”.
Una docena de rosas frescas tenía nuestro amigo en sus manos a las que agregó un par de gladiolos  blancos que Aurora le ofreció diciéndole: -"toma este par de gladiolos, que se complementan muy bien con las rosas si pones el ramo en un jarrón".
¡Qué felicidad la de los tres protagonistas de este relato: Drino durmiendo apaciblemente en su casa. Aurora recuperada de su soledad y Cándido, satisfecho del deber cumplido, se despedía hasta el día siguiente, pues había quedado citado con su amiga para llevar al pequeño al veterinario para registrarlo en el censo canino y poner toda la documentación en regla. A partir de ahora Drino dejaría de ser un “sin papeles”, un indocumentado.
Puntualmente, a la hora señalada, los tres personajes se encaminaron a la consulta veterinaria. Drino, todo limpio, muy aseado, con los pelos del lomo erizados hacia arriba porque en esa zona los tenía muy rebeldes, iba de la mano de su ama y amiga conectado a través del arnés y la correa que había heredado de Canela; Aurora con un vestido que le llegaba hasta los tobillos, en fondo blanco y todo él rameado de buganvilias, cogida del brazo de Cándido, que vestía pantalón negro, zapatos a juego y camisa malva. Para ellos era un día grande. Las tres generaciones vestidas de fiesta caminaban en silencio musical: La madre adoptiva, el ahijado y el anietado.
Fue Cándido quien en un momento determinado rompió el silencio para preguntar a Aurora con qué nombre pensaba “bautizar” al infante. –Siguiendo la tradición –contestó Aurora, como a Canela le puse ese nombre por su color, al pequeño por el suyo que es endrino, para simplificar le pienso poner Drino, ¿Qué te parece? -Por mí encantado –le respondió Cándido-, es muy cortito, suena muy bien y lo considero original. Drino al escuchar su nombre pensó en un tono irónico: Menos mal que no me han cambiado el nombre, porque si a estas alturas de mi historia lo hacen, a mi creador que me ha nombrado más de veinte veces, (veintiuna, para ser exactos), que ha perdido el sueño, que habla conmigo a todas horas, que por estar acostumbrado sólo a producir pequeños poemas se ha sentido desbordado y aturdido, si ahora tuviera que rectificar nombres y dar nuevas explicaciones, aparte de que se ha familiarizado y encariñado con él, le da algo malo, y la verdad es que yo lo sentiría infinito porque si en principio pensó que lo más lógico y real sería darme un final dramático, ha tenido la paciencia de buscar otra solución para que mi drama termine y se convierta en una historia de paz y felicidad, cosa que le agradeceré eternamente.
Después de esta reflexión, vino a su mente el recuerdo de la señora Amparo. Cuál sería el final de aquella buena mujer cuando no fuese útil a aquella pareja de egoístas e irresponsables ni a aquel repelente monstruíto llamado… ¿Comotú?

VICTORIANO ORTS COBOS.

(Re)visado el día 10 de octubre de  2016.

domingo, 13 de junio de 2010

LA NATURALEZA.

LUIS CERNUDA.

Le gustaba al niño ir siguiendo paciente, día tras dia,
el brotar oscuro de las plantas y de las flores.La apa-
rición de una hoja, plegada aún y apenas visible su
verde traslúcido junto al tallo donde ayer no estaba,
le llenaba de asombro, y con ojos atentos, durante
largo rato, quería sorprender su movimiento, su
crecimiento invisible, tal otros quieren sorprender
en el vuelo, cómo mueve las alas el pájaro.

Tomar un renuevo tierno de la planta adulta y sem-
brarlo aparte, con mano que él deseaba de aire
blando y suave, los cuidados que entonces requería,
mantenerlo a la sombra los primeros días, regar su
sed inexperta a la mañana y al atardecer en tiempo
caluroso,le embebecían de esperanza desinteresada.

Qué alegría cuando veía las hojas romper al fin, y su
color tierno, que a fuerza de transparencia casi pare-
cía luminoso, acusando en relieve las venas, oscure-
cerse poco a poco con la savia más fuerte. Sentía como
si él mismo hubiese obrado el milagro de dar vida, de
despertar sobre la tierra fundamental, tal un dios, la
forma antes dormida en el sueño de lo inexistente.
**********


domingo, 6 de junio de 2010

VENCEJOS.

Navío sideral de pluma y viento,
cometa endrino del Big Beng parido,
del columpio del cielo suspendido,
dominador astral del firmamenato.

Veloz, casi de luz tu movimiento,
al vacío lo tienes constreñido,
en ti la gravedad nunca ha existido,
sanitaria legión sin desaliento.

Llegaste según Darwin en una ola
de la mano del hombre hacia la playa;
gemelos, desvalidos, como infantes.

En la playa aturdido el hombre rola;
al cosmos elevastes tu atalaya;
En el zul parirás hijos triunfantes.
**********
Victoriano Orts Cobos.
(Re)visado el día 12 de septiembre de 2016.

lunes, 10 de mayo de 2010

EL LAMENTO DEL ABUELO

EL LAMENTO DEL ABUELO

Recorrí en su entorno los primeros trece mil millones de kilómetros de los sesenta y cinco mil que ya he recorrido en esta Nave Sideral, perfecta y enigmática.

No lo recuerdo por el hecho clásico del anciano tierno y cariñoso que te relata cuentos, historias y vivencias.

Tenía una diminuta parcela, vallada por chumberas, con diez o doce olivos, un par de granados y similar número de higueras. Este capital, unido a las dos o tres pesetas diarias de su raquítica pensión, era el premio arrancado a una vida de sufrimientos y privaciones.

El abuelo Francisco era ya muy viejo. Yo lo recuerdo siempre muy mayor y achacoso. En sus años de salud debió ser un hombre fuerte. aun en su vejez. A pesar de que caminaba algo encorvado y apoyado un bastón, su figura causaba respeto por su firmeza de carácter. Al mirar te ofrecía unos ojos aceitunados grandes y brillantes. Al abrir la boca para amonestarte,  (no recuerdo su sonrisa), su dentadura amarillenta se alineaba completa. Las arrugas de su rostro, semejaban surcos de un campo arado por potentes y tranquilos bueyes. Su nariz, generosa, parecía trasplantada de la piel de un paquidermo. Sus cejas, corridas, muy pobladas, conseguían mantener la frescura y la humedad de aquellos dos hermosos azabaches. Su frente, amplia, hacía de fachada a una cabellera fuerte y espesa de color ceniciento, casi blanco; que a su vez daba sombra a un cerebro que durante casi un siglo, día a día, hora a hora, pensó y sufrió demasiado.

Arrastraba su vejez el abuelo con mala resignación. Lo confirmaban sus lamentos y a veces, su casi llanto. Su mayor desgracia había sido la pérdida de su hijo menor en aquella guerra "incivil" de 1936.
Yo, que le hice alguna trastada quitándole granadas y alguna que otra breva, no puedo ni quiero olvidarlo. Lo recuerdo sentado en invierno y primavera en la recacha que él mismo se construyó con cañas y ramas bajas de olivo, tomando como base el tronco de la higuera de brevas de piel morada y grieteada pulpa roja y sabor más que a miel , que tenía frente a la puerta de su casa.

Allí, en aquella POCATORTA de mi infancia, rodeado de olivos sordos a su dolor, consumía gran parte del trozo de sufrimiento que le quedaba. De allí partían los lamentos y las iras de un ser que habiendo hecho sólo una cosa: trabajar para los suyos, se reprochaba a si mismo la forma en que había repartido su poca hacienda y su mucho amor, dando a unos -según decía- lo que debió dar a otros.

En sus lamentos-iras, lanzaba una patética frase que se borrará de mi mente cuando mi cerebro deje de funcionar: "¡Me cago en...,! ¡¡Dios me perdone!!"

A veces, la ira superaba al lamento, y los puntos suspensivos, la coma, los signos interiores de exclamación y el perdón se asustaban tanto que no osaban traspasar su garganta.

VICTORIANO ORTS COBOS.

(Re)visado el día 11 de octubre de  2016.


domingo, 9 de mayo de 2010

NIÑOS ESTUDIOSOS

Hurgando en "el baúl de los recuerdos literarios", doy con un librito. Un "incunable", escrito el día 26/1/81. por un niño de 8 años.
El libro, titulado "Niños Estudiosos" comprende un total de doce páginas, incluyendo la portada y la contraportada, y unas medidas de 20 cm. de alto por 12 de ancho.
Al releerlo, después de veintinueve años de olvido, he sentido una dulce sensación y no he podido evitar una sonrisa y una alegría infinitas, y he considerado que es digno de figurar en unlugar de HONOR en este humilde blog.
Como no he pedido permiso a su autor para reproducirlo, a su término sólo pondré sus iniciales, omitiendo el nombre completo, no vaya a ser que me demande por injerencia en su "Copyright".
**********

NIÑOS ESTUDIOSOS

Para ser niños estudiosos, hay que seguir
reglas. Yo que tengo un diploma lo digo y
lo escribo en este librito.
Seguir estas instrucciones:

1º. Obedecer a la señorita o porfesor.

2º. Atender al profesor o a la señorita.
3º. Portarse bien, o mejor: muy bien.
4º. No pelearse en clase ni en el recreo,
porque se lo dirían a un profesor o a una
señorita, o peor, al director.
5º. No hablar alto en clase si tienes que
hacer algo.
6º. Si has terminado no molestes a los
demás si no han terminado.
7º. No insultar ni decir picardías ni en
recreo ni en clase porque es una falta de
educación. Además, se lo pueden decir a
un profesor, una señorita , o algo peor,
al director.
8º. No hablar en medio de una cuenta,
te equivocarías seguramente.
9º. No levantarse de su sitio.
10º. No insultar a la señorita o profesor
y menos al director si quieres seguir en
el colegio.
11º. No jugar en clase.
12º. No tirarse cosas, podríais daros en
un ojo.

13º. No escupir ni en clase ni en el recreo.
14º. Escribir tranquilo pero esto no quiere
decir tardar cuatro horas en hacer una
letra o un número, o sea, escribir normal.
15º. No achuchar en fila ni fuera de la fila.
16º. No gritar ni a la señorita o profesor,
aunque sea de otro curso y menos al
director.
**********
A mi padre con el cariño de su hijo.
F-M. O. R. 26-1-81.
FIN
**********
(Re)visado el día 12 de septiembre de 2016.

sábado, 17 de abril de 2010

ALMA AUSENTE

FEDERICO GARCÍA LORCA

No te conoce el toro ni la higuera,
ni caballos ni hormigas de tu casa.
No te conoce tu recuerdo mudo
porque te has muerto para siempre.

No te conoce el lomo de la piedra,
ni el raso negro donde te destrozas.
No te conoce tu recuerdo mudo
porque te has muerto para siempre.

El otoño vendrá con caracolas,
uva de niebla y montes agrupados,
pero nadie querrá mirar tus ojos
porque te has muerto para siempre.

Porque te has muerto para siempre,
como todos los muertos de la Tierra,
como todos los muertos que se olvidan
en un montón de perros apagados.

No te conoce nadie. No. Pero yo te canto.
Yo canto para luego tu perfil y tu gracia.
La madurez insigne de tu conocimiento.
Tu apetencia de muerte y el gusto de su boca.

La tristeza que tuvo tu valiente alegría.
Tardará mucho tiempo en nacer, si es que nace
un andaluz tan claro, tan rico de aventura.
Yo canto su elegancia con palabras que gimen
y recuerdo una brisa triste por los olivos.
**********

CUERPO PRESENTE

FEDERICO GARCÍA LORCA

La piedra es una frente donde los sueños gimen
sin tener agua curva ni cipreses helados,
La piedra es una espalda para llevar al tiempo
con árboles de lágrimas y cintas y planetas.

Yo he visto lluvias grises hacia las olas
levantando sus tiernos brazos acribillados,
para no ser cazadas por la piedra tendida
que desata sus miembros sin empapar la sangre.

Porque la piedra coge simientes y nublados,
esqueletos de alondras y lobos de penumbra;
pero no da sonidos, ni cristales, ni fuego,
sino plazas y plazas y otras plazas sin muros.

Ya está sobre la piedra Ignacio el bien nacido.
Ya se acabó; ¿que pasa? Contemplad su figura:
la muerte le ha cubierto de pálidos azufres
y le ha puesto cabeza de oscuro minotauro.

Ya se acabó. La lluvia penetra por su boca.
El aire como loco deja su pecho hundido,
y el Amor, empapado con lágrimas de nieve,
se calienta en la cumbre de las ganaderías.

¿Qué dicen? Un silencio con hedores reposa.
Estamos con un cuerpo presente que se esfuma,
con una forma clara que tuvo ruiseñores
y la vemos llenarse de agujeros sin fondo.

¿Quién arruga el sudario? ¡No es verdad lo que dice!
Aquí no canta nadie, ni llora en el rincón,
ni pica las espuelas, ni espanta la serpiente:
aquí no quiero más que los ojos redondos
para ver ese cuerpo sin posible descanso.

Yo quiero ver aquí los hombres de voz dura.
Los que doman caballos y dominan los ríos:
los hombres que les suena el esqueleto y cantan
con una boca llena de sol y pedernales.

Aquí quiero yo verlos. Delante de la piedra.
Delante de este cuerpo con las riendas quebradas.
Yo quiero que me enseñen donde está la salida
para este capitán atado por la muerte.

Yo quiero que me enseñen un llanto como un río
que tenga dulces nieblas y profundas orillas,
para llevar el cuerpo de Ignacio y que se pierda
sin escuchar el doble resuello de los toros.

Que se pierda en la plaza redonda de la luna
que finge cuando niña doliente res inmóvil;
que se pierda en la noche sin canto de los peces
y en la maleza blanca del humo congelado.

No quiero que le tapen la cara con pañuelos
para que se acostumbre con la muerte que lleva.
Vete Ignacio: No sientas el caliente bramido.
Duerme, vuela, reposa: ¡También se muere el mar!

Federico García Lorca, 1935.

jueves, 1 de abril de 2010

SONETO CON ESTRAMBOTE.

MIGUEL DE CERVANTES
Alcalá de Henares 1547.
Madrid 1616.

-"¡Voto a Dios que me espanta esta grandeza
y que diera un millón por describilla!
Porque ¿a quién no suspende y maravilla
esta máquina insigne, esta riqueza?

Por Jesucristo vivo, cada pieza
vale más de un millón, y que es mancilla
que esto no dure un siglo, ¡oh, gran Sevilla!
Roma triunfante en ánimo y nobleza.!

Apostaré que el ánima del muerto,
por gozar de este sitio, hoy ha dejado
la gloria donde vive eternamente."

Esto oyó un valentón y dijo: -"Es cierto
cuanto dice voacé, seor soldado.
Y el que dijere lo contrario , miente"

Y luego, incontinente,
caló el chapeo, requirió la espada,
miró al soslayo, fuése, y no hubo nada.
**********

miércoles, 31 de marzo de 2010

JUAN BOSCÁN.
Barcelona 1493. Perpiñán 1542.

Soneto LXI

Dulce soñar y dulce congojarme,
cuando estaba soñando que soñaba;
dulce gozar con lo que me engañaba,
si un poco más durara el engañarme;

dulce no estar en mí, que figurarme
podía cuanto bien yo deseaba;
dulce placer, aunque me importunaba
que alguna vez llegaba a despertarme:

¡oh sueño, cuánto más leve y sabroso
me fueras si vinieras tan pesado
que asentaras en mí con más reposo

!Durmiendo, en fin, fui bienaventurado,
y es justo en la mentira ser dichoso
quien siempre en la verdad fue desdichado.

sábado, 27 de marzo de 2010

TARJETA ROJA

TARJETA ROJA
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Artículo publicado en el DIARIO SUR
Sección "Cartas al Director"
Miércoles 24/03/10. por:

ISABEL PAVÓN VERGARA, MÁLAGA.
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Me gusta el video que el Ministerio de
Igualdad ha sacado contra los agresores
de mujeres. Como ustedes saben, la
campaña se llama "Saca tarjeta roja al
maltratador". Roja, tan roja como la
sangre derramada de tantas esposas,
novias, compañeras y amigas.

En él participan una treintena de artistas.
Sé que servirá para que los ciudadanos
de a pie, lejos de los escenarios de los
teatros pero dentro del tablao de la vida,
nos terminemos de concienciar en el no
silencio de los casos que podamos conocer.
Porque el silencio es tan rojo como la sangre.
El silencio duele tanto como la sangre. El
silencio quiere decir en la mayoría de los
casos miedo, porque el miedo lleva al
silencio..., "y el miedo aturde. Yo creo que
el miedo mata más gente que el valor" y
podemos evitarlo. Porque nuestro trabajo
es en sociedad, no aislado de cada cual. La
valentía se ejercita y se consigue. Hay que
dar la cara, sacar tarjeta roja para evitar
que los criminales sigan actuando y sintiendo
que actúan con derecho.

El hombre que maltrata a una mujer no es
hombre. La mujer que es maltratada ha
dejado de ser mujer.

ISABEL PAVÓN VERGARA, MÁLAGA.
**********

Es un honor para mí traer a este blog
el pensamiento y la actitud valiente
de esta mujer, a la cual no tengo la
satisfacción de conocer.
**********
Victoriano Orts Cobos.
(Re)visado el día 12 de septiembre de 2016.

viernes, 26 de marzo de 2010

FELICIDADES

A Loli Gutiérrez Falcón
Y Loli Muriano Domínguez.
................................................

Que el Santo de Vuestro Día
(si es que existe...,Santa en este caso)
os proteja y acampañe por el camino,
no del dolor de vuestro nombre, sino
de la alegría y la belleza que portáis
en vuestro comportamiento diário.

Que este viernes no sea de dolores,
sino de gozo en esta primavera
naciente y, que el aroma del azahar
que envuelve a esta "Ciudad del paraíso"
os enbriague a vosotras.

Un beso para las dos. O sea, medio
para cada una. No olvidemos que
estamos en crisis.

Victoriano.
**********
(Re)visado el día 12 de septiembre de  2016.

lunes, 22 de marzo de 2010

SOLEDAD

Rabindranath Tagore.
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Sentado en la puerta de mi cabaña
canto en voz baja.
La mañana, a mis pies, me mira
con sus puros ojos de doncella.
Por el camino ríen y cantan los enamorados.
¡Y nadie viene a acompañarme!

Sentado a la puerta de mi cabaña sueño
a las nubes.
El mediodía me contempla con sus quietos
ojos.
En la floresta dorada se miran los amantes.
¡Y nadie viene a acompañarme!

Sentado a la puerta de mi cabaña callo,
nostálgico.
La tarde me mira con sus ojos de cervato.
Hacia el río, en la penumbra morada,
se esfuman las parejas.
¡Y nadie viene a acompañarme!

Sentado a la puerta de mi cabaña suspiro
y estoy triste.
La noche me mira con sus ojos estrellados.
En el aire cálido palpitan besos y caricias.
¡Y nadie viene a acompañarme!

domingo, 21 de marzo de 2010



A UNA ROSA

Sor Juana Inés de la Cruz.


Rosa divina, que en gentil cultura
Eres con tu fragante sutileza
Magisterio purpúreo en la belleza,
Enseñanza nevada a la hermosura.

Amago de la humana arquitectura,
Ejemplo de la vana gentileza,
En cuyo ser unió naturaleza
La cuna alegre y triste sepultura.

¡Cuán altiva en tu pompa, presumida,
soberbia, el riesgo de morir desdeñas,
y luego desmayada y encogida.

De tu caduco ser das mustias señas!
Con que con docta muerte y necia vida,
Viviendo engañas y muriendo enseñas.

GOTAS DE ROCÍO

GOTAS DE ROCÍO

Gibrán Jalil Gibrán. Becharre,
Líbano 1883. Nueva York 1931.

La imagen del sol de la mañana
en las gotas de rocío, no es menos
que el sol.

El reflejo de la vida en tu alma
no es menos que la vida misma.
Una gota de rocío refleja la luz
porque es una con la luz.

Y tú reflejas la vida, por que tú
y la vida sóis una.

Cuando la obscuridad te cubre
dices:
"Esta obscuridad es el amanecer
no nacido.

"Y aunque el saber del hijo de
la noche me envuelva y el nacer
del hijo de la noche me llegue,
así nacerá en mí el amanecer,
como nace en las colinas y en
los valles".

Una gota de rocío que redondea
su esfera en la sombra del lirio, es
como tú mismo recogiendo tu alma
en el corazón de Dios.

Dirá una gota de rocío:
"¿Sólo una vez en el milenio
llego a ser una gota de rocío?"

Y no sabe que toda la luz
(de todos los años) brilla en su
círculo.

sábado, 13 de marzo de 2010


SAN JUAN DE LA CRUZ.

En una noche oscura
con ansias en amores inflamada
¡oh dichosa ventura!
salí sin ser notada
estando ya mi casa sosegada,

a oscuras y segura
por la secreta escala disfrazada,
¡oh dichosa ventura!
a oscuras y en celada
estando ya mi casa sosegada.

En la noche dichosa
en secreto que nadie me veía
ni yo miraba cosa
sin otra luz y guía
sino la que en el corazón ardía.

Aquesta me guiaba
más cierto que la luz del mediodía
adonde me esperaba
quien yo bien me sabía
en sitio donde nadie aparecía.

¡Oh noche, que guiaste!
¡Oh noche amable más que la alborada!
¡Oh noche que juntaste
amado con amada,
amada en el amado transformada!

En mi pecho florido,
que entero para él solo se guardaba
allí quedó dormido
y yo le regalaba
y el ventalle de cedros aire daba.

El aire de la almena
cuando yo sus cabellos esparcía
con su mano serena
y en mi cuello hería
y todos mis sentidos suspendía.

Quedéme y olvidéme
el rostro recliné sobre el amado;
cesó todo, y dejéme
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.



¡Oh llama de amor viva,
que tiernamente hieres
de mi alma en el más profundo centro!
pues ya no eres esquiva,
acaba ya si quieres;
rompe la tela de este dulce encuentro.

¡Oh cauterio suave!
¡Oh regalada llaga!
¡Oh mano blanda! ¡Oh toque delicado,
que a vida eterna sabe
y toda deuda paga!,
matando muerte en vida la has trocado.

¡Oh lámparas de fuego
en cuyos resplandores
las profundas cavernas del sentido
que estaba oscuro y ciego
con extraños primores
calor y luz dan junto a su querido!

¡Cuán manso y amoroso
recuerdas en mi seno
donde secretamente solo moras
y en tu aspirar sabroso
de bien y gloria lleno
cuán delicadamente me enamoras!

jueves, 11 de marzo de 2010

Poemas de Garcilaso de la Vega

Cuando me paro a contemplar mi estado
y a ver los pasos por dó me ha traído,
hallo, según por do anduve perdido,
que a mayor mal pudiera haber llegado;

mas cuando del camino estoy olvidado,
a tanto mal no sé por dó he venido:
sé que me acabo, y mas he yo sentido
ver acabar conmigo mi cuidado.

Yo acabaré, que me entregué sin arte
a quien sabrá perderme y acabarme,
si quisiere, y aun sabrá querello:

que pues mi voluntad puede matarme,
la suya, que no es tanto de mi parte,
pudiendo, ¿qué hará sino hacello?

martes, 9 de marzo de 2010



SANTA TERESA DE JESUS.

Vivo sin vivir en mí
Y tan alta vida espero
Que muero porque no muero.
Vivo ya fuera de mí
Después que muero de amor,
Porque vivo en el Señor
Que me quiso para Sí.
Cuando el corazón le di
Puso en él este letrero:
Que muero porque no muero.
Esta divina prisión
Del amor con que yo vivo
Ha hecho a Dios mi cautivo
Y libre mi corazón;
Y causa en mí tal pasión
Ver a Dios mi prisionero,
Que muero porque no muero.
¡Ay, que larga es esta vida,
Qué duros estos destierros,
Esta cárcel y estos hierros
En que el alma esta metida!
Sólo esperar la salida
Me causa dolor tan fiero,
Que muero porque no muero.
iAy, que vida tan amarga
Do no se goza el Señor!
Porque si es dulce el amor,
No lo es la esperanza larga:
Quíteme Dios esta carga
Más pesada que el acero,
Que muero porque no muero.
Sólo con la confianza
Vivo de que he de morir,
Porque muriendo el vivir
Me asegura mi esperanza.
Muerte do el vivir se alcanza,
No te tardes, que te espero,
Que muero porque no muero.
Mira que el amor es fuerte;
Vida, no me seas molesta,
Mira que sólo te resta,
Para ganarte, perderte;
Venga ya la dulce muerte,
Venga el morir muy ligero,
Que muero porque no muero.
Aquella vida de arriba,
Que es la vida verdadera,
Hasta que esta vida muera
No se goza estando viva.
Muerte, no seas esquiva;
Viva muriendo primero,
Que muero porque no muero.
Vida, ¿que puedo yo darle
A mi Dios que vive en mí,
Si no es perderte a ti
Para mejor a El gozarle?
Quiero muriendo alcanzarle,
Pues a El solo es al que quiero.
Que muero porque no muero.


martes, 2 de marzo de 2010

Fray Luis de León (1527-1591)

Vida retirada

¡Qué descansada vida
la del que huye el mundanal ruïdo
y sigue la escondida senda
por donde han ido los pocos sabios
que en el mundo han sido! 5

Que no le enturbia el pecho
de los soberbios grandes el estado,
ni del dorado techo
se admira, fabricado
del sabio moro, en jaspes sustentado. 10

No cura si la fama
canta con voz su nombre pregonera,
ni cura si encarama
la lengua lisonjera
lo que condena la verdad sincera. 15

¿Qué presta a mi contento
si soy del vano dedo señalado,
si en busca de este viento
ando desalentado
con ansias vivas y mortal cuidado? 20

¡Oh campo, oh monte, oh río!
¡Oh secreto seguro deleitoso!
roto casi el navío,
a vuestro almo reposo
huyo de aqueste mar tempestuoso. 25

Un no rompido sueño,
un día puro, alegre,
libre quiero; no quiero ver el ceño
vanamente severo
de quien la sangre ensalza o el dinero. 30

Despiértenme las aves
con su cantar süave no aprendido,
no los cuidados graves
de que es siempre seguido
quien al ajeno abritrio está atenido. 35

Vivir quiero conmigo,
gozar quiero del bien que debo al cielo
a solas, sin testigo,
libre de amor, de celo,
de odio, de esperanzas, de recelo. 40

Del monte en la ladera
por mi mano plantado tengo un huerto,
que con la primavera
de bella flor cubierto,
ya muestra en esperanza el fruto cierto. 45

Y como codiciosa
de ver y acrecentar su hermosura,
desde la cumbre airosa
una fontana pura
hasta llegar corriendo se apresura. 50

Y luego sosegada
el paso entre los árboles torciendo,
el suelo de pasada
de verdura vistiendo,
y con diversas flores va esparciendo. 55

El aire el huerto orea,
y ofrece mil olores al sentido,
los árboles menea
con un manso ruïdo,
que del oro y del cetro pone olvido.60

Ténganse su tesoro
los que de un flaco leño se confían:
no es mío ver al lloro
de los que desconfían
cuando el cierzo y el ábrego porfían. 65

La combatida antena
cruje, y en ciega noche el claro día
se torna; al cielo suena
confusa vocería,
y la mar enriquecen a porfía. 70

A mí una pobrecilla
mesa, de amable paz bien abastada
me baste, y la vajilla
de fino oro labrada,
sea de quien la mar no teme airada. 75

Y mientras miserable-
mente se están los otros abrasando
en sed insacïable
del no durable mando,
tendido yo a la sombra esté cantando. 80

A la sombra tendido
de yedra y lauro eterno coronado,
puesto el atento oído
al son dulce, acordado,
del plectro sabiamente meneado. 85

domingo, 21 de febrero de 2010

MI AMIGO ALGARROBO

Para mi amigo algarrobo, compañero
Y confidente. Colmenarejo 10/9/70.

LOLI MURIANO
………………………………………

Cielo de un pueblo mío,
el cual me vio nacer,
donde primero fui niña,
y luego me hice mujer.

Campos llenos de flores,
por tomillo y romero perfumados.
¡Cuantas veces me tendí en tus campos
y miraba el cielo azul y claro!

¡Cuantos recuerdos de mi gente!
Tendida sobre la hierba yo pensaba
en las veces que en mi sitio preferido
tantos poemas para todos yo cantaba.

Mi rincón preferido era
un algarrobo pequeño y pulido,
entre unas rocas que allí había,
donde feliz yo siempre había sido.

Me iba con mi libreta y lápiz,
allí me ponía a escribir y pensar.
Era mi casa su sombra,
su tronco era mi mejor hogar.

Si él pudiera hablar,
¡cuantas cosas contaría
de una niña que junto a él
pasaba tantas horas y días!

Allí lloré la muerte de mi padre.
Regué con mis lágrimas su raíz.
Desde aquel veintisiete de abril,
él tampoco pudo ser feliz.

Cada algarroba que caía al suelo,
yo pensaba que era una lágrima más
que él lloraba conmigo. Sí, que lloraba.
Que él moría también de soledad.

¡Cuantas veces lloré con mi algarrobo
pidiéndole que mi padre volviera,
pero el callaba, no me contestaba,
y otra lágrima caía a mi vera.

Yo le miraba fijamente.
Era compañero de mis tardes.
Era la tumba de mis secretos.
Era la locura de mi madre.

Sí, una locura por ella,
porque yo siempre estaba allí.
Yo no jugaba con nadie.
Sólo con él era un poco feliz.

Cuando salía del colegio,
ayudaba a mi madre un poquito,
pero después, como si me llamara,
me iba a mi rinconcito.

¡Cuantas veces me subí aquel monte
donde almendros y olivos había.
Cielo por techo, mi cama, el suelo,
pero mi algarrobo allí tenía!

En su tronco había un hueco
donde mi libreta allí escondía,
siempre estaba allí esperando
para que yo le hiciera mis poesías.

Yo acariciaba sus ramas.
amaba a mi algarrobo como a un ser
porque para mí era un amigo,
alguien en quien podía confiar y creer.

Él guardaba mis llantos, mis secretos.
A veces jugaba con ellos también.
Él sufría conmigo, lloraba,
él formaba parte de mi ser.

Su tronco fue mi casa,
Donde mis poesías con desvelo guardó.
¡Oh algarrobo de mis campos!
Qué lejos la alegría se nos quedó.

Otra niña con mi edad, siete años,
jugaba con muñecas o hacer de enfermeras,
pero yo tenía mi árbol, mi algarrobo,
él era mi mejor compañera.

No tuve una infancia alegre,
ni una niñez tierna y bonita,
no tengo el cariño de nadie,
sólo mi niñez, sola y maldita.

No tengo amigas para jugar con ellas.
No tengo un padre para quererlo.
Tú amigo algarrobo, di me, dímelo por Dios,
por qué se murió. Por qué tuve que perderlo.

¡Cuantas veces lloré bajo tus ramas!
¡Cuantas veces lloré mi soledad!
Cuantas veces deseé allí la muerte!
¡Cuantas veces quise desaparecer de la faz!

¡Cuantos llantos a solas recordando!
¡Cuantas lágrimas derramé por mi padre!
¡Cuantas veces he deseado morirme!
¡Cuantas veces!
Eso lo sabes tú, mi amigo algarrobo,
pero no lo ha sabido nadie.

Dolores Muriano Domínguez.
15/2/2010.
Con cariño para vosotros.
Recuerdo a mi padre.

domingo, 14 de febrero de 2010

CUANDO DAN LAS DIEZ

Con todo mi cariño para vosotros.
19/01/2010. LOLI MURIANO.

Cuando dan las diez.
Me levanto cada día,
con la ilusión de veros.
Cuando dan las diez,
deseo siempre teneros.

Cuando dan las diez
noto vuestra presencia.
Porque sois algo más que amigos,
sois la familia que estuvo en mi
ausencia.

Cuando dan las diez,
me siento feliz por teneros.
Cuando dan las diez,
sé que lucharé para no perderos.

Habéis llenado mi vida.
Cuando dan las diez de la mañana,
pienso estar con todos, pero sobre
todo, con Victoriano y Ana.

Todo tiene un día en la vida:
La amargura, el llanto, el amor.
Yo lo he tenido todo y más:
Tristeza, soledad, silencio y dolor.

Pero ahora darán las diez
Cada día que vosotros queráis
yo no me cansaré nunca, y aunque
me canse, no quiero que lo sepáis

Mis sentimientos son muy fuertes.
Mis hijos os tienen también cariño.
Deseo que den siempre las diez,
y estar y estar siempre con mis
seis niños.

Siempre que den las diez
quiero teneros cerca de mí.
Deseo que me queráis siempre,
y que podamos seguir así.

Cuando den las diez
de la noche o la mañana,
pienso seguir a vuestro lado.
Familia de Victoriano y Ana.

Os quiero, amigos.

Loli Muriano.

sábado, 13 de febrero de 2010

LA MOTORIZANTE Y LA FUENTE

LA MOTORIZANTE  Y LA FUENTE

¡Hija de los mortales! –Dijo –  ¿Qué te sucede?
¿Por qué enturbian tus lágrimas mi fuente?
Washinton Irvin. (Cuentos de la Alhambra)
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Pregonaba la fuente su frescor recordando tiempos en que caminantes de todas condiciones se acercaban a su remanso y, tras gozar de su alimento, su frescor y su canto, seguían su camino con energías renovadas.

Sumida estaba en sus meditaciones cuando fue interrumpida por el ruido desagradable del vehículo de una motorizante que tras desconectar el motor y desprenderse del casco, se quitó el cuero que cubría su cuerpo, el resto de ropa y  calzado, quedando totalmente desnuda a ecepción de un mini tanga negro como el color de su cabello, que más que ocultar, resaltaba el triángulo generoso de su pelvis. (Es evidente que era verano y venía superacalorada.)

Era una mujer físicamente perfecta. Su edad podría rondar los cincuenta años, pero ¡madre mía! ¡Qué  cincuenta años más bien cincelados! Cogió una toalla de playa, blanca, (no podía ser de otro color) y se dirigió hacia el manantial. Dejó la toalla a un lado y comenzó a beber, con ansiedad primero, respirando profundamente después y bebiendo de manera más reposada, dando paso a una lluvia indiscriminada de aquella ambrosía por todo su cuerpo. Terminado aquel ritual, cogió la toalla, la tendió sobre la hierba  al lado de la fuente y derramó su salud sobre ella
La fuente la observaba haciéndose la distraída. Al cabo de unos minutos aquella humanidad dormía profundamente mirando hacia el cielo, oculto por una espesa bóveda verde de los árboles de aquél oasis.
La fuente que seguía observándola, se sorprendió enormemente. No era normal en los tiempos actuales que alguien se despreocupase del tiempo y se relajara de aquella manera. Todo el mundo iba deprisa. Todos corrían como si les persiguieran, o persiguiesen ellos a alguien. Salvo excepciones, habían dejado de caminar. Ahora todos motorizaban.

Cuando la fuente lo consideró oportuno le susurró al oído. -“¡Hola, bella mujer! La motorizante en su dormir profundo captó la voz de la fuente y  abrió los ojos  para cerrarlos  apaciblemente. ¡Hola, bella mujer! Repitió la fuente. ¡Qué sueño más reparador estás disfrutando! Es un placer contemplarte. Sigue recuperando fuerzas al tiempo que satisfaces mi curiosidad y me cuentas cosas sobre ti. - “Pregúntame lo que te plazca- contestó con naturalidad la mujer desde su dulce  sueño.
-Realmente sólo quiero saber de dónde vienes. -Vengo de hacer un viaje con mi motor por el mundo. Es algo que deseaba profundamente desde hace mucho tiempo: conocer otros pueblos, otras formas de vida, otras culturas. Hasta ahora, por circunstancias de la vida no pude cumplir este deseo. Por fin  he conseguido mi propósito, y vuelvo, aunque cansada, contenta porque siempre me gustó viajar. Pero la verdad es que los viajes también cansan y llega un momento en el que se añora profundamente el regreso.

-También a mí me gusta viajar, dijo la fuente. La motorizante quedó un tanto desconcertada por la expresión de su interlocutora. -“¿Estás bromeando o tratas de jugar conmigo?
-Ninguna de las dos cosas. Te estoy hablando en serio.
-Por favor, no bromees. He visto cosas muy raras en mi vida pero jamás que una fuente hable y menos aún, que diga que viaja.
-¡Qué cándidos e ignorantes sois los humanos! Creéis saberlo todo y casi todo lo ignoráis. Todo ello es producto de que os sentís los sabios de la Tierra y vuestra prepotencia os nubla el sentido de la inteligencia. Tú dices que yo no viajo y sin embargo si sólo prestas un poco de atención a mi comportamiento, comprobarás que no estoy quieta, si no todo lo contrario, que no dejo de fluir. Que continuamente me derramo y corro por los campos, arroyos, ríos: me  remanso en los embalses, me adentro en vuestras viviendas antes de llegar al mar y por todo mi recorrido y lugares me voy evaporando y subo a la atmósfera. Me alío con el viento que me traslada por todo el planeta para  finalmente volver a mi remanso.

La motorizante no salía de su asombro. ¡Cuánta razón tenía la fuente! ¡Qué ejemplo más simple le había puesto para convencerla! -Desde luego, que me has dejado sin palabras. ¡Y habré viajado tanto para comprender nada comparado con lo que tú me estás enseñando en un momento de ensueño! Es fantástico! Y dime, ahora te pregunto yo, ¿desde cuando estás en este lugar?

-Desde el alba de los tiempos. Mi nacimiento fue producido por un  cataclismo. Tras él, se dieron las condiciones geológicas necesarias para después de llenar mis acuíferos emerger a la superficie.

-¿Y siempre, desde el alba de los tiempos has estado surtiendo sin descaso? -Siempre, salvo en contadas ocasiones, muy a mi pesar.

-Explícate, por favor:
-Muy de tarde en tarde, se dan circunstancias atmosféricas en las cuales las nubes no consiguen descargar mi lluvia sobre estos campos con la suficiente  frecuencia e intensidad y ello genera un periodo de sequía que merma el caudal de mis acuíferos y con ello me veo obligada a internarme en sus grutas hasta que pasa dicho fenómeno. Pero ya te digo que eso ocurre en contadas ocasiones.

-Cuando dices “desde el alba de los tiempos” ¿A cuántos años te refieres? -¡Qué incisiva eres, hija mía! No quería sorprenderte más, pero ya que lo preguntas te diré que he visto a la especie humana emerger a la vida y alejarse hacia su ocaso en más de una ocasión. Y estoy convencida que se repetirá el ciclo en tiempos venideros.

-¡Qué empequeñecida me dejas! La vida de un ser humano es apenas un instante comparada con la tuya.

-Otra vez estás errando en tus apreciaciones. Es cierto que no es tan larga como la mía, pero debes saber que al igual que yo me evaporo, vosotros os transformáis en polvo y adheridos a la Tierra formáis parte de ella y viviréis como yo hasta su final, que será dentro de miles de millones de años, cuando el Sol, en su transformación estelar nos  absorba a todos. Mientras tanto, vive el presente y disfruta de tu sueño.
¡Oh fuente cristalina! ¡Cuánta sabiduría derrama tu manantial!

La bella dormía;
Cantaba la fuente;
El Sol protegía…
¡De ensueño el ambiente!

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Victoriano Orts Cobos.
(Re)visado el día 11 de octubre de 2016.