domingo, 13 de junio de 2010

LA NATURALEZA.

LUIS CERNUDA.

Le gustaba al niño ir siguiendo paciente, día tras dia,
el brotar oscuro de las plantas y de las flores.La apa-
rición de una hoja, plegada aún y apenas visible su
verde traslúcido junto al tallo donde ayer no estaba,
le llenaba de asombro, y con ojos atentos, durante
largo rato, quería sorprender su movimiento, su
crecimiento invisible, tal otros quieren sorprender
en el vuelo, cómo mueve las alas el pájaro.

Tomar un renuevo tierno de la planta adulta y sem-
brarlo aparte, con mano que él deseaba de aire
blando y suave, los cuidados que entonces requería,
mantenerlo a la sombra los primeros días, regar su
sed inexperta a la mañana y al atardecer en tiempo
caluroso,le embebecían de esperanza desinteresada.

Qué alegría cuando veía las hojas romper al fin, y su
color tierno, que a fuerza de transparencia casi pare-
cía luminoso, acusando en relieve las venas, oscure-
cerse poco a poco con la savia más fuerte. Sentía como
si él mismo hubiese obrado el milagro de dar vida, de
despertar sobre la tierra fundamental, tal un dios, la
forma antes dormida en el sueño de lo inexistente.
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1 comentario:

Clematide dijo...

Qué inspirador es contemplar la naturaleza...y cuando lo hace la pluma del poeta...sublime.
Precioso poema