lunes, 29 de abril de 2019

EL JARDINERO

Los árboles saben más de la supervivencia que cualquiera de nosotros. A las plantas, en general, les gusta vivir juntas compartiendo el agua y la luz









El jardinero









José Antonio Garriga Vela

JOSÉ ANTONIO GARRIGA VELA
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 No me pongo guantes cuando manejo la tierra para quitar malas hierbas, realizar trasplantes o simplemente removerla con el fin de que los pulmones de las plantas cojan aire y puedan respirar mejor. Me gusta el tacto de la tierra. Cuando termino me siento orgulloso al ver el fruto de la operación. Entonces contemplo las flores que brotan en silencio, sin hacer ruido, sin herirse las unas a las otras salvo en contadas excepciones. También hay seres egoístas en el mundo vegetal que buscan adquirir protagonismo sin tener en cuenta la vida de los otros, pero son casos aislados, lo mismo que esas personas que enredan y asfixian a quienes tienen al lado.
Desde hace tiempo soy un hombre moderadamente feliz dedicado a la jardinería y algunas cosas más. Un árbol vive solo pero posee ramificaciones y las raíces que se extienden bajo la superficie. Los árboles saben más de la supervivencia que cualquiera de nosotros. A las plantas, en general, les gusta vivir juntas compartiendo el agua y la luz. He vislumbrado raíces avanzar metros bajo tierra hasta encontrar agua. Y ramas que buscan el sol teniendo que sortear todo tipo de adversidades hasta encontrarlo. Un rayo de luz les devuelve la vida. Al contrario que muchos seres humanos, las plantas son solidarias. Como las raíces de los vegetales me muevo lentamente por los mundos subterráneos buscando los secretos que inspiran historias, el agua que me da la vida. También busco la luz del sol. Cierro los ojos y sus rayos me iluminan por dentro. Y qué voy a decir de la lluvia milagrosa. Una bendición del cielo. Los desconocidos que me observan creen que estoy jubilado. Sin embargo, no paro de trabajar en aquellas labores que me atraen. Lo que pasa es que sólo cobro por una de ellas y muy de vez en cuando.
A lo largo de los años que llevo conviviendo con las plantas he aprendido a tomarme la vida tranquilamente y procurar hacerla agradable a los demás. No se trata de nada especial, simplemente facilitar la convivencia. Cada árbol es como es y nadie lo va a cambiar salvo que se hagan injertos u operaciones plásticas. Por eso las plantas que piensan igual suelen crecer juntas, lo mismo que sucede con los animales y las personas. Pienso en una manada de bisontes, un campo de girasoles, un partido político. Hay excepciones, árboles que crecen solos en medio de nada, animales que se escapan del rebaño, personas que se retiran en soledad. Deberíamos aprender de las plantas que viven en comunidad, los girasoles, por ejemplo. Cada uno de ellos contiene diminutas flores que se han unido para protegerse y utilizar mejor los recursos. Un girasol es una ciudad en miniatura perfectamente diseñada donde cada persona, cada flor, tiene su función dentro del entramado social. Una ciudad con sus calles y sus habitantes conviviendo en armonía.
Al día de hoy, con el cambio climático, me pregunto cómo saben los árboles que ha llegado la primavera. Los observo de cerca, huelo sus flores, limpio las hojas que han pillado infecciones. Pienso en los niños, los enfermos, los ancianos, los que dependen de un jardinero fiel que los cure y proteja a diario. Las plantas, como los animales, enseguida aprenden a buscarse la vida, no les queda otro remedio. También en el mundo vegetal existe la emigración que solemos provocar los seres humanos. Si por ellas fuera, las plantas se quedarían en el lugar donde nacieron, se buscarían la vida sin moverse del sitio, porque según adonde vayan saben que difícilmente sobrevivirán. No es lo mismo que haga frío, apriete el calor, sople el viento o caiga granizo. Es preciso acoplarse al clima y otras condiciones. Al caer la tarde, guardo las herramientas de jardinería. Me siento a contemplar el resultado de la operación y siento un agradable cansancio. No hace falta desvelar el lenguaje secreto de las plantas para saber que ellas lo agradecen.
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Publicado en Diario SUR.
Copiado/pegado de Internet por Victoriano Orts Cobos.
Málaga 29 de abril de 2019. 




martes, 23 de abril de 2019

La materia de la que están hechos los los sueños






Exposición en el Grand Palais. /E. C.
Exposición en el Grand Palais. / E. C.

El Gran Palais de París acoge la exposición 'La Luna. Del viaje real a los viajes imaginarios' para celebrar los 50 años de la llegada del hombre al astro más enigmático

PAULA ROSASCorresponsal en París (Francia)
Fue un pequeño paso para el hombre. Un salto, más bien. Desde la escalerilla de la cápsula Eagle hasta la inmaculada superficie lunar. Apenas unos centímetros. Mientras Michael Collins orbitaba, en la más profunda de las soledades, alrededor del astro, Neil Armstrong y Buzz Aldrin convertían el mito en prosaica realidad. El polvo y las rocas lunares que recogieron dejaron de ser la materia de la que están hechos los sueños para convertirse en algo tan vulgar como silicio y hierro. Con sus botas presurizadas caminaron por las fantasías, por los miedos, los anhelos, los deseos, los mitos de la humanidad. Pisotearon, como si de un vulgar satélite se tratara, a Selene, a Diana, a Jonsu, a Tanit, a Chandra. Dejaron la Luna perdida de huellas.
Se cumplen 50 años de la llegada del hombre al más cercano y a la vez más enigmático de todos los cuerpos celestes. El extraordinario alcance de esta proeza, fruto del progreso y la tecnología pero, sobre todo, del anhelo de aventura y la sed de conocimiento del ser humano, fue también un evento poderosamente simbólico. Soñada y temida, benéfica y misteriosa, protectora y tenebrosa, la fascinación de la humanidad con la Luna y su relación ambivalente con el astro ha dejado huella en el arte, la religión o la sociedad misma. Hasta el 22 de julio, el Grand Palais de París explora esta compleja relación con la exposición 'La Luna. Del viaje real a los viajes imaginarios', un caleidoscópico recorrido que atraviesa el arte, la ciencia y los mitos.
La llegada del hombre a la Luna aquel 22 de julio de 1969, retransmitida en directo por la televisión, creó una nueva generación de soñadores. Pero Armstrong y Aldrin no fueron los primeros en poner los pies sobre el astro. Tintín y el capitán Haddock se les adelantaron 15 años. Y mucho antes, en 1902, Georges Méliès ya había enviado a sus astrónomos con chistera al encuentro de los selenitas. Desde Luciano de Samósata, que imaginó en el s. II d. C. una Luna como el reverso de la Tierra, donde los varones parían y tenían ojos de quita y pon, los hombres han soñado con conquistar la esfera celeste.
El primer mapa de la cara visible de la Luna lo dibujó, a ojo, William Gilbert en 1590. Fue el primer plano de otro mundo distinto a la Tierra. Galileo y Thomas Harriot lo perfeccionaron con los primeros telescopios. Desde el despertar de la humanidad, la Luna ha acompañado a los hombres, ha iluminado sus noches y les ha marcado el paso del tiempo. Sus eclipses eran símbolos de malos augurios y a través de la observación de sus fases se crearon los primeros calendarios. Hoy, gracias a la tecnología, sabemos que la Luna se aleja de nosotros a razón de 3,8 centímetros al año.
La humanidad ha sentido también la necesidad de darle un cuerpo y un rostro humano. Ha sido el dios Jonsu para los egipcios o la bella Selene para los griegos, la que descendía cada noche para contemplar la belleza de su amado Endimión, que dormía el sueño eterno. Asociada con el erotismo y el universo femenino, durante siglos se consideró que ejercía una poderosa influencia sobre la psique de la mujer, quizás porque el ciclo menstrual dura casi lo mismo que el de las fases lunares -pura coincidencia, por cierto-. Las mujeres eran 'inconsistentes', como la Luna, que cambia constantemente, una teoría con tanta base científica como la creencia popular que consideraba que la luna llena conducía a la locura, de ahí los 'lunáticos'.
Confidente de los enamorados, cómplice de los suicidas, testigo de crímenes y batallas, faro de navíos pero, sobre todo, hermosa en su luz reflejada, el arte se ha dejado llevar por su embrujo. Chopin, Beethoven, Bécquer, Prévert, Dalí, Man Ray, Chagall, Manet, Canova... todos fueron seducidos. La ciencia nos ha descubierto que no es única, que existen otras lunas. Pero ninguna será tan bella y misteriosa como nuestra fiel compañera nocturna.
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Publicado en Diario SUR.
Copiado/pegado de Internet por Victoriano Orts Cobos.
Málaga 23 de abril de 2019.





viernes, 19 de abril de 2019

Lágrimas y aplausos en la última página de Manuel Alcántara



Capilla ardiente por Alcántara en el Ayuntamiento. /Germán Pozo
Capilla ardiente por Alcántara en el Ayuntamiento. / GERMÁN POZO

El silencio roto por un «Viva Manuel Alcántara» despide la capilla ardiente del poeta y articulista



Francisco Griñán

FRANCISCO GRIÑÁNMálaga
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Llegó de los primeros. Se detuvo delante del féretro y lloró. Como se hace por las personas que te dejan marca, huella. Juan Miguel Ruiz conocía a Manuel Alcántara desde el 1 de junio de 1989. No lo olvida porque aquel día era su cumpleaños. Y porque aquel día leyó la primera columna del poeta y articulista en la contraportada de SUR. Se titulaba 'Aquí' y desde entonces quedó en repetir a diario el encuentro en ese punto –y seguido–. «Siempre empezaba el periódico por el artículo de Alcántara», reconocía ayer Ruiz que, como miles de lectores, convirtieron al escritor en un amigo en la distancia y la última página en la primera a la búsqueda de ese artículo del maestro de columnistas que también le buscaba las vueltas al mundo. «Me he quedado sin palabras porque él se las ha llevado todas», reconocía este marbellí que esta jornada convenció a un amigo para que lo llevase a la capilla ardiente en el Ayuntamiento de Málaga para despedirse del hombre con el que nunca habló, pero al que conoció entre líneas.
Junto a él, cientos de lectores y amigos del poeta –hubo asistentes que procedían de Granada y Sevilla– se acercaron al velatorio a escribir en la última página de Manuel Alcántara. Su columna de la contraportada de SUR aparecía este jueves precisamente en blanco como metáfora del vacío que nos deja su muerte. Y como en un intento de que sus palabras sigan vivas o de devolverle tanta buena letra, los asistentes aguardaron la larga e incesante cola para dejar por escrito su particular homenaje y recuerdo al que unánimemente reconocían en sus dedicatorias como «maestro». Del periodismo y la poesía, pero también de la vida.
«Cuando dejó de escribir –el pasado enero–, nos llamaban a la Fundación Alcántara lectores y lectoras desde La Rioja o Bilbao para preguntar por su salud y su vuelta», contaba ayer la nieta del escritor, Marina Maier, que con emoción y lágrimas agradecía el cariño y los recuerdos de tantas personas en este momento de «tristeza» por la pérdida de su abuelo. Y como ella, la hija del propio escritor, Lola Alcántara, y el resto de la familia, que en todo momento estuvieron arropados y acompañados en la capilla ardiente hasta que los restos mortales fueron despedidos en la escalinata del Ayuntamiento de Málaga para ser conducidos a Vélez para su incineración.
Cientos de personas mostraron ayer su respeto y cariño al escritor que hizo que miles de lectores comenzaran la lectura de SUR por la contraportada
Al igual que en la jornada previa, compañeros de profesión y del mundo de la cultura acudieron al velatorio a mostrar su respeto por el fallecimiento del decano de los articulistas españoles, como los escritores Alfredo Taján, Mario Virgilio Montañez y Antonio Gómez Yebra; la directora del Museo Carmen Thyssen, Lourdes Moreno; la presidenta del Ateneo, Victoria Abon; el torero Javier Conde; el presidente de la Academia de San Telmo, José Manuel Cabra de Luna, y el ex consejero de la Junta, José María Martín Delgado.

Un acto íntimo

Luis Enríquez, consejero delegado de Vocento, también se acercó ayer al Ayuntamiento a dar el pésame a Lola Alcántara, con la que compartió recuerdos de su padre. Le acompañaron el director general de Prensa Malagueña, José Luis Romero; el director de diario SUR, Manuel Castillo; el director de publicaciones de SUR, Pedro Luis Gómez, y el columnista de 'ABC' Ignacio Camacho.
Junto a la familia, el presidente de la Fundación Manuel Alcántara, Antonio Pedraza, recibió también las condolencias de muchos asistentes, como Sergio Corral, de la Fundación Unicaja; Rafael Salas, de la Asociación de la Prensa, y Juan Cobalea, de la Fundación Málaga. A la despedida también se sumó el exalcalde de Málaga, Luis Merino; la profesora de Periodismo de la UMA Elena Blanco; el arquitecto Rafael Martín Delgado; los empresarios Mariano Vergara, Federico Beltrán y Miguel Ángel Piédrola; el periodista Juan Gaitán; el ex deportista olímpico Félix Gancedo; el entrenador de fútbol Fernando Rosas, y numerosos miembros de la Academia Malagueña de Ciencias, con su presidente Fernando Orellana al frente.
Los candidatos a las elecciones generales Pablo Montesinos (PP) e Ignacio López (PSOE) acudieron a la capilla ardiente, en la que también mostraron su pésame el senador Joaquín Ramírez (PP) y los socialistas José L. Ruiz Espejo, Marisa Bustinduy, Luciano Alonso y Francisco Conejo. Por parte de la corporación municipal, estuvieron presentes los concejales Gemma del Corral, José del Río, Mar Torres Casado de Amezúa y Francisco Pomares.
Pasada la una de la tarde, el silencio presidió el último adiós al poeta y periodista fallecido cuando el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, entregó a Lola Alcántara la bandera de Málaga que desde la jornada anterior cubrió el féretro del autor de 'Manera de silencio' y 'Este verano en Málaga'. Por expresa voluntad del escritor, su última página fue una despedida íntima y sin actos protocolarios en la que, no obstante, no faltaron las lágrimas y la emoción. Y un aplauso espontáneo de todos los asistentes al que siguió un sentido grito del pintor Evaristo Guerra que proclamó: «Viva Manuel Alcántara».


Málaga da su último adiós al poeta y articulista Manuel Alcántara. Francisco de la Torre, ha entregado la bandera de Málaga, que ha cubierto el féretro, a la hija de Manuel Alcántara Lola Porras / 
Germán Pozo***********************************************************************************************************************************
Con la copia/pega de este artículo firmado por Francisco Griñán en Diario SUR, doy por terminada mi colaboración en el recuerdo de mi admirado maestro Don Manuel Alcántara, con el fervoroso deseo y seguridad de que si Dios existe lo habrá recibido en su Reino con todos los honores.Victoriano Orts Cobos.Málaga 19 de abril de 2019.








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jueves, 18 de abril de 2019

Muere Manuel Alcántara, el último clásico de los escritores de periódicos

El periodista malagueño era el último testifo que comunicaba nuestro mundo con el de los Camba, Pombo y compañía.





Manuel Alcántara, en 2016. ANTONIO PASTOR
La casa de Manuel Alcántara en el Rincón de la Victoria tenía una ventana al mar que no era difícil de reconocer desde la calle. Si un amigo pasaba por ahí de madrugada, veía una lucecita azul, el clásico destello de una televisión en la oscuridad. ¿Qué estaría haciendo Alcántara despierto a esas horas?
¿Qué iba a hacer? Veía vídeos de boxeadores antiguos, de Sugar Ray Robinson, de Muhammad Ali y de su amigo Pepe Legrá, que lo consideraba su hermano blanco, porque uno había nacido de día y el otro de noche. Cuando se cansaba, se pasaba a la poesía del siglo de oro: leía a Quevedo, a Góngora y a San Juan de la Cruz. Luego se dormía. Depertaba muy tarde.
La escena aparece narrada en un texto que Cristóbal G.Montilla publicó en este periódico en 2015 y tiene ese aire de novela de costumbres que había adquirido la vida del decano de todos los escritores de periódicos de España. Alcántara confirmaba su fama en cada gesto que hacía: bebía dry martinis y gin tonics de Larios (se cuenta que en un tiempo remoto también estuvo interesado por el bourbon) en el bar vecino de Manolo (Manolo murió hace unos años). Escribía en una Olivetti, siempre por la tarde, nunca en ayunas de dry martini, y enviaba su columna al diario Sur, el periódico en el que publicó sus textos durante los últimos 30 años. Tenía su tertulia, el Búho de Oro, en la que hablaba de poesía y de boxeo, mejor del antes que del ahora. Acogía a los amigos que acudían a él como el que va a visitar a un viejo oráculo, uno especialmente sabio y amable. Hay quien dice que al final hablaba con el mismo lenguaje con el que escribía sus columnas. Pero ojo: también podía tener mal genio.
Alcántara era un animal de costumbres y sólo la muerte ha acabado con esa rutina envidiable. Tenía 91 años y desde hace tiempo, su historia se había convertido en leyenda.
Algunas certezas en el mito. Manuel Alcántara nació en el barrio de la Victoria, en pleno centro de Málaga (no confundir con el Rincón de la Victoria en el que ha muerto), muy cerca de la Plaza de la Merced en la que nació Pablo Picasso. Su padre era ferroviario, clase media-media, más de derechas que de izquierdas, y su generación (nació en 1928) fue la que vivió la Guerra Civil a medio camino entre la niñez y la adolescencia.
Lo siguiente fue Madrid.Después de la Guerra, su padre fue destinado a la capital y Manuel dio los clásicos primeros y erráticos pasos de los periodistas/escritores de la época.Entró en Derecho pero no le fue bien. Trabajó en una aseguradora pero se aburrió. Entró en el mundo de las tertulias. Conoció y aprendió a los gigantes de la generación anterior: Camba, González Ruano y Cela. «Manolo y yo jugábamos a los bolos en una bolera de Fuencarral y con mis primeras bolas le dejé perplejo. Me daba cocacola con whisky y se llenaban sus ojos de un espanto irónico y frío viendo cómo yo me bebía un vaso tras otro, como agua. El era por entonces el discípulo más claro de César. Todos éramos ruanistas. Manolo encontró pronto su propio camino», escribió alguna vez Francisco Umbral, compañero suyo en el asalto a la fama literaria.
Los periódicos se convirtieron en el modo de vida de Alcántara. Pueblo, Ya, Arriba, Marca y La Hoja del Lunes fueron sus casas. Fue un hombre integrado en el escalafón del franquismo aunque él presume de haber sido el primer periodista que reivindicó a Cernuda en la España oficial. Escribió crónicas de boxeo cuando el boxeo era tan popular como el fútbol o más, y también poemas de metro clásico, tema romántico y gusto antañoso que fue publicando desde los 23 años. Vivió alegremente, en los espacios de vida bohemia que iba tolerando el régimen: el ambiente de las tertulias, el despegue de la Costa del Sol en los 70, etcétera
Con los años, el boxeo, el periodismo romántico y la poesía de metro clásico se volvieron servicios un poco obsoletos. Y a Alcántara también le llegó la hora de la jubilación. Al principio, dividía el año en dos en torno a su cumpleaños. Una mitad del curso la pasaba en Madrid y la otra, en Málaga. Después se estableció definitivamente en el Rincón de la Victoria y enviudó. Pero nunca dejó de escribir. Perseveró en el oficio el tiempo suficiente como para que el mundo recuperara la fascinación por la obra y la vida de un escritor que parecía sacado de otro mundo.

La capilla ardiente de Manuel Alcántara, abierta en el Salón de los Espejos del Ayuntamiento






La capilla ardiente de Manuel Alcántara, abierta en el Salón de los Espejos del Ayuntamiento
SALVADOR SALAS

La Diputación y el Ayuntamiento de la capital decretan tres días de luto oficial. Una estatua recordará el lugar desde el que el poeta veía el mar en Rincón de la Victoria






Francisco Griñán

FRANCISCO GRIÑÁNMálaga
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Hijo predilecto de la capital de Málaga, la capilla ardiente de Manuel Alcántara, fallecido esta jornada, se instala en el Salón de los Espejos del Ayuntamiento «por expreso deseo de su familia». Además, las banderas de la Casona del Parque ondean a media hasta en señal de duelo por el autor de 'Manera de silencio' y 'Fondo perdido' tras decretarse tres días de luto oficial.
El velatorio abre al público este Miércoles Santo, de 18 horas y hasta la medianoche, y el Jueves Santo, de 9 a 13 horas.

Por su parte, la Diputación de Málaga también ha decretado tres días de luto oficial en la provincia por la muerte de Manuel Alcántara, fallecido en la jornada de hoy. Según ha explicado a SUR el presidente del ente supramunicipal, Francisco Salado, la muerte del poeta y articulista de SUR «no solo es una pérdida para los malagueños, sino para toda España».
El también alcalde de Rincón de la Victoria, localidad de residencia de Manuel Alcántara en sus últimas décadas, ha señalado que el municipio ha decretado asimismo tres días de luto oficial. Además ha anunciado que próximamente se inaugurará una estatua con la imagen del poeta y periodista desde donde se veía «el mediterráneo que se colaba en sus columnas y poesías». «Ya solo nos queda colocarla y desafortunadamente no podremos inaugurarla con su presencia», ha lamentado Salado.
El presidente de la Diputación de Málaga destacó que, entre sus distinciones, Manuel Alcántara ostentaba con orgullo la de Hijo Predilecto de la Provincia, a la vez que ha destacado la doble condición de escritor del fallecido, como «uno de los mejores poetas de su época» y el «decano del articulismo español».
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EL ÚLTIMO ARISTÓCRATA DEL ESTILO




EL ÚLTIMO ARISTÓCRATA DEL ESTILO

Alcántara era la voluntad de estilo, la dignidad, la elegancia. Era el penúltimo heredero de una estirpe clásica, el superviviente de una raza que se extingue, de un tiempo que se acaba

IGNACIO CAMACHO
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SE llamaba Manuel y nació en Málaga, y en Málaga, su Málaga azul y blanca, se ha muerto frente a la playa dejando una orfandad de gaviotas desorientadas. Era un místico descreído, un estoico lleno de esperanza y al tiempo un epicúreo de paso corto y vista larga; un dandi de fina estampa, ancha frente y cabellera blanca, un patricio del artículo y de la poesía, un conversador magnético al que se le caían de los bolsillos manojos de metáforas. Era, como durante tres décadas demostró en esta contraportada, el rey de la distancia corta del periodismo, el príncipe de la frase exacta, de la chispa sutil y de la ironía en voz baja; el orfebre de la cita precisa, el maestro del pensamiento en ráfagas. Era el fondo firme y la forma delicada. Era la ternura sin empalago, la amistad franca, la inteligencia sin pedantería, la humanidad diáfana; era la disciplina, la entereza, la bondad machadiana, la dignidad, el pudor, la elegancia. Era el perfil estético y moral de una estatua romana. Era el superviviente de una raza literaria que se extingue, de un tiempo que se acaba. Era la memoria de un siglo, el penúltimo heredero de una estirpe clásica, de una aristocracia intelectual que hizo del lenguaje una patria y del estilo un sello de impronta nobiliaria.
Cuando recibía un homenaje y escuchaba elogios derramados como simbólicas petaladas sobre su cabeza, Alcántara solía decir que era uno de los pocos mortales con el privilegio de haber podido leer su propia esquela. Temía a la muerte tanto como cualquiera pero bromeaba con y sobre ella para ahuyentar el fantasma de su certeza. El humor fue siempre su mejor arma dialéctica. Una vez le dijo a Domi del Postigo que miraba a Dios "con expectación", otra exquisita pirueta de su guasa escéptica. El existencialismo, como filosofía y como ética, impregnó desde muy joven sus mejores poemas, que figuran entre los más hondos de toda la generación de los años cincuenta. Fue un niño de la guerra que desde adulto se veía como "un hombre de pie sobre sus huellas", y acaso por eso se agarraba a la vida con una rebeldía prometeica. La vocación de la escritura que le fluía por las venas era su vía de escape, la herramienta que le ayudaba a eludir la inquietud metafísica de la trascendencia; mantuvo hasta casi el final la cadencia del artículo diario, desafiando los límites de su fortaleza. Al final, el peso de la edad le menguó las fuerzas y por apenas tres meses no pudo cumplir su férrea voluntad de morir con las manos sobre las teclas, que era su forma de hacerlo, como los héroes, con las botas puestas
De esa lealtad indeclinable con el oficio queda el legado asombroso de más de veinte mil artículos. Acaso sólo con los dry-martinis, la bebida que definió como un cuchillo derretido, logró una estadística lo bastante alta como para batirse a sí mismo. En todo ese formidable legado escrito es imposible encontrar un solo rasgo nihilista u oblicuo, un vestigio de crueldad, de acidez, de rencor o de cainismo. Su estructura moral era incompatible con el odio, con el encarnizamiento, con la impiedad; no se le conocían enemigos. Detestaba el griterío, la invectiva, el matonismo periodístico; usaba el ingenio en vez del sarcasmo, la paradoja en vez de la humillación, la indulgencia en vez del castigo. Sabía envolver la crítica en la distancia elegante del tono elíptico y encontrar un camino para envolver el reproche en una pátina de esperanza y de humanismo compasivo. Su sueño cívico era el de Tercera España, el de la convivencia eternamente emparedada entre antagonismos trincherizos, el ideal de una democracia apacible que defendió desde la lucidez de un discreto pesimismo.
Ser hombre es ir andando hacia el olvido, escribió en el más intenso de sus latidos líricos. No es su caso, al fin: hoy camina hacia la eternidad envuelto en la mortaja de un reconocimiento unánime y merecido. Ha sido, como Rubén Darío dijo de Verlaine, el padre y maestro de todas las generaciones actuales del articulismo, a las que acogió siempre con su grandeza hospitalaria de amigo. El mejor título al que podríamos aspirar, a falta de su inalcanzable estilo, es el de considerarnos siquiera discípulos de su ejemplo de independencia y compromiso. Y aunque ya no podamos decir que es el mejor columnista español vivo, seguirá viviendo siempre en la imborrable gratitud y estima de quienes le conocimos.anos sobre las teclas, que era su forma de hacerlo, como los héroes, con las botas puestas.
De esa lealtad indeclinable con el oficio queda el legado asombroso de más de veinte mil artículos. Acaso sólo con los dry-martinis, la bebida que definió como un cuchillo derretido, logró una estadística lo bastante alta como para batirse a sí mismo. En todo ese formidable legado escrito es imposible encontrar un solo rasgo nihilista u oblicuo, un vestigio de crueldad, de acidez, de rencor o de cainismo. Su estructura moral era incompatible con el odio, con el encarnizamiento, con la impiedad; no se le conocían enemigos. Detestaba el griterío, la invectiva, el matonismo periodístico; usaba el ingenio en vez del sarcasmo, la paradoja en vez de la humillación, la indulgencia en vez del castigo. Sabía envolver la crítica en la distancia elegante del tono elíptico y encontrar un camino para envolver el reproche en una pátina de esperanza y de humanismo compasivo. Su sueño cívico era el de Tercera España, el de la convivencia eternamente emparedada entre antagonismos trincherizos, el ideal de una democracia apacible que defendió desde la lucidez de un discreto pesimismo.
Ser hombre es ir andando hacia el olvido, escribió en el más intenso de sus latidos líricos. No es su caso, al fin: hoy camina hacia la eternidad envuelto en la mortaja de un reconocimiento unánime y merecido. Ha sido, como Rubén Darío dijo de Verlaine, el padre y maestro de todas las generaciones actuales del articulismo, a las que acogió siempre con su grandeza hospitalaria de amigo. El mejor título al que podríamos aspirar, a falta de su inalcanzable estilo, es el de considerarnos siquiera discípulos de su ejemplo de independencia y compromiso. Y aunque ya no podamos decir que es el mejor columnista español vivo, seguirá viviendo siempre en la imborrable gratitud y estima de quienes le conocimos.
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Hoy, como no podía ser de otra manera, El Diario SUR es prácticamente Manuel Alcántara. Yo, con estos tres artículos copiados/ pegados de Internet quiero, en mi modesta persona, rendir mis respetos a este  personaje tan entrañable, que tanto me ha deleitado con su sabia enseñanza.
Victoriano Orts Cobos.
Málaga 18 de abril de 2019.
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martes, 9 de abril de 2019

Los famosos boicotean al sultán de Brunéi


El sultán de Brunéi ha desatado las iras de, entre otros, George Clooney y Jesús Vázquez./EFE/ AFP
El sultán de Brunéi ha desatado las iras de, entre otros, George Clooney y Jesús Vázquez. / EFE/ AFP

El mundo del espectáculo llama a no alojarse en los hoteles del monarca, que ha impuesto la pena de muerte por lapidación a los homosexuales

OSKAR BELATEGUI
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Una noche en la suite Dorchester del hotel homónimo en Londres cuesta 4.665 euros. Disfrutar del bungalow número siete del hotel Beverly Hills, escenario de las aventuras amorosas de Marilyn Monroe, exige desembolsar 2.700 euros diarios. El sultán de Brunéi, que acumula a su condición de jefe de estado y primer ministro las carteras de Asuntos Exteriores, Justicia, Defensa, Finanzas y Comercio, es el propietario de algunos de los hoteles más lujosos del mundo. El Bel-Air en Los Ángeles, Le Meurice y Plaza Athénée en París y el Eden en Roma forman parte de una fortuna que la revista 'Forbes' estima que ronda los 17.000 millones de euros, gracias a la explotación de las reservas de petróleo y gas.
Los habitantes del sultanato no necesitan sufragar con impuestos una sanidad y educación gratuitas. Claro que tampoco pueden votar y, desde la aplicación de la 'sharia' o ley islámica en 2014, no consumen alcohol ni celebran la Navidad. El robo se pena con la amputación de una extremidad, abortar se castiga con latigazos y blasfemar o difamar el nombre de Mahoma conlleva la pena capital. Además, desde la semana pasada, los homosexuales y los adúlteros que sean descubiertos están condenados a morir lapidados.
De nada ha valido que la alta comisionada de la ONU para los derechos humanos, Michelle Bachelet, reclamara a esta antiguo protectorado británico de 400.000 habitantes que suspendiera la aplicación de estas modificaciones al Código Penal «por respeto a los derechos humanos». El sultán Hassanal Bolkiah, orgulloso propietario de 500 Rolls Royce, defendió las nuevas leyes a través de un comunicado: «La 'sharia', además de criminalizar y disuadir actos que van contra las enseñanzas del Islam, busca educar, respetar y proteger los derechos legítimos de todas las personas, sociedades y nacionalidades de toda fe y raza».
La reacción de las personalidades del mundo del espectáculo no se ha hecho esperar. La cómica y presentadora Ellen DeGeneres animó a sus casi 70 millones de seguidores en Instagram a que boicoteen los hoteles del sultán. «Mañana, Brunéi empezará a lapidar a homosexuales. Tenemos que hacer algo ahora. Hagan correr la voz. Levántense». George Clooney escribió una columna en la web cinematográfica 'Deadline' en la que también llama a no alojarse en los establecimientos propiedad de la Agencia de Inversiones de Brunéi. Empieza reconociendo que son hoteles espectaculares que él ha disfrutado en más de una ocasión. «Pero cada vez que dormimos o celebramos reuniones en uno de estos nueve hoteles, estamos metiendo dinero directamente en los bolsillos de hombres que deciden lapidar o azotar hasta la muerte a sus propios ciudadanos por ser gais o estar acusados de adulterio», denuncia. «He aprendido a lo largo de los años a tratar con regímenes asesinos y no puedes avergonzarlos. Pero se puede avergonzar a los bancos, los financieros y las instituciones que hacen negocios con ellos y optan por mirar hacia otro lado».

El sultán de Brunéi
El sultán de Brunéi

Elton John, las actrices Ellen Pompeo y Jamie Lee Curtis y la cantante Dua Lipa han aplaudido el llamamiento de Clooney. En nuestro país, Jesús Vázquez ha colgado una foto de su boda junto a su marido Roberto Cortés y escrito al sultán: «Nosotros no somos unos criminales que merezcamos morir lapidados. Somos una familia y nos amamos. Usted es un dictador que oprime a su pueblo con leyes medievales mientras disfruta de su mansión de 100 millones de libras en Londres». Cientos de personas se manifestaban el pasado sábado frente al Dorchester con banderas arcoíris y pancartas contra la homofobia. La Universidad de Oxford baraja retirar el título honorario que concedió al sultán y el Deutsche Bank ya ha anunciado que sus empleados no se alojarán en sus establecimientos. Mientras, la cadena hotelera entiende «el enfado y la frustración de la gente, pero esto es un tema religioso y político por el que no creemos que tengan que pagar nuestros 3.630 empleados».
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 Publicado en Diario SUR.
Copiado/pegado de Internet por Victoriano Orts Cobos.
Málaga 9 de abril de 2019.