lunes, 31 de agosto de 2020

Las visitas de Unamuno, Valle-Inclán y Baroja a Málaga


Valle-Inclán delante del escaparate de la Librería Rivas, en la calle Larios, en una fotografía que publicó 'El Cronista'Unamuno en Málaga en 1931, visita que recogía 'Diario de Málaga'. /
Valle-Inclán delante del escaparate de la Librería Rivas, en la calle Larios, en una fotografía que publicó 'El Cronista'Unamuno en Málaga en 1931, visita que recogía 'Diario de Málaga'.

Unamuno recibió por su conferencia 200 pesetas, pero no pudo disfrutarlas porque le robaron la cartera


Fernando Alonso

FERNANDO ALONSO
Quiero tratar en este artículo de las estancias en Málaga de tres grandes figuras de la Generación del 98. La relación de estos escritores con Málaga ya llamó la atención de algunos estudiosos.
Miguel de Unamuno estuvo en nuestra ciudad, que sepamos, en dos ocasiones. La primera fue en 1909, invitado por un grupo de jóvenes intelectuales. Sus avanzadas opiniones impactaron al público malagueño. Así lo cuenta José Moreno Villa en su autobiografía 'La vida en claro': «Unos cuantos jóvenes lectores y aprendices que fundamos una revista, 'Gibralfaro', hicimos una colecta y trajimos a Unamuno desde Salamanca a que diera unas conferencias. Fueron sonadas. Mis paisanos vivían muy bien sin complicaciones espirituales. Pero, ¿qué es esto? ¿Qué piensa este tío? ¿Es católico o protestante?, me dijeron algunos».
En una segunda ocasión vino Unamuno, invitado por la Sociedad Económica de Amigos del País, para pronunciar una conferencia con motivo del centenario del fusilamiento de Torrijos. El prestigio del rector de la Universidad de Salamanca no había hecho más que crecer, especialmente desde el sonado destierro que había sufrido en la dictadura de Primo de Rivera. Y, además, su charla iba a versar sobre el polémico tema de la libertad. El domingo 13 de diciembre de 1931 llegó Unamuno a la estación y fue a recogerlo el alcalde de Málaga, Federico Alva Varela. Desde allí se dirigieron al Teatro Cervantes, donde a las once y media iba a tener lugar la conferencia ante un aforo completo y entregado. Tras el acto, don Miguel fue invitado a un almuerzo en los Baños del Carmen. Según cuenta Ana María Espinar le pagaron por la conferencia 200 pesetas, que Unamuno no llegó a disfrutar, porque unos ladrones le robaron la cartera cuando se dirigía a su casa en el tranvía.

Unamuno en Málaga en 1931, visita que recogía 'Diario de Málaga'.
Unamuno en Málaga en 1931, visita que recogía 'Diario de Málaga'. / ARCHIVO MUNICIPAL

Ramón del Valle-Inclán llegó a Málaga la tarde del 27 de octubre de 1926. También venía a impartir una conferencia, esta vez llamado por Enrique Mapelli Raggio, presidente del Círculo Mercantil. En este elitista escenario, al servicio de la burguesía comercial e industrial, iba el escritor a pronunciar una disertación al día siguiente: se titulaba 'Autocrítica'.

Repercusión

Ese día, jueves 28 de octubre, estuvo tormentoso y a mediodía descargó sobre la ciudad un fortísimo aguacero que inundó algunas calles. A las diez de la noche tuvo lugar la plática. ¿Asistirían los jóvenes Emilio Prados y Manuel Altolaguirre, que estaban por aquellos días engendrando la revista 'Litoral'? No lo sabemos.
El periódico 'El Cronista' reprodujo en sus dos primeras páginas el texto íntegro de la conferencia, lo que da una idea de la repercusión que tuvo en el mundo cultural malagueño la visita de Valle-Inclán. «Durante un buen rato escuchamos la maravillosa palabra de este genio de la literatura», decía el diario, que publicó una fotografía del escritor ante el escaparate de la Librería Rivas, en la calle Larios. El autor de 'Luces de Bohemia' y de las 'Sonatas' volvió en tren a Madrid la tarde del 29 de octubre, tras pasar dos jornadas en Málaga.
Otro novelista de la Generación del 98 visitó Málaga, pero no para dar una conferencia. El periódico El Popular anunciaba el 24 de noviembre de 1917: «Buscando alivio a una pertinaz dolencia ha venido a Málaga, hospedándose en el Hotel Hernán Cortés, el ilustre literato Pío Baroja. Mucho celebramos que el maravilloso novelista encuentre en nuestro clima la ansiada salud». El historiador Enrique Benítez ha estudiado la estancia malagueña del escritor vasco. Baroja ya era, a sus 45 años, un novelista e intelectual de reconocido prestigio. Dejó recogidas sus impresiones malagueñas en su volumen Las horas solitarias: «Como no tengo nada que hacer, he decidido hacer un viaje por Andalucía», escribía Baroja. Tras pasar unos días en Córdoba, aburrido, tomó un tren para Málaga. En el hotel «se lleva vida de balneario. Después de cenar, la gente se reúne en el vestíbulo para charlar». Anota como curiosidad que el encargado le reconoció, aunque no había leído ninguna obra suya.
Baroja pasó unos días al sol. Desde la terraza del hotel describe lo que ve: «El cielo está radiante, el mar azul añil; lleno de velas latinas. A la derecha se yergue la torre blanca y gallarda del faro». Quiso visitar el lugar donde fusilaron a Torrijos, pero le dijeron que con la industrialización la zona estaba muy cambiada. Pío Baroja salió en tren para Madrid el 28 de noviembre de 1917, tras pasar diez o doce días en Málaga.


El encuentro de Baroja con dos malagueñas en el tranvía
Un día Pío Baroja decidió abandonar el hotel y dar un paseo por Málaga. En el tranvía de La Caleta se encontró a dos malagueñas «verdaderamente sugestivas y las dos de tipo completamente distinto». A Baroja le encantó una de ellas: «Alta, morena, de más de treinta años. Tenía una cabeza clásica, de una arquitectura romana, el color pálido, los ojos y el pelo muy negros. Sobre estos rasgos de belleza comunes, tenía una expresión al hablar endiablada». Al bajarse del tranvía, el escritor vasco las siguió por las callejuelas malagueñas y descubrió que iban al Teatro Cervantes. Como no tenía entrada, Baroja no pudo entrar.
Yo me quiero quedar con la imagen de don Pío persiguiendo por las calles de Málaga a dos malagueñas guapas y salerosas que iban a la última función del Cervantes.
Baroja se murió soltero y nunca fue un donjuán. También me encanta su siguiente observación: «En Málaga me ha parecido ver que la gente del pueblo es mucho más amable que la gente rica".
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Publicado en Diario SUR.
Copiado/pegado de Internet por Victoriano Orts Cobos.
Málaga  27 de agosto de 2020.
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miércoles, 26 de agosto de 2020

Piden nueve años de cárcel para el cura al que pillaron en Málaga con miles de archivos de pornografía infantil


Imagen de archivo en la que agentes de la Policía Nacional revisan un ordenador. / SUR
Imagen de archivo en la que agentes de la Policía Nacional revisan un ordenador. / SUR

Los policías encontraron muñecos de apariencia realista de menores desnudos en el salón de la casa en la que residía el sacerdote

ÁLVARO FRÍAS / JUAN CANOmálaga.
El trabajo de rastreo que realizaban los ciberagentes de la Policía Nacional en la red se cruzó con una información que les llegó de un organismo estadounidense encargado de recibir y canalizar perfiles que comparten pornografía infantil. Comenzaba así la bautizada como 'operación Sandrina', en el marco de la cual fue detenido un sacerdote en la capital malagueña, que ahora se tendrá que sentar en el banquillo de los acusados para enfrentarse a los nueve años de cárcel que solicita para él la Fiscalía de Málaga.
La alerta de las autoridades norteamericanas incluía una serie de direcciones IP cuyas conexiones se ubicaban en la provincia de Málaga y sobre las que advertía de que, mediante el intercambio de archivos Peer to Peer (P2P), se estaban compartiendo imágenes de contenido pedófilo. El trabajo del Grupo de Delitos Tecnológicos de la Comisaría Provincial se centró en explotar esa información y situar geográficamente los lugares desde donde se estaban realizando esas descargas, llevando uno de esos rastreos hasta el cura, que residía en la capital costasoleña.
El hombre ejerció durante doce años como profesor de religión en un instituto de Coslada (Madrid) y desde su ordenación como sacerdote en mayo de 2003, ejerció su ministerio en la diócesis de Alcalá de Henares. Tenía fijada su residencia en la comunidad de Madrid hasta que en octubre de 2017 se trasladó a Málaga para cuidar de su madre, que se encontraba enferma y tenía 80 años de edad.
Precisamente, fue hasta casa de la anciana hasta donde llevó un primer rastreo de las IP efectuado por los policías nacionales. Desde allí se puso a disposición de los usuarios de una red de intercambios de archivos P2P, vídeos e imágenes en los que se pueden ver a menores, con edades inferiores a los 13 años, posando desnudos y practicando relaciones sexuales con adultos, siempre según indica el fiscal en su escrito de acusación, al que ha tenido acceso este periódico.
A los agentes les sorprendió que la anciana, según se reflejaba en el catastro, residiera sola en la vivienda, situada en la zona de Miraflores de los Ángeles de la capital. Por ello, continuaron con las pesquisas para averiguar quien era la persona que realmente utilizaba esa dirección IP. Así descubrieron que justo en el piso de al lado vivía su hijo, el sacerdote procesado en esta causa.
Con todos estos datos, los agentes dieron paso a la fase de explotación de la operación con la entrada y registro, primero, en la vivienda de la anciana. Allí, en una habitación cerrada con llave, que fue voluntariamente abierta por el acusado, se encontraron numerosos dispositivos de almacenamiento masivo y varios equipos informáticos. Precisamente, en el que estaba conectado a la red, los policías nacionales observaron que había una gran cantidad de archivos de pornografía infantil en el escritorio.
También localizaron en el cuarto un software de descargas en el que se apreciaban cadenas de búsqueda en las que el procesado, presuntamente, usaba palabras que aludían a la pornografía infantil. Entre otros efectos intervenidos, se hicieron con una cámara de vídeo digital con el número de serie borrado y un teléfono móvil.
Tras el paso por el piso de su madre, los agentes procedieron a registrar el del sacerdote. En el salón de la casa había muñecos de apariencia realista de niños desnudos y, en una estancia contigua, encontraron multitud de preservativos usados y cientos de prendas de menores, así como globos y caramelos. Asimismo, fueron intervenidos una gran cantidad de dispositivos de almacenamiento electrónicos.
Tras ello, se procedió al volcado de la información de todos esos discos duros, donde los agentes descubrieron miles de imágenes y vídeos (más de 400.000) de contenido pedófilo. En algunos de ellos se aprecia como el procesado coloca una cámara oculta en baños para grabar a menores, en otros se le ve como realiza tocamientos a niñas, varios en clases de catequesis, según se recoge en el escrito del Ministerio Público.
El fiscal, en sus conclusiones provisionales, explica que por muchas de estas imágenes se abrieron procedimientos distintos contra el cura, que en Málaga nunca ejerció la docencia destinada a menores. Por ello y tras un auto del Juzgado de Instrucción número 12 de Málaga, el procedimiento en el que solicita los nueve años de cárcel únicamente se refiere a los delitos de tenencia y distribución de pornografía infantil, de los que el representante del Ministerio Público acusa al sacerdote.
Además de la citada pena de prisión, la Fiscalía malagueña solicita que se imponga al procesado la medida de nueve años de libertad vigilada y pide que se le prohíba también por nueve años desempeñar cualquier empleo en el que esté relacionado con menores de edad.
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Publicado en Diario SUR.
Copiado/pegado de Internet por Victoriano Orts Cobos.
Málaga 25 de agosto de 2020.
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lunes, 24 de agosto de 2020

El párroco de Sad Hill


Domingo Contreras, en el cementerio de Sad Hill de la película 'El bueno, el feo y el malo'./
Domingo Contreras, en el cementerio de Sad Hill de la película 'El bueno, el feo y el malo'.

El sacerdote burgalés Domingo Contreras participó en el rodaje de la escena del célebre camposanto de la película 'El bueno, el feo y el malo', en las inmediaciones de Silos

TXEMA RODRÍGUEZ
El caso es que Domingo Contreras iba para torero o para cura. Y como de crío vio un día el NoDo que daba cuenta del triste destino de Manolete tomó el camino de la sotana, muchos años antes de llegar al seminario. Era el pequeño de cinco chicos, hijos de un padre que compaginaba el trabajo de administrativo con los de organista, sacristán y director de la banda de música de Salas de los Infantes. De modo que siempre anduvo entre curas y partituras. Todos los hermanos tocan algún instrumento y él, que empezó con el piano, acabó sacando notas a una humilde armónica, su amiga fiel durante más de medio siglo. Y ahí está, sentado sobre su tumba en el cementerio de Sad Hill, tocando unos compases compuestos por Ennio Morricone para la película 'El Bueno, el Feo y el Malo'.
Hay miles de sepulturas en este valle, cubiertas por las hermosas flores del brezo, pero no hay muertos bajo los túmulos de toscas cruces de madera. Hace años un grupo de amigos decidió desenterrar este camposanto imaginario en el que Clint Eastwood, Eli Wallach y Lee Van Cleef protagonizaron un duelo a muerte triangular para lograr los 200.000 dólares ocultos en una de las fosas.
El momento cumbre del western más popular de la historia del cine tuvo lugar en Silos. En 1966, cuando Domingo tenía 19 años y era un estudiante despistado. Habían llegado «los del cine». Y aquello cambió la vida de toda la comarca, al menos por un tiempo. Todo comenzó así: «Mi hermano me dijo que andaban buscando músicos y habían puesto un anuncio en el bar. Como no tenía otra cosa que hacer, me apunté y me cogieron enseguida. Fui con uno que tocaba el tambor pero como estaba gordo le dijeron que no, que la escena era en un campo de concentración y se supone que tenías que tener pinta de pasar hambre».
Subimos por un altozano de Carazo, que llaman la Majada de las Merinas. Allí tuvo Domingo su momento de gloria cinematográfica, tocando la armónica en el campo de Betterville, donde Sergio Leone mandó construir fosos, empalizadas y un fuerte. El grupo de músicos toca para que no se escuche la tremenda paliza que el cabo Wallace propina a Tuco. La banda amortigua los gritos de la tortura. Todavía se pueden ver los fosos y pequeños restos de las construcciones, aunque el cura revive cada instante con expresión de crío. Se sabe diálogos enteros y cuando llega al lugar donde se rodaron las escenas los reproduce haciendo diferentes voces. Conoce cada árbol, cada señal. Y a veces dice «mecagüen».
En aquella locura (se puede ver en un magnífico documental titulado 'Desenterrando Sad Hill'), puestos en la España de aquellos años, la llegada del cine marcó la historia de una generación de vecinos de varios pueblos. A los extras les pagaban trescientas pesetas al día, que era mucho. Aunque Domingo se llevó más porque el que llevaba la voz cantante entre los músicos resultó ser un avispado negociador. «Nos pidió que le siguiéramos el juego, y se fue al que mandaba y le dijo que teníamos que cobrar más, que éramos profesionales y él tocando en una sala de fiestas se sacaba dos mil pesetas en una noche. Y el otro que decía que no, que era mucho… Nos hizo una señal e hicimos como que nos íbamos y al final nos dieron eso». Se ríe con ganas, porque obtuvieron el doble.
El primer día de rodaje de la escena Leone comenzó a discutir con el director de fotografía y el operador y se les fue la mañana con las broncas. «Aprovechamos para estar con el Clint Eastwood y como nos tocó volver… pues otras dos mil. Yo, que era un estudiante muerto de hambre, que te daban diez pesetas para que te compraras una pasta el domingo». Con el dinero se pagó la matrícula del curso y se compró una enciclopedia Espasa-Calpe.

Una voladura costosa

Lo imaginario y lo real confluyen en estos paisajes. Nos detenemos en la entrada de un tosco camino pasado Hortigüela, en el valle del río Arlanza. El sacerdote recuerda aquel paisaje despoblado que ahora se presenta cubierto por imponentes árboles bien alimentados. Aquí se hizo un puente de más de cien metros, la frontera cinematográfica, nordistas a un lado y confederados al otro. Su voladura es la escena más espectacular y hubo que repetirla tres veces. La primera porque quedó pobre y Leone quería algo grandioso, la segunda porque las 400 toneladas de TNT colocadas explotaron antes de tiempo. El director había cedido a un coronel del Ejército español (que colaboró activamente en todos los trabajos de construcción de decorados) el privilegio de dar la señal y este se precipitó. El puente saltó por los aires y las cámaras no grabaron nada. Domingo señala los lugares, ocultos por la vegetación. Sería complicado ahora reconstruir ese momento y transformar la ensoñación en algo tangible.
Seguimos el camino en silencio. El párroco se sabe cada curva sombreada por las sabinas, los riscos de los que brotan buitres. En realidad cada lugar de esta provincia, porque ya ha perdido la cuenta de los pueblos en los que ha sido cura. Lleva más de medio siglo saliendo dos minutos en el cine y también ejerciendo una vocación que nunca fue a menos. El pasado domingo dio misa en cinco pueblos. También anduvo unos años por Ecuador. «Además de la cosa religiosa, es muy importante la vida que haces en el pueblo; tienes que meterte en el ajo, en el día a día, ayudar a la gente», dice. Y que también hay que saber manejarse, «porque coger muchas amistades en los sitios pequeños puede ser peligroso, te condiciona, porque siempre hay envidias».
Conserva la mirada inocente de un crío. Se lamenta del abandono del monasterio de San Pedro de Arlanza, que en la película era la misión de San Antonio. Hay una hermosa ermita en lo alto de la loma, la de San Pelayo, que también aparece en algunos fotogramas. Se mueve por la montaña con agilidad de experto senderista. Y acaricia la armónica en su bolsillo. Hay un bar de un pueblo cercano al que nunca la lleva porque el dueño está empeñado en comprársela. Todos conocen a Domingo y saben de su buen carácter. Paramos a beber agua, no como «Lee Van Cleef y todos esos, que se tomaban el whisky por un tubo». Le pregunto si es bueno echando sermones. Cree que sí, «me los preparo porque me gusta saber a dónde quiero ir a parar».
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Publicado en Diario SUR.
Copiado/pegado de Internet por Victoriano Orts Cobos.
Málaga 24 de agosto de 2020
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viernes, 21 de agosto de 2020







Verano 2020: A la sombra de la historia

La infancia malagueña de Vicente Aleixandre





Vicente Aleixandre en su biblioteca. /Archivo. SUR
Vicente Aleixandre en su biblioteca. / ARCHIVO. SUR

«Nací a la luz, e incluso a los libros, en Málaga, porque allí aprendí a leer, que es el segundo nacimiento», afirmaba el Nobel





Fernando Alonso

FERNANDO ALONSO

«Nací en Sevilla y, como digo siempre, me crié en Málaga. De modo que en Sevilla solo sé que nací allí, pero no tengo memoria de infancia. Todos mis recuerdos primeros de la vida son malagueños. Nací a la luz, e incluso a los libros, en Málaga, porque allí aprendí a leer, que es el segundo nacimiento». El mismo Aleixandre se definía como un malagueño nacido en Sevilla o un sevillano criado en Málaga.

Para saber más sobre la vida de uno de nuestros premios Nobel, lo mejor que puede hacer el lector curioso es leerse la estupenda biografía que le dedicó en el 2016 Emilio Calderón, también malagueño. Vicente Aleixandre Merlo nació en Sevilla el 26 de abril de 1898. Con apenas tres años trasladaron a su padre, Cirilo Aleixandre, a Málaga para desempeñar su trabajo como ingeniero de ferrocarriles. En Málaga la familia vivió en la calle Córdoba, entonces alameda Carlos de Haes, en el número 6, segunda planta. Sus abuelos maternos residían muy cerca, en la Alameda Principal.

Uno de los primeros recuerdos de Aleixandre es el del colegio de don Ventura, que estaba en la calle Sánchez Pastor haciendo esquina con la plaza del Carbón. Y lo que muy pocos malagueños saben es que Aleixandre fue compañero de clase de Emilio Prados. Todos los días salía de su casa en la calle Córdoba y pasaba por la calle Larios para recoger a su amigo Emilio. El padre de este tenía una lujosa tienda de muebles en el número 4 y la familia vivía en el mismo edificio. Aquí tenemos que imaginarnos al niño Vicente, de apenas diez años, dándole una voz a su amigo para que bajase y, cruzando la plaza de la Constitución, dirigirse juntos a la escuela. Don Buenaventura Barranco Borch esperaba a los niños de pie, desde unos minutos antes de las nueve, ya con el puntero en la mano. Tenía «el tupé levantado, cejas amenazadoras, bigotes a lo Káiser y ojos desmentidores de tanta fiereza», recuerda Aleixandre.
Curiosamente en este colegio estudió unos años más tarde otro Premio Nobel: Severo Ochoa. Pocos centros escolares en el mundo pueden presumir de haber contado entre sus alumnos con dos premios Nobel. Pensamos que es de justicia que el Ayuntamiento de Málaga colocase una placa conmemorativa en la fachada del edificio donde estuvo el colegio de don Ventura. Ese profesor los enseñó a escribir.
En la primera planta de esta casa de la calle Sánchez Pastor estuvo el colegio de don Ventura
En la primera planta de esta casa de la calle Sánchez Pastor estuvo el colegio de don Ventura / SUR
Desde muy pequeño Vicente Aleixandre se aficionó por la lectura. Aquí jugó un papel fundamental su abuelo Antonio Merlo, militar natural de Vélez. En su casa de la Alameda tenía una selecta biblioteca en la que el joven poeta leyó la Ilíada, novelas de Conan Doyle y de Galdós. Estas últimas le dejaron una profunda huella. Su abuelo le regaló las Leyendas de Bécquer.
Frente a la casa de Vicente Aleixandre estaba el famoso cine Pascualini, llamado así por su propietario, Emilio Pascual. Allí pudo ver nuestro escritor las primeras películas, todavía mudas, del cómico Max Linder, el más popular del momento. El cine Pascualini fue destruido por una bomba en 1937. En su solar estuvo el Teatro Alameda, hoy remozado como Teatro del Soho.
En vacaciones el padre de Aleixandre alquilaba una casa en Pedregalejo. Allí el poeta se llenaba de luz y de mar cada verano: «No había más que atravesar el jardín, cruzar el zaguán de la entrada posterior y salir a la playa. Y allí, al borde, tranquilo, apacible, brillador, el mar».
Examen para el ingreso en bachillerato en el Instituto General y Técnico.
Examen para el ingreso en bachillerato en el Instituto General y Técnico. / ARCHIVO DEL INSTITUTO NUESTRA SEÑORA DE LA VICTORIA (MARTIRICOS)
En junio de 1908 Vicente Aleixandre hizo el examen para el ingreso en el bachillerato en el Instituto General y Técnico. La prueba aún se conserva y fue descubierta en el archivo del instituto Nuestra Señora de la Victoria (vulgo Martiricos) en el año 2009 por Víctor Heredia y José Jiménez Trujillo. En marzo de 1909 el padre del poeta fue trasladado a Madrid, donde buscaba un clima más seco que resultase beneficioso para una enfermedad pulmonar que padecía. El poeta abandonó Málaga, pero ya se le quedó grabada para siempre en su corazón.
Aleixandre publicó su primer libro, 'Ámbito', en la Imprenta Sur en 1928. Un año después volvió a Málaga, de la que llevaba veinte años ausente. Aunque nos parezca sorprendente, el poeta no recordaba que Emilio Prados era ese niño que le acompañaba cada mañana a la escuela de don Ventura. Lo habían descubierto solo un par de años antes gracias a su correspondencia epistolar. Así que al bajarse del tren y ver a Emilio que había ido a esperarle, a Vicente le pareció escuchar: «Esta mañana te has retrasado en venir a recogerme».
Málaga y la Generación del 27
Málaga fue una ciudad esencial para los poetas del 27 y no solo porque en nuestra ciudad se editase la revista Litoral y la Imprenta Sur estampase algunos de sus libros. Además de Aleixandre, que dedicó a nuestra ciudad su bello libro 'Sombra del paraíso' (1944), y de los poetas malagueños José Moreno Villa, José María Hinojosa, Emilio Prados y Manuel Altolaguirre, otros genios del 27 estuvieron ligados a Málaga.
Rafael Alberti era sobrino de un cura de la parroquia de San Juan y jugaba de niño en la casa de Altolaguirre. Lorca veraneaba en La Caleta, en el hotel Hernán Cortés, y disfrutaba de nuestras playas. Luis Cernuda descubrió Málaga en el verano de 1928 y tanto le gustó que estuvo planteándose quedarse a vivir aquí con sus amigos de Litoral. Cuando Jorge Guillén volvía a España en la posguerra, se alojaba en el hotel Castillo de Santa Clara de Torremolinos. Pasó sus últimos años en su casa del Paseo de la Farola. Y está enterrado junto a su mujer en el Cementerio Inglés.
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Publicado en Diario SUR.
Copiado/ pegado de Internet por Victoriano Orts Cobos.
Málaga 21 de agosto de 2020.
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