EL VÍDEO
POR PABLO ARANDA,
DIARIO SUR, 26/08/2017.
El vídeo del hijo de
Tomasa no ha llegado en buen momento.
El obispo de
Málaga propone construir la torre que le falta a la Catedral y el hijo de
Tomasa quiere destruir todas las que haya. La Catedral tiene goteras y mañana o
pasado llega el diluvio universal. O la terminan hoy mismo o ya para qué. Lo
mejor de la propuesta del obispo es el juego que genera. Es como el vídeo del
hijo de la malagueña, que nos ha puesto a todos graciosísimos. Desde la arenosa
Siria el joven barbudo se habrá sentido noqueado por el cachondeo. Desde luego
es mejor esperar su indeseada respuesta riéndonos, pero y si. Las camareras de piso de la ciudad turística no llegan a
final de mes aunque trabajen a destajo, como para ponerse serios con el tonto
del vídeo. Se acabaron las tonterías, al menos estas. Una malagueña es guerrera
del ISIS y encima se llama Tomasa.
El obispo de Málaga
debería reivindicar el acto de ponerle ese nombre. El joven barbudo, Mohamed
Ahram Pérez, o sea: M. Ahram Pérez; o sea: majarón, Pérez, creció en Córdoba, con el calor que
hace en verano en Córdoba. Dicen los vecinos que no salía a la calle a jugar,
seguramente ni veraneaba en Fuengirola, entonces cordobés de qué. Quiere
vengarse de la inquisición, cuando debería buscar a los culpables de no salir a
la calle, papá y mamá. El califa, el visir, el jeque sobre la jaca, alguien
importantísimo del ISIS, le habrá dado unos cuantos cogotazos, o a lo mejor ha
sentido la imposible ternura y le ha dicho no te preocupes, tonto, van a
enterarse ahora. Enterarse es una palabra terrible, puede serlo, pues si
arrastramos la erre podemos hacerla doble. Enterrarse. O que él mismo tenga
poder, con esa cara. O que su mensaje, como el agua de mañana en la Catedral, realmente cale.
De toda esta
historia lo más difícil de comprender es que unas mujeres necesarias en la
cadena turística no lleguen a final de mes ni haciendo horas extras, que además
no se las pagan. Para contrarrestar la amenaza del tonto del vídeo vamos a
imaginar una dulce historia de amor: la de un vigilante de seguridad de una subcontrata
potente con una camarera de piso de una
subcontrata más potente todavía. Tienen amor, mucho, y trabajo, demasiado, pero
no pueden tener hijos porque tú llegas a la casa con el pan debajo del brazo
(qué asco) y el niño se lo come y hay que comprar más, y la ropita, y el cole y
quién demonio cuida al niño mientras regalamos horas extras. Al final nos toman
como si fuéramos todos majarones Pérez, aunque seamos piezas fundamentales en
la cadena. Del inodoro.
Pobre Pérez.
Pobre Tomasa con esa cabecita. Pobre nosotros
ahora liados otra vez con que si la torre sí o mejor no. Y tenemos sed y
nos mandan toda el agua de golpe. Ya que viene tormenta que un rayo caiga sobre
Pérez y otro sobre su puñetera madre. Y nosotros, mientras, podemos ir
dejándonos de tonterías.
******************************
Copiado por Victoriano
Orts Cobos.
Málaga 31 de agosto de
2017.