sábado, 29 de junio de 2013

RIESGO DE FUGA
Por MANUEL ALCÁNTARA, diario SUR, 29/06/13.
Aunque un gran número de españoles estén sufriendo el riesgo de quedarse en su patria y tener que oír a todas horas su aflicción, el juez Rus lo que teme es que se largue del país Bárcenas, que hasta ahora no había sufrido el menor peligro. Sin duda ha sido un buen día para la Justicia y sus andrajosos ropones: hacía falta tener valor para ponerle precio a la cabeza contable del único huésped de la cárcel de Soto del Real, que por cierto también espera clientes reales.
    En este día tan esperado que ya no lo esperaba nadie, ya que el que espera desespera. Todos sospechábamos que el sueldo del tesorero no podía dar para  tanto, a no ser que compartiera el tesoro con más de cuarenta ladrones. El mal llamado señor Bárcenas optó por una actitud desafiante, debe de guardar muchos secretos sobre la cúpula de su partido y como entre las cosas que le están llamando últimamente –chorizo, granuja, estafador- no figura la de tonto, es probable que tenga almacenados testimonios de complicidad. Los habrá depositado “bajo notario”, confiando en que los notarios no se equivoquen siempre como en el caso de la infanta.
   Todo hace suponer que sus días en presidio tienen los días contados. Dicho de otra manera: que la condena de no se sabe aún de unos cuantos años y un día no puede durar mucho más de un fin de semana. Si este hombre habla, muchos políticos del PP tendrán que callar para siempre. Sabe todos los números que hizo su partido, incluso los de circo, y si escribiera un libro de memorias tendría  los mismos volúmenes de sus libros de contabilidad.
   El riesgo del extesorero no es que se vaya de España, sino que se vaya de la lengua. Su lema fue “parte quiero, que si no me chivo”, como el de los juegos infantiles, cuando tratan de repartos. Solo un “desgraciado accidente” puede evitar que Bárcenas cuente lo que saben las ratas de su partido, que se creían más listas que los ratones colorados.  

V.O.C.

jueves, 20 de junio de 2013


SOSPECHOSOS HABITUALES
Diario SUR, 09/06/13.
Por ANTONIO SOLER.
Más de mil casos de corrupción han sembrado esta cosecha
de tifus político y este estado de desconfianza en masa.
Está de moda la cacería del político. Más que de moda ese anhelo cinegético es una pulsión, una fiebre que corre por el aire y cuyos gérmenes fueron difundidos precisamente los políticos, con sus torpes maniobras en el laboratorio del poder. La fórmula no les ha funcionado y de cara a la galería se han convertido en una especie de doctores chiflados sin ninguna gracia. A saber dónde quedó aquella emoción política de la Transición, cuando votar era una especie de orgasmo cívico, un acto de libertad y esperanza. Ahora hay quien vota con la sensación de hacerle tragar al político de turno su papeleta. Suerte que en estos meses de ventisca turbia no hay elecciones y la crispación es solo la natural, la atmosférica. Ya tenernos más que suficiente con el rastro podrido que dejan a su paso sus señorías, sus altezas, las instituciones, los catafalcos de la democracia, sus judas, sin que además tengamos que soportar la lluvia ácida de unas elecciones. El descrédito político es ya una cuestión climática. Deben asumir que son los sospechosos habituales y que el Congreso y sus hermanos menores, los autonómicos y las asambleas locales van camino de convertirse en una especie de rueda de reconocimiento donde se combina en parecida proporción la gente decente con los delincuentes.
    Hacer generalizaciones es una cojera de la inteligencia, un mal síntoma. Pero más de mil casos de corrupción han sembrado esta cosecha de tifus político y este estado de desconfianza en masa. No se puede tirar al bulto, pero uno a uno y peldaño a peldaño, los políticos se han ido ganando el deplorable medallero con que cada mañana los condecora el grueso de la ciudadanía en la barra del bar, en las colas del paro o en la ventanilla de los abusos. Ha caído en la indolencia mental y en la molicie anímica. Vegetan por los alrededores del cargo y por ahí depredan  soltando de tarde en tarde un bocado al contrario que tiene la osadía de acercarse por esos  prados en busca de alimento. Como si su única misión fuera marcar el territorio y arañar al adversario y no la de sostener los andamios de un país o un municipio. Propician su condición de casta, se distancian del barro y cada día que pasa se empeñan más en señalar a los ciudadanos como súbditos.
   No hace falta hablar de la casa real o del frontón con que se ha encontrado el juez José Castro, con la fiscalía, Hacienda y todo el aparato del Estado devolviendo su causa como una pared de hormigón. Solo hay que salir a la puerta de la calle, pisar tierra andaluza para encontrar ejemplos de esa desafección de los políticos hacia el pueblo. Con un aire de constricción propio de unos ejercicios espirituales de 1965, reconocen los políticos que sí, que existe una cierta desafección entre los ciudadanos hacia ellos. Se equivocan. Si de verdad quisieran reconocer algo, si anidara en ese razonamiento un principio de honradez intelectual, lo que reconocerían es que la desafección tuvo un origen inverso, y que nació de los políticos hacia quienes los sustentamos. No los miembros de un  partido ni los de otro, sino el estamento en su conjunto. Un ejemplo modesto pero ilustrativo de ese trabajo colectivo nos lo han ofrecido los miembros de la mesa del parlamento andaluz con su sigiloso intento de subirse el sueldo. PSOE, PP e IU, todos a una. Y bajo ellos la plebe abrasada a recortes a la que los padres de la nueva patria le piden un esfuerzo más, un nuevo empujón a la carroza en la que sus señorías nos hacen el favor de viajar.   

V.O.C.  

miércoles, 5 de junio de 2013

EN PARADERO DESCONOCIDO
Por Manuel Alcántara, Diario SUR, Málaga.
La troika aprueba a la reprobable banca, pero advierte que hay que seguir vigilando, no sea que pase lo de siempre. El dinero tiene la costumbre de juntarse y el de los ERE acabó congregándose en los infernales paraísos fiscales, mientras la Audiencia Nacional expulsa al PP de  “Gurtel” por sus artimañas en la defensa de Bárcenas. Si este señor hablara claro las cosas estarían menos turbias, pero sus secretos se destilan con cuentagotas y en el trayecto se convierten en sangre de los afectados. ¿Cómo sería España si estuviera habitada por menos ladrones? Hay quién cree que estaríamos mejor en todas las desorbitadas autonomías. En la andaluza, por ejemplo, no sería necesario darles el desayuno y la merienda a 11.000 alumnos pobres. Pobres de pedir algo para  desayunar y para almorzar. Pero esa población menesterosa tiene más suerte que la del año que viene, ya que cuando pase el verano se prevé que sean 48.000 los niños que opinen que se come mejor fuera de casa que en la suya, ya que en la suya no hay nada que comer. No se entiende cómo algunos políticos pueden dormir tranquilos después de leer esas estadísticas, que por cierto es lo único que leen.
El dinero que había hace años se ha esfumado, pero no ha desaparecido. Está en otra parte, pero está. Bastaría que hubiese una ley que obligara a los ilustrísimos rateros al por mayor a que lo que hay fuera lo metieran dentro. Sería algo escandaloso, que incluso podría preocupar a la infanta Cristina y a su augusto padre, y al propio Urdangarín, al que se supone resignado a acarrear con sus culpas financieras, que son bastantes, pero no son todas.
  La democracia no nos ha salido mal, lo que deja mucho que desear son nuestros demócratas. Enmascarados en los números han alterado las cuentas y ahora no salen a nadie, ni a los niños de las escuelas ni a los viejos que no tienen fuerzas para jugar a la petanca.