El papel de héroe
El inmigrante de Malí Mamoudou Gassama se jugó el sábado la vida para salvar a un niño colgado de un cuarto piso en París. Hoy ya es francés
Mamoudou Gassama se convirtió en francés en 30 segundos de la nada al todo. Fue ese el tiempo que tardó en encaramarse a la barandilla de un balcón y ascender a pulso cuatro pisos para salvar la vida a un niño de cuatro años que estaba a punto de caer al vacío. Su gesta ha conmovido a toda Francia, que ya le considera uno de los suyos. Al nuevo héroe le costó mucho más que medio minuto atravesar África para partir desde un puerto de Libia hasta Italia y de allí a París, donde reside desde hace seis meses. Hasta el sábado era uno más entre los miles de 'sin papeles' que deambulan por la capital gala en busca de una oportunidad para ganarse la vida.
Mamoudou tiene 22 años, nació en Malí y ahora va a ser ciudadano francés por aclamación popular. Hasta el Frente Nacional de Marine Le Pen, tan alérgico a todo cuanto suene a inmigración, ha reconocido su acto de civismo y se ha mostrado partidario de regularizar su situación legal aunque a cambio, eso sí, de que expulsen inmediatamente «a todos los clandestinos».
Las imágenes del joven que ya es conocido como el 'hombre araña' son espectaculares. Mamoudou era un anónimo indocumentado que el sábado por la tarde buscaba junto a su novia un lugar para ver la final de la Champions cuando un tumulto llamó su atención. Frente a un edificio del distrito XVIII, un grupo de personas alzaban la vista espantadas hacia un balcón del que colgaba un niño. El pequeño se agarraba con fuerza a la barandilla mientras intentaba afianzarse con los pies y un vecino hacía lo que podía para acercarse desde el balcón contiguo. Estaba claro que iba a caer en cualquier momento.
El miedo llegó después
Los psicólogos dicen que ante situaciones como esas la mayor parte de los espectadores se quedan paralizados, sin saber muy bien qué hacer. Pero en otras personas sucede justo lo contrario; su cerebro segrega descargas de dopamina y activan circuitos neuronales que convierten a un tipo normal en un gigante. Es lo que ocurrió con el joven maliense.
El ascenso de Mamoudou por la fachada fue vertiginoso. Mientras otros intentaban subir o hacían el amago de hacerlo, él llegó en un suspiro hasta el niño y, antes de entrar él mismo en el balcón, le asió por un brazo y lo puso a salvo. Fue entonces cuando se dio cuenta de lo que había hecho y estuvo a punto de derrumbarse. «No pensé nada, pensé en salvarlo y gracias a Dios lo hice. Tuve miedo después, me puse a temblar y me tuve que sentar porque no me sostenían las piernas», confesó después a los periodistas, que desde el sábado no han dejado de hacerle preguntas.
Los vídeos grabados por los vecinos del barrio no tardaron en recorrer Francia. En menos de 24 horas, miles de personas ya habían pedido la nacionalidad para Mamoudou Gassama. No era una petición extraña; la legislación gala tiene prevista esta recompensa para extranjeros que hayan prestado servicios excepcionales en el país. El encargado de conceder los papeles al nuevo héroe fue el propio presidente de la República, Emmanuel Macron, quien ayer recibió a un joven que entró indocumentado en el Eliseo y salió de allí con una condecoración, con la promesa de que pronto será naturalizado francés y con la propuesta de entrar a trabajar como bombero en París. Un día antes, el joven había sido recibido por la alcaldesa de la capital, Anne Hidalgo. «Me explicó que había llegado de Malí hacía unos pocos meses con el sueño de establecerse aquí. Le respondí que su gesta era un ejemplo para todos los ciudadanos y que el Ayuntamiento de París, obviamente, le ayudará en sus esfuerzos por establecerse en Francia», declaró Hidalgo tras el encuentro.
Alabanzas
Con los héroes sucede que todos quieren sacarse fotos junto a ellos antes de que pasen al olvido o sean sustituidos por otros. Y es también lo que le está sucediendo a un abrumado Mamoudou, que no deja de cosechar alabanzas superlativas. «Este acto de inmenso valor, fiel a los valores de solidaridad de nuestra República, debería abrirle las puertas de nuestra comunidad nacional», escribió en las redes sociales el portavoz del Gobierno, Benjamin Griveaux. «Felicidades, es magnífico. En educación lo que más cuenta es la ejemplaridad, y usted ha sido ejemplo», le agradeció el ministro del ramo, Jean Michel Blanquer, al coincidir con él en los pasillos de una cadena de televisión.
De lo que no hay constancia es de lo que le han podido decir los progenitores del niño, que vivía con su padre, ya que la madre reside en la isla de Reunión junto a parte de la familia. El hombre, de 36 años y sin antecedentes penales, contó a la Policía que dejó solo a su hijo unos minutos para ir a hacer unas compras, pero ayer el fiscal del caso desveló que se retrasó al volver a casa porque al salir de la tienda se puso a jugar en su teléfono móvil con la aplicación de Pokémon Go.
El domingo, el padre fue detenido y puesto a disposición judicial bajo el cargo de sustracción de la obligación parental. En cuanto al niño, que está en manos de los servicios sociales, solo sufrió la rotura de una uña. Durante unos sobrecogedores segundos, él se aferró como pudo a la vida. A su modo, también fue un héroe solitario, como su salvador. Solo que al pequeño le faltaba su padre y a Mamoudou, los papeles.
Honor en francia
La legislación francesa permite nacionalizar a extranjeros por sus servicios excepcionales. Es el caso de Lassana Bathily, también emigrante de Malí, que el 9 de enero de 2015 se convirtió en un héroe cuando un yihadista tomó rehenes en el supermercado judío en el que trabajaba. El joven dependiente ocultó a seis clientes en la cámara frigorífica del establecimiento y ayudó a la Policía a asaltar el comercio. Lassana, que escribió su experiencia en un libro, recibió la nacionalidad francesa, al igual que el hombre conocido como Didi, un guardia de seguridad argelino que salvó en la discoteca Bataclan a centenares de personas a las que ayudó a huir en el atentado del 13 de noviembre de 2015.
Mohssen, en la imagen de abajo, y Mohamed, dos jóvenes tunecinos, salvaron en 2014 la vida a quince vecinos de un edificio que se había incendiado en Aubervilliers. El Gobierno francés solo tardó diez días en concederles a ambos el permiso de residencia por su comportamiento ejemplar como primer paso para su posterior nacionalización.