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Fotografía:es.wikipedia.org |
Breve
semblanza
Desde pequeña ayudó a sus
padres en el trabajo familiar del bar que poseían.
Desde muy joven trabajó de
maestra, profesión que compaginaba con su afición literaria.
A los 19 años (1911) se
convirtió en madre soltera: tuvo un hijo (Alejandro) de una relación no
estable.
A los 43 años (1935) la
operaron de un cáncer de mama.
Tres años después, 1938,
tomó la tremenda decisión, (motivos le sobrarían) de adentrarse en el mar para
anestesiar para siempre su dolor.
En los últimos días de su
existencia había escrito su último poema titulado “Voy a dormir”, que envió al
Diario La Nación y que fue publicado días después de su fallecimiento.
Para homenajear su recuerdo
he elegido dos poemas titulados:
“Carta
lírica a otra mujer”, y como no podía ser de otra manera; “Voy a dormir”.
El primer poema está
compuesto por 82 versos endecasílabos, a excepción del último que es un pentasílabo.
El segundo es un soneto
estructurado también en endecasílabos con rima libre o asonante. No era el momento
idóneo de perder tiempo en buscar consonancias. Además, ella, dentro de su gran
drama, tendría la certeza de que iba a ser el poema más leído de su extensa
obra lírica.
Descanse en paz para siempre
Alfonsina Storni, y nosotros, gocemos de Su Obra.
V.O.C.
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Carta
Lírica a otra mujer
Vuestro
nombre no sé, ni vuestro rostro
conozco
yo, y os imagino blanca,
débil
como los brotes iniciales,
pequeña,
dulce… Ya ni sé… Divina.
En
vuestros ojos, placidez de lago
que
se abandona al sol y dulcemente
le
absorbe su oro mientras todo calla.
Y
vuestras manos, finas, como aqueste
dolor,
el mío, que se alarga, alarga.
Y
luego seme muere y se concluye,
así
como lo veis, en algún verso.
¡Ah!,
¿sois así? Decidme si en la boca
tenéis
un rumoroso colmenero,
si
las orejas vuestras son a modo
de
pétalos de rosas ahuecados…
Decidme
si lloráis, humildemente,
mirando
las estrellas tan lejanas,
y si
en las manos tibias se os aduermen
palomas
blancas y canarios de oro.
Porque
todo eso y más vos sois, sin duda,
vos,
que tenéis al hombre que adoraba
entre
las manos dulces, vos la bella
que
habéis matado, sin saberlo acaso,
toda
la esperanza en mí…Vos su criatura.
Porque
él es todo vuestro: cuerpo y alma
estáis
gustando del amor secreto
que
guardé silencioso…Dios lo sabe
por
qué yo no alcanzo a penetrarlo.
Os lo
confieso que una vez estuvo
tan
cerca de mi brazo, que a extenderlo
acaso
mía aquella dicha vuestra
me
fuera ahora… ¡Sí!, acaso mía…
Más
ved, estaba el alma tan gastada
que
el brazo mío no alcanzó a extenderse,
la
sed divina, contenida entonces
me
pulió el alma… ¡Y él ha sido vuestro!
¿Comprendéis
bien? Ahora, en vuestros brazos
él
se adormece y le decís palabras
pequeñas
y menudas que semejan
pétalos
volanderos y muy blancos.
Acaso
un niño rubio vendrá luego
a
copiar en los ojos inocentes
los
ojos vuestros y los de él unidos
en
un espejo azul y cristalino…
¡Oh,
ceñidle la frente! ¡Era tan amplia!
¡arrancaban
tan firmes los cabellos
a
grandes ondas, que a tenerla cerca
no
hiciera yo otra cosa que ceñirla!
Luego,
dejad que en vuestras manos vaguen
los
labios suyos; él me dijo un día
que
nada era tan dulce al alma suya
como
besar las femeninas manos…
Y
acaso alguna vez, yo, la que anduve
vagando
por afuera de la vida
-como
aquellos filósofos mendigos
que
van a las ventanas señoriales
a
mirar sin envidia toda fiesta-
me
allegue humildemente a vuestro lado
y
con palabras quedas, susurrantes,
os
pida vuestras manos un momento
para
besarlas yo, como él las besa…
Y al
recubrirlas lenta, lentamente,
vaya
pensando; aquí se aposentaron
¿cuánto
tiempo, sus labios, cuánto tiempo
en
las divinas manos que son suyas?
¡Oh,
qué amargo deleite, este deleite
de
buscar huellas suyas y seguirlas,
sobre
las manos vuestras tan sedosas,
tan
finas, con sus venas tan azules!
¡Oh,
que nada podría, ni ser suya,
ni
dominarle el alma, ni tenerlo
rendido
aquí a mis pies, recompensarme
este
horrible deleite de hacer mío
un
inefable, apasionado rastro.
Y
allí en vos misma, sí, pues sois barrera,
barrera
ardiente, viva, que al tocarla
ya
me remueve este cansancio amargo,
este
silencio de alma en que me escudo,
este
dolor mortal en que me abismo,
esta
inmovilidad del sentimiento
que
sólo salta, bruscamente, cuando
nada
es posible!
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VOY
A DORMIR
Dientes
de flores, cofia de rocío,
manos
de hierbas, tú, nodriza fina,
tenme
puestas las sábanas terrosas
y el
edredón de musgos escardados.
Voy
a dormir, nodriza mía, acuéstame.
Ponme
una lámpara a la cabecera,
una
constelación, la que te guste,
todas
son buenas; bájala un poquito.
Déjame
sola: oyes romper los brotes,
te
acuna un pie celeste desde arriba
y un
pájaro te traza unos compases
para
que olvides. Gracias…Ah, un encargo,
si
él llama nuevamente por teléfono
le
dices que no insista, que he salido...
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Copiado del libro "Las mil mejores poesías
de la Lengua Castellana" , (el primero) y de
es.wikipedia.org (el segundo)
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(Re)visado el día 19 de agosto de 2019.
V.O.C.