domingo, 6 de mayo de 2012


ALFONSINA STORNI
Sala Capriasca, Suiza. 1892-1938, Mar del Plata, Argentina.
MUJERES POETAS XII.
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Fotografía:es.wikipedia.org

Breve semblanza
Desde pequeña ayudó a sus padres en el trabajo familiar del bar que poseían.
Desde muy joven trabajó de maestra, profesión que compaginaba con su afición literaria.
A los 19 años (1911) se convirtió en madre soltera: tuvo un hijo (Alejandro) de una relación no estable.
A los 43 años (1935) la operaron de un cáncer de mama.
Tres años después, 1938, tomó la tremenda decisión, (motivos le sobrarían) de adentrarse en el mar para anestesiar para siempre su dolor.
En los últimos días de su existencia había escrito su último poema titulado “Voy a dormir”, que envió al Diario La Nación y que fue publicado días después de su fallecimiento.
Para homenajear su recuerdo he elegido dos poemas titulados:
“Carta lírica a otra mujer”, y como no podía ser de otra manera; “Voy a dormir”.
El primer poema está compuesto por 82 versos endecasílabos, a excepción  del último que es un pentasílabo.
El segundo es un soneto estructurado también en endecasílabos con rima libre o asonante. No era el momento idóneo de perder tiempo en buscar consonancias. Además, ella, dentro de su gran drama, tendría la certeza de que iba a ser el poema más leído de su extensa obra lírica.
Descanse en paz para siempre Alfonsina Storni, y nosotros, gocemos de Su Obra. 
V.O.C.
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Carta Lírica a otra mujer
Vuestro nombre no sé, ni vuestro rostro
conozco yo, y os imagino blanca,
débil como los brotes iniciales,
pequeña, dulce… Ya ni sé… Divina.
En vuestros ojos, placidez de lago
que se abandona al sol y dulcemente
le absorbe su oro mientras todo calla.

Y vuestras manos, finas, como aqueste
dolor, el mío, que se alarga, alarga.
Y luego seme muere y se concluye,
así como lo veis, en algún verso.
¡Ah!, ¿sois así? Decidme si en la boca
tenéis un rumoroso colmenero,
si las orejas vuestras son a modo
de pétalos de rosas ahuecados…
Decidme si lloráis, humildemente,
mirando las estrellas tan lejanas,
y si en las manos tibias se os aduermen
palomas blancas y canarios de oro.
Porque todo eso y más vos sois, sin duda,
vos, que tenéis al hombre que adoraba
entre las manos dulces, vos la bella
que habéis matado, sin saberlo acaso,
toda la esperanza en mí…Vos su criatura.
Porque él es todo vuestro: cuerpo y alma
estáis gustando del amor secreto
que guardé silencioso…Dios lo sabe
por qué yo no alcanzo a penetrarlo.
Os lo confieso que una vez estuvo
tan cerca de mi brazo, que a extenderlo
acaso mía aquella dicha vuestra
me fuera ahora… ¡Sí!, acaso mía…
Más ved, estaba el alma tan gastada
que el brazo mío no alcanzó a extenderse,
la sed divina, contenida entonces
me pulió el alma… ¡Y él ha sido vuestro!
¿Comprendéis bien? Ahora, en vuestros brazos
él se adormece y le decís palabras
pequeñas y menudas que semejan
pétalos volanderos y muy blancos.
Acaso un niño rubio vendrá luego
a copiar en los ojos inocentes
los ojos vuestros y los de él unidos
en un espejo azul y cristalino…
¡Oh, ceñidle la frente! ¡Era tan amplia!
¡arrancaban tan firmes los cabellos
a grandes ondas, que a tenerla cerca
no hiciera yo otra cosa que ceñirla!
Luego, dejad que en vuestras manos vaguen
los labios suyos; él me dijo un día
que nada era tan dulce al alma suya
como besar las femeninas manos…
Y acaso alguna vez, yo, la que anduve
vagando por afuera de la vida
-como aquellos filósofos mendigos
que van a las ventanas señoriales
a mirar sin envidia toda fiesta-
me allegue humildemente a vuestro lado
y con palabras quedas, susurrantes,
os pida vuestras manos un momento
para besarlas yo, como él las besa…

Y al recubrirlas lenta, lentamente,
vaya pensando; aquí se aposentaron
¿cuánto tiempo, sus labios, cuánto tiempo
en las divinas manos que son suyas?
¡Oh, qué amargo deleite, este deleite
de buscar huellas suyas y seguirlas,
sobre las manos vuestras tan sedosas,
tan finas, con sus venas tan azules!
¡Oh, que nada podría, ni ser suya,
ni dominarle el alma,  ni tenerlo
rendido aquí a mis pies, recompensarme
este horrible deleite de hacer mío
un inefable, apasionado rastro.
Y allí en vos misma, sí, pues sois barrera,
barrera ardiente, viva, que al tocarla
ya me remueve este cansancio amargo,
este silencio de alma en que me escudo,
este dolor mortal en que me abismo,
esta inmovilidad del sentimiento
que sólo salta, bruscamente, cuando
nada es posible!

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VOY A DORMIR
Dientes de flores, cofia de rocío,
manos de hierbas, tú, nodriza fina,
tenme puestas las sábanas terrosas
y el edredón de musgos escardados.

Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame.
Ponme una lámpara a la cabecera,
una constelación, la que te guste,
todas son buenas; bájala un poquito.

Déjame sola: oyes romper los brotes,
te acuna un pie celeste desde arriba
y un pájaro te traza unos compases

para que olvides. Gracias…Ah, un encargo,
si él llama nuevamente por teléfono
le dices que no insista, que he salido...

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Copiado del libro "Las mil mejores poesías
de la Lengua Castellana" , (el primero) y de
es.wikipedia.org (el segundo)
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(Re)visado el día 19 de agosto de 2019.
V.O.C.



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