GABRIELA MISTRAL
(Lucila de María del Perpetuo Socorro Godoy Alcoyaga)
Vicuña, (Chile) 1889-1957. Nueva York, (EE.UU)
Utilizó el seudónimo
literario en homenaje a dos de sus poetas favoritos: El italiano Gabriele
D`Annunzio y el francés Frédéric Mistral.
En 1945 le concedieron el
Premio Nobel de Literatura.
Es la primera y única
escritora en Lengua Castellana que ha recibido dicho galardón.
Aunque su padre abandonó el
hogar cuando ella tenía solo tres años, Gabriela Mistral lo quiso y siempre lo
defendió. Cuenta que encontró unos versos
suyos muy “bonitos”. “Esos versos de mi padre, los primeros que leí,
despertaron mi pasión por la poética;” escribió.
A los 15 años se enamoró
platónicamente de Alfredo Videda Pineda, hombre rico y hermoso, más de 20 años
mayor que ella, con el que se carteó durante casi año y medio.
En 1906 conoció a Romelio
Ureta, funcionario de ferrocarril. Éste sacó un dinero de la caja del
ferrocarril donde trabajaba con el fin de ayudar a un amigo; como no lo pudo
devolver, Ureta se suicidó en 1909.
Más tarde – a raíz de su
triunfo en los Juegos Florales con Sonetos de la muerte, versos que
relacionaron con el suicida – nació el mito, que tuvo amplia difusión, del gran
amor entre ambos.
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BALADA
Él
pasó con otra.
¡Yo
le vi pasar!
Siempre
dulce el viento
Y el
camino en paz.
¡Y
estos ojos míseros
Le
vieron pasar!
Él
va amando a otra
Por
la tierra en flor.
Ha
abierto el espino,
Pasa
una canción.
¡Y
él va con la otra
Por
la tierra en flor!
Él
besó a la otra
A
orillas del mar.
Resbaló
en las olas
La
luna de azahar.
¡Y
no untó mi sangre
La
extensión del mar!
Él
irá con otra
Por
la eternidad.
Habrá
cielos dulces.
(Dios
quiera callar.)
¡Y
él será con otra
Por
la eternidad!
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NOCTURNO
Padre
nuestro, que estás en los cielos,
¿Por
qué te has olvidado de mí?
Te
acordaste del fruto en febrero,
Al
llagarse su pulpa rubí.
¡Llevo
abierto mi costado
Y no
quieres mirar hacia mí!
Te
acordaste del negro racimo
Y lo
diste al lagar carmesí,
Y
aventaste las hojas del álamo
Con
tu aliento, en el aire sutil.
¡Y
en el ancho lagar de la muerte
Aún
no quieres mi percho oprimir!
Caminando
vi abrir las violetas;
El
falerno del viento bebí,
Y he
bajado, amarillos, mis párpados
Por
no ver más enero ni abril.
Y he
apretado la boca anegada
De
la estrofa que no he de exprimir.
¡Has
herido la nube de otoño
Y no
quieres volverte hacia mí!
Me
vendió el que besó mi mejilla;
Me
negó por la túnica ruin.
Yo
en mis versos el rostro con sangre,
Como
Tú sobre el paño, le di;
Y en
mi noche del Huerto me han sido:
Juan,
cobarde, y el Ángel, hostil.
Ha
venido el cansancio infinito
A
clavarse en mis ojos, al fin;
El
cansancio del día que muere
Y el
del alba, que debe venir;
¡El
cansancio del cielo de estaño
Y el
cansancio del cielo de añil.
Ahora
suelto la mártir sandalia
Y
las trenzas pidiendo dormir.
Y
perdida en la noche levanto
El
clamor aprendido de Ti
Padre
nuestro que estás en los cielos,
¿Por
qué te has olvidado de mí?:
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APEGADO
A MÍ
Velloncillo
de mi carne
Que
en mi entraña yo tejí,
Velloncillo
friolento,
¡Duérmete
apegado a mí!
La
perdiz duerme en el trébol
Escuchándolo
latir.
No
se turben mis alientos,
¡Duérmete
apegado a mí!
Hierbecita
temblorosa
Asombrada
de vivir,
No te
sueltes de mi pecho:
¡Duérmete
apegado a mí!
Yo
que todo lo he perdido
Ahora
tiemblo de dormir.
No
resbales de mi brazo:
¡Duérmete
apegado a mí.
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Copiado del libro "Las mil mejores poesías
de la Lengua Castellana" de J.Bergua"
(Re)visado el día 17 de agosto de 2016.
V.O.C.
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Copiado del libro "Las mil mejores poesías
de la Lengua Castellana" de J.Bergua"
(Re)visado el día 17 de agosto de 2016.
V.O.C.
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