martes, 10 de abril de 2012

DELMIRA AGUSTINI
Montevideo, Uruguay. (1886-1914), Montevideo.
MUJERES POETAS. X.
Fotografía:es.wikipedia.org


Breve semblanza.

Delmira Agustini fue criada en una familia que a pesar de ser conservadora y tener conductas estrictas, le dieron la posibilidad de cultivarse culturalmente y desarrollar su creatividad.
Fue una niña precoz. Además de componer versos desde que tenía 10 años realizó estudios de francés, música y pintura.
Su poesía expresó el erotismo femenino en una época en la que el mundo estaba dominado por el hombre.
Contrajo matrimonio con Enrique Job Reyes el 14 de agosto de 1913, pero por desavenencias conyugales lo abandonó un mes y medio después, divorciándose el 5 de junio de 1914.En julio del mismo año muere asesinada por su exesposo, quien después se suicidó.
Wikipedia
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Con 18 años murió Juana Borrero. (Mujeres Poetas .IX.) Demasiado joven, pero de muerte natural. (De enfermedad natural).
 No es el caso de Delmira  Agustini, que murió a los 28, de “enfermedad machista”. Un “macho” estancado en la era Cromañón, consideró que ya había vivido suficiente y como si de un objeto de su propiedad se tratara acabó con su vida.
¡Qué pena que haya seres tan cobardes y retorcidos capaces de actuar de manera tan infame! Con lo bien que hubiese quedado este primate suicidándose antes de cometer tan atroz barbaridad.
Delmira murió tempranamente, pero su obra, extensa y sensorial vivirá por los siglos para gloria de la cultura.
V.O. C.
 MIS AMORES
 Hoy han vuelto.
Por todos los senderos de la noche han venido
A llorar en mi lecho.
¡Fueron tantos, son  tantos!
Yo no sé cuales viven, yo no sé cual ha muerto.
Me lloraré yo misma para llorarlos todos.
La noche bebe el llanto como un pañuelo negro.
Hay cabezas doradas al sol, como maduras…
Hay cabezas tocadas de sombra y de misterio,
Cabezas coronadas de una espina invisible,
Cabezas que sonrosa la rosa del ensueño,
Cabezas que se doblan a cojines de abismo,
Cabezas que quisieran descansar en el cielo,
Algunas que no alcanzan a oler a primavera,
Y muchas que trascienden a las flores de invierno.
Todas esas cabezas me duelen como llagas…
Me duelen como muertos…
¡Ah…!, y los ojos…, los ojos me duelen más: ¡son dobles…!
Indefinidos, verdes, grises, azules, negros,
Abrasan si fulguran,
Son caricias, dolor, constelación, infierno.
Sobre toda su luz, sobre todas sus llamas,
Se iluminó mi alma y se templó mi cuerpo.
Ellos me dieron sed de todas esas bocas…
De todas esas bocas que florecen mi lecho:
Vasos rojos o pálidos de miel o de amargura
Con lises de armonía o rosas de silencio,
De todos esos vasos donde bebí la vida.
De todos esos vasos donde la muerte bebo…
El jardín de sus bocas venenoso, embriagante,
 En donde respiraba “sus” almas. Y  “sus” cuerpos.
Humedecido en lágrimas
Ha rodeado mi lecho…
Y las manos, las manos colmadas de destinos
Secretos y alhajadas de anillos de misterio…
Hay manos que nacieron con guantes de caricia,
Manos que están colmadas de la flor del deseo,
Manos en que se siente un puñal nunca visto,
Manos en que se ve un intangible cetro;
Pálidas o morenas, voluptuosas o fuertes,
En todas, todas ellas puede  engarzar un sueño.
Con tristeza de alma
Se doblegan los cuerpos,
Sin velos, santamente
Vestidos de deseo.
Imanes de mi brazo, panales de mi entraña
Como a invisible abismo se inclinan a mi lecho…
¡ah,  entre todas las manos, yo he buscado tus manos!
Tu boca entre las bocas, tu cuerpo entre los cuerpos,
De todas las cabezas yo quiero tu cabeza,
De todos esos ojos, ¡tus ojos sólo quiero!
 eres el más triste, por ser el más querido,
Tú has llegado el primero por venir de más lejos…
¡Ah, la cabeza oscura que no he tocado nunca
Y las pupilas claras que miré tanto tiempo!
Las ojeras que ahondamos la tarde y yo inconscientes,
La palidez extraña que doblé sin saberlo,
Ven a mí: mente a mente;
Ven a mí: ¡cuerpo a cuerpo!
Tú me dirás qué has hecho de mi primer suspiro.
Tú me dirás qué has hecho del sueño de aquel beso…
Me dirás si lloraste cuando te dejé solo…
¡Y me dirás se has muerto…!
Si has muerto,
Mi pena enlutará la alcoba lentamente,
Y estrecharé tu sombra hasta apagar mi cuerpo.
Y en el silencio ahondado de tinieblas,
Y en la  tiniebla ahondada de silencio,
Nos velará llorando, llorando hasta morirse
Nuestro hijo: el recuerdo.     
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LO INEFABLE
Yo muero extrañamente… No me mata la vida,
No me mata la muerte, no me mata el amor;   
Muero de un pensamiento mudo como una herida…
¿No habéis sentido nunca el extraño dolor

De un pensamiento inmenso que se arraiga a la vida,
Devorando alma y carne, y no alcanza a dar flor?
¿Nunca llevasteis dentro una estrella dormida
Que os abrazaba enteros y no daba un fulgor?...

¡Cumbre de los martirios!... llevar eternamente
Desgarradora y árida, la trágica simiente
Clavada en las entrañas como un diente feroz!

¡Pero arrancarla un día en una flor que abriera
Milagrosa, inviolable!… ¡Ah más grande no fuera
Tener entre las manos la cabeza de Dios!...
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Copiado del libro "las mil mejores poesías
de la Lengua Castellana y; de www.amediavoz.com
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(R)evisado el día 16 de agosto de 1916.
V.O.C.

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