jueves, 23 de octubre de 2014

PASEANDO POR NGARUAWAHIA.

PASEANDO POR NGARUAWAHIA.
DE MÁLAGA A LA VICTORIA. Capítulo XLVII
(Viaje Virtual de Málaga a La Victoria, (Córdoba), a  través de los polos, por los Meridianos 4º O y 176º E).

Fotografía:preparemonosparaelcambio.com


¡Por fin! Después de diez largos meses de odisea, he conseguido llegar a mitad de camino de mi viaje a La Victoria, (Córdoba). En este preciso instante estoy paseando tranquilamente por las antípodas.
Si excavase bajo mis pies, hasta el final de La Tierra, saldría por algún lugar de la comarca del pueblo en el que vi la luz y respiré el aire por primera vez en mi vida. Si las coordenadas son exactas lo haría por la Plaza de España.  
Paseo por las calles y plazas de Ngaruawahia con este pensamiento y una sensación de sopor va invadiendo todo mi ser. Es como si una droga amiga hubiese bañado  todo mi cuerpo. La pereza se va adueñando de mí y opto por sentarme en un banco de una recoleta plaza cercano a un surtidor cuyo sonido musical termina por adormecerme.
Inesperadamente, un ruido ensordecedor interrumpe mi paz y noto que la tierra se abre a mis pies y una fuerza extrema y desconocida me succiona hacia el centro de la tierra a una velocidad inaudita y mi reacción es, cerrando los ojos, lanzar un ¡Aaaayyyy! de terror.
No había terminado de pronunciar la palabra ¡Aaaayyyy! cuando abro los ojos y sorprendentemente me veo en el aire dentro de una  esfera. Miro hacia abajo y observo que puedo estar suspendido a una altura superior a los mil metros sobre la tierra.
Trato de reaccionar y de averiguar dónde estoy y qué es lo que ha pasado. Puede decirse que la bola en que me encuentro es una réplica exacta en miniatura al globo terráqueo. Su diámetro por su centro o ecuador puede medir 30 metros y por los polos sus medidas son inferiores debido a que su hemisferio  sur termina recortado a la altura del Trópico de Capricornio dejando una abertura circular en toda su base.
En el centro, a la altura de su ecuador  tiene una balconada interior circular de aproximadamente un metro de ancho abarandado en toda su circunferencia, por el cual puedo  pasearme tranquilamente sin miedo a despeñarme. Sus paredes, circulares por supuesto, son de un material acristalado opaco desde el cual puedo ver el exterior mirando hacia cualquier lugar sin ser visto por los seres que puedan estar observando la nave. Siempre frente a mí, gire hacia donde gire, aparece una pantalla que en este momento refleja un escrito que es el siguiente:
Situación de la nave: Coordenadas Geográficas, 37º 40´ N, 4º 51´O.
Este dato es clarificador. Me encuentro en las antípodas del lugar en el que hace unos minutos paseaba tranquilamente: 37º 40´S  175º 09´ E., en Ngaruawahia – Hamilton, (Nueva Zelanda). Estoy a mil metros sobre la vertical  de la Plaza de España del  pueblo de La Victoria, (Córdoba) España, en una nave misteriosa para mí, la cual, al captar los rayos solares se ilumina como una lámpara gigante, siendo visible por los habitantes de todos los pueblos limítrofes del entorno de La Victoria, que asombrados e incrédulos contemplan el objeto fantástico que sorprendentemente les ha llenado de intriga.

Al lado de la pantalla, girando sobre su eje en el sentido de las agujas del reloj, aparece una nave diminuta, réplica exacta  de la principal, en la que puedo leer en su hemisferio sur, en letras mayúsculas de un rojo luminoso la siguiente frase, reproducción exacta de la que aparece en el mismo lugar exterior de la nave principal:


LOS HABITANTES NGARUAWAHIA - HAMILTON, (NUEVA ZELANDA), SALUDAN A SUS SEMEJANTES DE LAS ANTÍPODAS EN: SANTAELLA, LA RAMBLA, FERNÁN NÚÑEZ, ALDEA QUINTANA, LA CARLOTA, LA GUIJARROSA, SAN SEBASTIÁN DE LOS BALLESTEROS Y LA VICTORIA; (CÓRDOBA), ESPAÑA.

En cuestión de minutos, los vecinos de toda aquella comarca estaban, prácticamente todos en la calle sorprendidos haciendo todo tipo de comentarios. Los móviles hervían en las manos de los presentes.
Pasados unos minutos el objeto volador, no identificado aún, sin dejar de rotar sobre su eje comenzó a bajar hasta llegar a la altura de unos doscientos metros y a continuación, desde esa altura, desde la cual podía leerse perfectamente el misterioso saludo, comenzó  su traslación hacia el sur llegando a situarse  en la vertical del  centro geográfico de  Santaella, y, tras dar varias vueltas por su perímetro giró en sentido contrario a las agujas del reloj hacia La Rambla, Fernán Núñez, Aldea Quintana, La Carlota, La Guijarrosa, San Sebastián de los Ballesteros, realizando la misma exhibición en cada una de ellas,  para regresar de nuevo a La Victoria, y nuevamente subir hasta los mil metros en que se situó en principio.
El alboroto estaba servido. Garantizado. ¿Qué pintaba aquel vehículo en el aire de aquella comarca? Y ¿Qué significaba aquel saludo de aquellos habitantes desconocidos de Ngaruawahia - Hamilton, (Nueva Zelanda?)
Algunos, los más agudos, comenzaron a comprender algo. Sin lugar a dudas, dijeron, Nueva Zelanda está en las antípodas de España. Con esta apreciación no iban en absoluto nada descaminados.
Al cabo de unos minutos, nueva vuelta, manteniendo el saludo a la mancomunidad comarcal. A la tercera traslación, la franja anunciadora cambió de color y tema. En un verde luminoso, muy llamativo podía leerse este enunciado:
ESTE VEHÍCULO TOMARÁ TIERRA EN UN LUGAR AMPLIO Y LLANO EN LAS AFUERAS DE LA VICTORIA AL ATARDECER. SERÁ EN LA EXPLANADA DEL RECINTO FERIAL DEL PUEBLO, CUANDO EL SOL SE ENCAMINE HACIA EL OCASO PARA VOLVER MAÑANA A COMENZAR UN NUEVO DÍA.
Aún faltaban bastantes horas para que se produjese tan sorprendente acontecimiento, y, la gente de los pueblos implicados emprendió la marcha cada cual como podía o consideraba conveniente, hacia el lugar en que se iba a producir tan asombroso acontecimiento.
Mucha gente, desde pueblos más alejados y desde Córdoba capital, alertados por los móviles se sumaron al espectáculo y colapsaron autovías, carreteras, caminos y hasta invadieron los campos.
Las autoridades locales, ante la marea  humana que se estaba produciendo ordenaron  precintar el recinto ferial para evitar posibles accidentes e incidentes, al tiempo que mandaron organizar un equipo de trabajo para dejar expedita la zona destinada a los carruseles de feria y que en dicho terreno improvisasen y pintasen un círculo que sirviese de helipuerto para el aterrizaje del vehículo espacial.
La policía de tráfico se vio desbordada y a través su helicóptero trató de poner orden donde era totalmente imposible.
El helicóptero policial dio varias vueltas alrededor del OVNI pidiendo la presencia del comandante de la nave.¡ “El comandante”! Me pregunté yo. ¿Qué comandante? Allí no había nadie. Bueno..., estaba yo; pero yo allí no pintaba nada; con la agravante de que no sabía ni la causa de mi presencia en  el interior de aquel misterioso artefacto.
Los agentes, desorientados por la falta de respuesta no sabían qué decisión tomar. Optaron por comunicarse con sus superiores para que le ampliasen órdenes.  Los mandos les comunicaron que se lo tomasen con calma, que fuesen prudentes; que  ellos también estaban desorientados, pues se habían puesto en contacto  con la autoridad aéreo portuaria y con el ejército del aire para saber si en dichos organismos había constancia de las causas de este fenómeno, y  ninguna de las dos instituciones sabía nada.
Minutos más tarde, otro helicóptero, en este caso, de la R.T.V.A. entró en acción tomando imágenes del exterior del globo y panorámicas del gentío. El espectáculo era asombroso. ¿De dónde había salido tanta criatura?
Las imágenes y los comentarios de la R. T.V.A. volaron vía satélite a la velocidad de la luz por toda la tierra. Después de Andalucía, donde más impacto causaron fue en Nueva Zelanda. Más concretamente en Ngaruawahia y Hamilton, cuyas autoridades civiles y militares desconocían por completo la existencia de ninguna organización que hubiese promovido una aventura semejante.

El tiempo pasaba;
la tarde caía;
El sol se alejaba;
La hora llegaba;
El OVNI aquel día;
Rotaba, rotaba.

En un momento muy esperado por el público, la esfera comenzó a girar trasladándose lentamente  en dirección norte hacia la zona ferial del pueblo  y a la altura en que se había mantenido siempre, 1.000 metros. Los gritos y los aplausos fueron ensordecedores. La gente corría siguiendo a la misteriosa nave. Las autoridades, al completo, vestidas de forma adecuada para tan enigmático acontecimiento, estaban ya dentro del recinto ferial, pero para dar ejemplo de prudencia, no quisieron alejarse del público, que permanecía fuera, y se quedaron a la entrada.
El tumulto era asombroso y ensordecedor. La gente para entenderse tenía que gritar, sin embargo, en cuestión de segundos un silencio profundo se adueñó del entorno.  al comenzar a sonar  una música que parecía celestial  Desde luego, del cielo bajaba. Del cielo de la nave. Era el Himno a la Alegría.  La Novena Sinfonía de Ludwig van Beethoven, interpretado por una coral de voces blancas, al tiempo que  el vehículo espacial,  majestuosa y  lentamente comenzó su descenso. ¡Era fantástico!, ¡sublime!. Se podía  decir que el silencio era sepulcral, pero no, porque el silencio era celestial.


Al llegar a la altura de unos 200 metros, del círculo de la base comenzaron a desplegarse un número  de muelles hidráulicos  en forma de piernas humanas.  Sin lugar a dudas se trataba del tren de aterrizaje.
Sorpresivamente, los muelles no habían terminado su desplazamiento cuando  comenzaron a plegarse al tiempo que  sonaba una alarma estridente procedente del interior del globo, y semejando a un semáforo comenzó a parpadear,  y en cuestión de milésimas de segundo el vehículo se precipitó sobre el suelo.
El impacto fue brutal; hasta el punto de  que el globo se desintegró, volatilizándose sus materiales sin dejar rastro de su existencia. A causa de aquella deflagración tan tremenda, yo, que estaba dormido en aquel banco de aquella plaza recoleta en Ngaruawahia, Hamilton, (Nueva Zelanda), en las antípodas de La Victoria, (Córdoba) desperté de mi sueño y de aquel sorprendente y fantástico  ensueño.


La fuente orquestaba
Al par que cantaba
Su bella sonata.
La plaza fluía
Paz y poesía,
Que pasión desata.


Victoriano Orts Cobos.
(Re)visado el día 17 de diciembre de 2016.
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1 comentario:

Clematide dijo...

Aún estoy con la boca abierta Victoriano, y aún estando sobre aviso...¡qué sorpresa más agradable. Cómo he disfrutado de este "encuentro en la tercera..." nada que ver...original y único como tú. Me encantó Victoriano.