miércoles, 22 de marzo de 2017

EL REFERÉNDUM
Por LORENZO SILVA, Diario SUR, 21, 03, 17.

          Muchos pensamos cada vez más a menudo que hay que organizar ese referéndum en Cataluña, y que debe convocarlo el gobierno de la nación como puede legalmente hacerse, no para dejar en manos de una parte de la población  española la validez de la Constitución  de todos, como quieren los independentistas, sino para explorar si una mayoría de los catalanes está realmente dispuesta a romper su relación con el resto de los españoles en las condiciones en que eso puede hacerse previa reforma constitucional y previa delimitación de los intereses contrapuestos que surgen cuando lo que era una sola cosa se divide en dos.
        Una delimitación que por supuesto no sería automática (se abriría un proceso) y mucho menos a la plena conveniencia de una de las partes y a costa por entero de la otra, como se propone el secesionismo en sus ensoñaciones de Nunca Jamás.
    Lo primero que debería determinar esa delimitación es qué ha de ser realmente la Cataluña independiente y quienes sus ciudadanos, renunciando, por supuesto (las cosas se hacen en serio o no se hacen), a la protección diplomática y a los derechos reconocidos en la Constitución española, de la que tanto desean emanciparse, para pasar a gozar de lo que esa república catalana les garantice y consiga en el concierto internacional. Porque es mucho suponer que la república de marras tenga que abarcar no ya esos Països catalans que el mapa del tiempo de TV3 proclama sin preguntarle a la gente de Orihuela o Fraga (por poner dos ejemplos), sino incluso todo el territorio de la actual comunidad autónoma de Cataluña. Es más que verosímil que amplios territorios de las provincias de Barcelona y Tarragona, por no hablar del Vall d´Aran, prefieran permanecer unidos a España antes que pasar a depender de una república con el nacionalismo catalán y la afirmación contra lo español como seña de identidad fundamental. Y aún en los territorios que finalmente tuvieran un sentimiento secesionista netamente mayoritario, quedarían cientos de miles de españoles cuyos derechos, incluido el de no ser extranjero en su tierra, ni acatar la soberanía  de un gobierno extranjero sobre sus asuntos, habría que garantizar. En suma: lo que el sí en el referéndum plantearía no sería el acceso automático al idílico estado independiente catalán, con cientos de miles de rehenes españoles, sino a un proceso de negociación entre la futura Cataluña, con sus 3-4 millones de nacionales, a lo sumo, y su vecino de 42 millones de habitantes cuyos derechos e intereses, que no lo dude nadie, se tendrían que garantizar antes de acordar secesión alguna.
     En definitiva, un referéndum que elija entre lo que hay que elegir: o la cruda verdad de estar juntos o la cruda verdad de ir por libre. Y dejarles lo de volar a Peter Pan y a Campanilla.

Copiado por Victoriano Orts Cobos.
Málaga 22 de marzo de 2017.

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