EL
REFERÉNDUM
Por LORENZO SILVA, Diario SUR, 21, 03,
17.
Muchos pensamos cada vez más a menudo
que hay que organizar ese referéndum en Cataluña, y que debe convocarlo el
gobierno de la nación como puede legalmente hacerse, no para dejar en manos de
una parte de la población española la
validez de la Constitución de todos,
como quieren los independentistas, sino para explorar si una mayoría de los
catalanes está realmente dispuesta a romper su relación con el resto de los
españoles en las condiciones en que eso puede hacerse previa reforma
constitucional y previa delimitación de los intereses contrapuestos que surgen
cuando lo que era una sola cosa se divide en dos.
Una delimitación que por supuesto no
sería automática (se abriría un proceso) y mucho menos a la plena conveniencia
de una de las partes y a costa por entero de la otra, como se propone el
secesionismo en sus ensoñaciones de Nunca Jamás.
Lo primero que debería determinar
esa delimitación es qué ha de ser realmente la Cataluña independiente y quienes
sus ciudadanos, renunciando, por supuesto (las cosas se hacen en serio o no se
hacen), a la protección diplomática y a los derechos reconocidos en la
Constitución española, de la que tanto desean emanciparse, para pasar a gozar
de lo que esa república catalana les garantice y consiga en el concierto
internacional. Porque es mucho suponer que la república de marras tenga que
abarcar no ya esos Països catalans que el mapa del tiempo de TV3 proclama sin
preguntarle a la gente de Orihuela o Fraga (por poner dos ejemplos), sino
incluso todo el territorio de la actual comunidad autónoma de Cataluña. Es más
que verosímil que amplios territorios de las provincias de Barcelona y
Tarragona, por no hablar del Vall d´Aran, prefieran permanecer unidos a España
antes que pasar a depender de una república con el nacionalismo catalán y la
afirmación contra lo español como seña de identidad fundamental. Y aún en los
territorios que finalmente tuvieran un sentimiento secesionista netamente
mayoritario, quedarían cientos de miles de españoles cuyos derechos, incluido
el de no ser extranjero en su tierra, ni acatar la soberanía de un gobierno extranjero sobre sus asuntos,
habría que garantizar. En suma: lo que el sí en el referéndum plantearía no
sería el acceso automático al idílico estado independiente catalán, con cientos
de miles de rehenes españoles, sino a un proceso de negociación entre la futura
Cataluña, con sus 3-4 millones de nacionales, a lo sumo, y su vecino de 42
millones de habitantes cuyos derechos e intereses, que no lo dude nadie, se
tendrían que garantizar antes de acordar secesión alguna.
En definitiva, un referéndum que
elija entre lo que hay que elegir: o la cruda verdad de estar juntos o la cruda
verdad de ir por libre. Y dejarles lo de volar a Peter Pan y a Campanilla.
Copiado por Victoriano Orts Cobos.
Málaga 22 de marzo de 2017.
Málaga 22 de marzo de 2017.
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