domingo, 25 de febrero de 2018

Alpargatas contra cañones


Alpargatas contra cañones

En estos días la Marcha Senderista La Desbandá está recorriendo las provincias de Málaga, Granada y Almería para recuperar la memoria de la población civil que tuvo que dejar sus hogares huyendo del terror que los franquistas traían consigo

EFRAÍN CAMPOS. SECRETARIO PROVINCIAL DEL PCA
En esta época que nos ha tocado vivir parece ser más importante la construcción del relato que contar la Historia de una manera objetiva. Transitamos en unos tiempos en los que el negacionismo del Holocausto nazi gana adeptos, en que los que creen que la Tierra es plana son cada vez más y, por supuesto, que la criminal matanza del franquismo del 36 al 39 fue una lucha de iguales.
En estos días la Marcha Senderista La Desbandá está recorriendo las provincias de Málaga, Granada y Almería para recuperar la memoria de la población civil que tuvo que dejar sus hogares huyendo del terror que los franquistas traían consigo al llegar su ejército y sus aliados. Decenas de miles de personas atravesaron a pie, yendo solo con lo puesto, la costa oriental andaluza intentando mantener su libertad y su vida. Pero no iban a tenerlo fácil: al ejército golpista (pues no olvidemos que la guerra de España fue producto de un golpe de Estado fallido que desembocó en la alianza fascista contra el Gobierno republicano, en una guerra de desgaste y exterminio del enemigo) se le unieron los de Alemania e Italia; desde tierra, mar y aire estos refugiados fueron masacrados y sus únicas armas eran unas alpargatas desgastadas por más de 300 kilómetros de penurias.
¡Y algunos se atreven a hablar de equilibrio! La Desbandá fue un ataque premeditado contra un pueblo desarmado que solo quería huir del horror. Pero no hubo piedad, miles de muertos sembraron la carretera: niños, mujeres, hombres quedaron en las cunetas. Su crimen fue intentar vivir.
Las potencias fascistas apoyaron al ejército sublevado, pero incluso Italia elevó una queja al papado, advirtiendo de la brutalidad de los golpistas, lo que llevó a Franco a asegurar que no habría más asesinatos sin juicio en Málaga; El Carnicerito de Málaga, Arias Navarro, consiguió no obstante matar incluso a más personas con sus pantomimas de justicia, cerca de 17.000 personas del 37 al 44.
En nuestra ciudad tenemos el pérfido honor de contar con las fosas comunes más grandes de toda Europa, consecuencia del genocidio sistemático al que se sometió la ciudad y la provincia; Queipo de Llano avisó al pueblo de Málaga de sus intenciones desde la radio: «Canalla roja de Málaga, espera a que llegue ahí dentro de diez días. Me sentaré en un café de la calle Larios bebiendo cerveza y por cada sorbo mío caeréis diez. Fusilaré a diez», y también hablando de su entrada en nuestra ciudad y la actitud a tomar con las mujeres republicanas: «Después de todo esto, estos comunistas y anarquistas se lo merecen, ¿no han estado jugando al amor libre? Ahora por lo menos sabrán lo que son hombres de verdad y no milicianos maricas. No se van a librar por mucho que forcejeen y pataleen». Los golpistas no aspiraban a arreglar los desmanes de la República como dicen los revisionistas de la Historia, lo único que buscaban es que las cosas permaneciesen como Dios manda: los pobres siendo pobres y trabajando para el amo; los ricos siendo ricos a costa de la sangre y el sudor del pueblo.
La que se conoció como la República de los sueños, que levantó la solidaridad internacional de miles de personas por todo el mundo y que tuvo su máxima expresión en la formación de las Brigadas Internacionales, la que aspiraba a los valores de libertad, igualdad y fraternidad, se vio truncada por un grupo de bandidos que lo único que tenían de su parte era la fuerza de las armas. En la guerra de España aprendimos, como dijo Albert Camus, que uno puede tener razón y ser derrotado, que la fuerza puede destruir el alma y que a veces el coraje no obtiene recompensa.
Podemos ser objetivos, pero no se deben cerrar los ojos a la verdad, y la verdad es que en Málaga, en la guerra, hubo un genocidio contra el pueblo que solo buscaba la paz. Los golpistas, con el apoyo de países alineados con ellos, buscaron el exterminio sistemático de todo aquel que aspirara a la democracia, su objetivo fue la eliminación física de todo aquel o aquella que simplemente soñara con una España diferente; después de más de 80 años en los que se nos ha negado que conozcamos nuestra Historia, es el momento de decir basta y sacar de las cunetas los cuerpos y la memoria.
La heroica resistencia de los republicanos no puede caer en el olvido, como tampoco se debe olvidar que el Gobierno franquista que se impuso por las armas fue criminal, asesino y genocida todo el tiempo que duró.
Porque nuestro afán es que ese capítulo negro no se repita jamás.
Acabo con las palabras de Carlos Giménez en su magnífica obra '36-39. Malos tiempos': «Nosotros no empezamos esta guerra... ¡Ellos la empezaron! Todos los muertos... ¡Los de los dos bandos! ¡Que se los apunten los que empezaron esta maldita guerra! ¡Ellos son los responsables de todos los muertos! ¡Maldito sea el que empieza una guerra!».
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Publicado en Diario SUR el día 21/02/18.
Copiado/pegado de Internet por Victoriano Orts Cobos.
Málaga 25 de febrero de 2018.

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