Escritos a la desesperada
La Biblioteca Nacional de Francia expone textos de autores prestigiosos y anónimos escritos en situaciones críticas como prisión, tortura o duelo
Las palabras se las lleva el viento, mientras que lo escrito perdura. Poco importa el soporte. Lo que realmente cuenta es que el mensaje llegue al destinatario. También las frases redactadas en el mismísimo infierno. O muy cerca. La Biblioteca Nacional de Francia (BNF), en París, ha inaugurado una exposición titulada 'Manuscritos extremos'. Una selección de 150 textos que reivindican el poder de la palabra escrita para hacer frente a la soledad y la desgracia. La reina María Antonieta, Napoleón I y Madame Curie son algunas de las firmas que hicieron frente a sus demonios particulares.
«Escribir es un acto necesario para no dejarse abatir por las situaciones que ponen en peligro nuestra existencia», explica Laurence Le Bras, comisaria de la muestra y conservadora del departamento de manuscritos de la BNF. La exposición se divide en cuatro apartados temáticos: Prisión, Pasión, Peligro y Posesión. «No se trata de ningún recorrido cronológico, histórico o literario, sino del testimonio de seres humanos, ya sean conocidos o no», recalca la experta.
Le Bras impulsó el proyecto al comprobar el valor histórico y emotivo de las misivas y testimonios que atesoran los archivos de la BNF. Entre otros, destacan el borrador del acta de abdicación de Napoleón I; el Libro de Horas de la reina María Antonieta donde escribió '¡Dios mío, apiádate de mí!', a sabiendas de que en breve moriría en la guillotina; y no faltan páginas con un reguero de lágrimas, como las que dejó Marie Curie en una carta fechada en 1906, poco después del fallecimiento de su marido.
También impacta el texto de Auguste Blanqui, socialista libertario y republicano del siglo XIX, pergeñado en prisión con letra minúscula y sin márgenes. No menos sobrecogedor es el que firma otro francés, el escritor Jean Henri Latude. Lo redactó en La Bastilla, con sangre y sobre su propia camisa, porque «los oficiales me niegan tinta y papel». Más líricos pero no menos valientes son los 33 sonetos del hispanista Jean Cassou (1897-1986), concebidos durante su cautiverio en la cárcel militar de Furgole, acusado de formar parte de la Resistencia francesa contra la ocupación nazi.
La exposición estará abierta hasta el 7 de julio y ya se forman largas colas para verla, sobre todo de estudiantes que acuden con sus tutores. Es muy didáctico leer lo que grabó un detenido por la Gestapo, aprovechando un despiste de los guardias, en una silla del cuartel. «Con toda mi corazón a las mujeres y hombres que me han precedido y que me seguirán en esta prisión. Que conserven su fe. Que Dios evite este calvario a mi prometida».
Le Bras tenía material de sobra para montar la muestra y trabajo le costó hacer la selección. «Cada visitante es un mundo y no todo el mundo se fija en lo mismo», señala la comisaria, delante de la vitrina que exhibe el diario del capitán del Ejército francés Alfred Dreyfus, acusado falsamente de alta traición en plena oleada antisemita, a finales del siglo XIX. «Hoy comienzo el diario de mi triste y terrible vida...», arranca el militar de origen judío en la primera página que escribe durante su reclusión en Guyana.
Todos se aferran a la tinta y el papel con desesperación. Es una exposición que da por buena la reflexión del escritor mexicano Carlos Fuentes: «Comencé a escribir para vivir y ahora escribo para no morir».
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Publicado en Diario SUR.
Copiado/pegado de Internet por Victoriano Orts Cobos.
Málaga 20 de mayo de 2019.
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