lunes, 9 de noviembre de 2020

Ésto pinta mal

 

Ésto pinta ¡Mal¡         Ésto pinta, ¡¡Muy mal¡¡  Ésto pinta... !!!Fatal¡¡¡.

Hace varios años me visitó por primera vez un ataque de vértigo.

He padecido de mareos desde siempre. Jamás he podido disfrutar despreocupadamente de un viaje, sobre todo si lo hacía en autobús.

En el mar me mareo hasta en un hidropedal varado en la playa.

Cuento esto a raíz de la experiencia que llevo padeciendo desde el confinamiento.

En el mes de julio volvió a acordarse de mí el maldito mareo, del cual, me había olvidado. Durante todo julio y agosto se instaló en mi casa descontrolándome y anulando totalmente mis facultades físicas y dejando muy dañadas las mentales.

En plena pandemia de la Covid-19, con el problema de los hospitales saturados, tuve la fortuna de recibir urgencia médico-sanitaria en mi domicilio, facilitada por la Compañía ASISA de la cual soy beneficiario.

Pasado este dramático episodio volví a la rutina diaria de mis deberes caseros y aficiones pedestres y literarias de un jubilado a punto de cumplir los ochenta y dos años.

Poco duró el consuelo, porque el mareante mal (nunca mejor dicho) me atacó de nuevo, y aquí estoy, temeroso de que esta convalecencia que parece que comienza vuelva hacia atrás y consiga su propósito de llevarme  a la UCI de un saturado y contagiante hospital.

Ésto pinta ¡Mal¡         Ésto pinta, ¡¡Muy mal¡¡  Ésto pinta... !!!Fatal¡¡¡.

Es tremendo lo que está ocurriendo en este empequeñecido planeta.

Esta guerra vírica y virulenta que nos ha invadido de manera tan sorpresiva para la mayoría de los humanos sin lugar a dudas, cuando pase, ¡Que pasará¡ habrá dejado una estela enorme de destrucción humana y económica que conllevará (ya lo estamos padeciendo) a un retroceso impredecible para tantas personas; sobretodo, y como siempre, la peor parte la padecerán los más desfavorecidos, los más débiles.

Si hay que buscar algo positivo a este tremendo drama, para mí, es el hecho fehaciente de que esta guerra es distinta a las muchas que a lo largo de la historia hemos padecido y las que aún prevalecen. La diferencia con las anteriores es que aquéllas (las que aún perduran), se llevaban y se llevan sobretodo y en primer lugar a los más jóvenes dejando a los pueblos huérfanos de futuro para hacer frente a la miseria que sembraban; y esta guerra silenciosa e invisible desde su inicio se está demostrando que elige, (yo diría, “afortunadamente”) a quienes ya tenemos el camino de nuestra existencia prácticamente recorrido, y eso, es un alivio. Al menos, para mí.

Málaga, noviembre de 2020

Victoriano Orts Cobos

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