domingo, 21 de febrero de 2010

MI AMIGO ALGARROBO

Para mi amigo algarrobo, compañero
Y confidente. Colmenarejo 10/9/70.

LOLI MURIANO
………………………………………

Cielo de un pueblo mío,
el cual me vio nacer,
donde primero fui niña,
y luego me hice mujer.

Campos llenos de flores,
por tomillo y romero perfumados.
¡Cuantas veces me tendí en tus campos
y miraba el cielo azul y claro!

¡Cuantos recuerdos de mi gente!
Tendida sobre la hierba yo pensaba
en las veces que en mi sitio preferido
tantos poemas para todos yo cantaba.

Mi rincón preferido era
un algarrobo pequeño y pulido,
entre unas rocas que allí había,
donde feliz yo siempre había sido.

Me iba con mi libreta y lápiz,
allí me ponía a escribir y pensar.
Era mi casa su sombra,
su tronco era mi mejor hogar.

Si él pudiera hablar,
¡cuantas cosas contaría
de una niña que junto a él
pasaba tantas horas y días!

Allí lloré la muerte de mi padre.
Regué con mis lágrimas su raíz.
Desde aquel veintisiete de abril,
él tampoco pudo ser feliz.

Cada algarroba que caía al suelo,
yo pensaba que era una lágrima más
que él lloraba conmigo. Sí, que lloraba.
Que él moría también de soledad.

¡Cuantas veces lloré con mi algarrobo
pidiéndole que mi padre volviera,
pero el callaba, no me contestaba,
y otra lágrima caía a mi vera.

Yo le miraba fijamente.
Era compañero de mis tardes.
Era la tumba de mis secretos.
Era la locura de mi madre.

Sí, una locura por ella,
porque yo siempre estaba allí.
Yo no jugaba con nadie.
Sólo con él era un poco feliz.

Cuando salía del colegio,
ayudaba a mi madre un poquito,
pero después, como si me llamara,
me iba a mi rinconcito.

¡Cuantas veces me subí aquel monte
donde almendros y olivos había.
Cielo por techo, mi cama, el suelo,
pero mi algarrobo allí tenía!

En su tronco había un hueco
donde mi libreta allí escondía,
siempre estaba allí esperando
para que yo le hiciera mis poesías.

Yo acariciaba sus ramas.
amaba a mi algarrobo como a un ser
porque para mí era un amigo,
alguien en quien podía confiar y creer.

Él guardaba mis llantos, mis secretos.
A veces jugaba con ellos también.
Él sufría conmigo, lloraba,
él formaba parte de mi ser.

Su tronco fue mi casa,
Donde mis poesías con desvelo guardó.
¡Oh algarrobo de mis campos!
Qué lejos la alegría se nos quedó.

Otra niña con mi edad, siete años,
jugaba con muñecas o hacer de enfermeras,
pero yo tenía mi árbol, mi algarrobo,
él era mi mejor compañera.

No tuve una infancia alegre,
ni una niñez tierna y bonita,
no tengo el cariño de nadie,
sólo mi niñez, sola y maldita.

No tengo amigas para jugar con ellas.
No tengo un padre para quererlo.
Tú amigo algarrobo, di me, dímelo por Dios,
por qué se murió. Por qué tuve que perderlo.

¡Cuantas veces lloré bajo tus ramas!
¡Cuantas veces lloré mi soledad!
Cuantas veces deseé allí la muerte!
¡Cuantas veces quise desaparecer de la faz!

¡Cuantos llantos a solas recordando!
¡Cuantas lágrimas derramé por mi padre!
¡Cuantas veces he deseado morirme!
¡Cuantas veces!
Eso lo sabes tú, mi amigo algarrobo,
pero no lo ha sabido nadie.

Dolores Muriano Domínguez.
15/2/2010.
Con cariño para vosotros.
Recuerdo a mi padre.

domingo, 14 de febrero de 2010

CUANDO DAN LAS DIEZ

Con todo mi cariño para vosotros.
19/01/2010. LOLI MURIANO.

Cuando dan las diez.
Me levanto cada día,
con la ilusión de veros.
Cuando dan las diez,
deseo siempre teneros.

Cuando dan las diez
noto vuestra presencia.
Porque sois algo más que amigos,
sois la familia que estuvo en mi
ausencia.

Cuando dan las diez,
me siento feliz por teneros.
Cuando dan las diez,
sé que lucharé para no perderos.

Habéis llenado mi vida.
Cuando dan las diez de la mañana,
pienso estar con todos, pero sobre
todo, con Victoriano y Ana.

Todo tiene un día en la vida:
La amargura, el llanto, el amor.
Yo lo he tenido todo y más:
Tristeza, soledad, silencio y dolor.

Pero ahora darán las diez
Cada día que vosotros queráis
yo no me cansaré nunca, y aunque
me canse, no quiero que lo sepáis

Mis sentimientos son muy fuertes.
Mis hijos os tienen también cariño.
Deseo que den siempre las diez,
y estar y estar siempre con mis
seis niños.

Siempre que den las diez
quiero teneros cerca de mí.
Deseo que me queráis siempre,
y que podamos seguir así.

Cuando den las diez
de la noche o la mañana,
pienso seguir a vuestro lado.
Familia de Victoriano y Ana.

Os quiero, amigos.

Loli Muriano.

sábado, 13 de febrero de 2010

LA MOTORIZANTE Y LA FUENTE

LA MOTORIZANTE  Y LA FUENTE

¡Hija de los mortales! –Dijo –  ¿Qué te sucede?
¿Por qué enturbian tus lágrimas mi fuente?
Washinton Irvin. (Cuentos de la Alhambra)
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Pregonaba la fuente su frescor recordando tiempos en que caminantes de todas condiciones se acercaban a su remanso y, tras gozar de su alimento, su frescor y su canto, seguían su camino con energías renovadas.

Sumida estaba en sus meditaciones cuando fue interrumpida por el ruido desagradable del vehículo de una motorizante que tras desconectar el motor y desprenderse del casco, se quitó el cuero que cubría su cuerpo, el resto de ropa y  calzado, quedando totalmente desnuda a ecepción de un mini tanga negro como el color de su cabello, que más que ocultar, resaltaba el triángulo generoso de su pelvis. (Es evidente que era verano y venía superacalorada.)

Era una mujer físicamente perfecta. Su edad podría rondar los cincuenta años, pero ¡madre mía! ¡Qué  cincuenta años más bien cincelados! Cogió una toalla de playa, blanca, (no podía ser de otro color) y se dirigió hacia el manantial. Dejó la toalla a un lado y comenzó a beber, con ansiedad primero, respirando profundamente después y bebiendo de manera más reposada, dando paso a una lluvia indiscriminada de aquella ambrosía por todo su cuerpo. Terminado aquel ritual, cogió la toalla, la tendió sobre la hierba  al lado de la fuente y derramó su salud sobre ella
La fuente la observaba haciéndose la distraída. Al cabo de unos minutos aquella humanidad dormía profundamente mirando hacia el cielo, oculto por una espesa bóveda verde de los árboles de aquél oasis.
La fuente que seguía observándola, se sorprendió enormemente. No era normal en los tiempos actuales que alguien se despreocupase del tiempo y se relajara de aquella manera. Todo el mundo iba deprisa. Todos corrían como si les persiguieran, o persiguiesen ellos a alguien. Salvo excepciones, habían dejado de caminar. Ahora todos motorizaban.

Cuando la fuente lo consideró oportuno le susurró al oído. -“¡Hola, bella mujer! La motorizante en su dormir profundo captó la voz de la fuente y  abrió los ojos  para cerrarlos  apaciblemente. ¡Hola, bella mujer! Repitió la fuente. ¡Qué sueño más reparador estás disfrutando! Es un placer contemplarte. Sigue recuperando fuerzas al tiempo que satisfaces mi curiosidad y me cuentas cosas sobre ti. - “Pregúntame lo que te plazca- contestó con naturalidad la mujer desde su dulce  sueño.
-Realmente sólo quiero saber de dónde vienes. -Vengo de hacer un viaje con mi motor por el mundo. Es algo que deseaba profundamente desde hace mucho tiempo: conocer otros pueblos, otras formas de vida, otras culturas. Hasta ahora, por circunstancias de la vida no pude cumplir este deseo. Por fin  he conseguido mi propósito, y vuelvo, aunque cansada, contenta porque siempre me gustó viajar. Pero la verdad es que los viajes también cansan y llega un momento en el que se añora profundamente el regreso.

-También a mí me gusta viajar, dijo la fuente. La motorizante quedó un tanto desconcertada por la expresión de su interlocutora. -“¿Estás bromeando o tratas de jugar conmigo?
-Ninguna de las dos cosas. Te estoy hablando en serio.
-Por favor, no bromees. He visto cosas muy raras en mi vida pero jamás que una fuente hable y menos aún, que diga que viaja.
-¡Qué cándidos e ignorantes sois los humanos! Creéis saberlo todo y casi todo lo ignoráis. Todo ello es producto de que os sentís los sabios de la Tierra y vuestra prepotencia os nubla el sentido de la inteligencia. Tú dices que yo no viajo y sin embargo si sólo prestas un poco de atención a mi comportamiento, comprobarás que no estoy quieta, si no todo lo contrario, que no dejo de fluir. Que continuamente me derramo y corro por los campos, arroyos, ríos: me  remanso en los embalses, me adentro en vuestras viviendas antes de llegar al mar y por todo mi recorrido y lugares me voy evaporando y subo a la atmósfera. Me alío con el viento que me traslada por todo el planeta para  finalmente volver a mi remanso.

La motorizante no salía de su asombro. ¡Cuánta razón tenía la fuente! ¡Qué ejemplo más simple le había puesto para convencerla! -Desde luego, que me has dejado sin palabras. ¡Y habré viajado tanto para comprender nada comparado con lo que tú me estás enseñando en un momento de ensueño! Es fantástico! Y dime, ahora te pregunto yo, ¿desde cuando estás en este lugar?

-Desde el alba de los tiempos. Mi nacimiento fue producido por un  cataclismo. Tras él, se dieron las condiciones geológicas necesarias para después de llenar mis acuíferos emerger a la superficie.

-¿Y siempre, desde el alba de los tiempos has estado surtiendo sin descaso? -Siempre, salvo en contadas ocasiones, muy a mi pesar.

-Explícate, por favor:
-Muy de tarde en tarde, se dan circunstancias atmosféricas en las cuales las nubes no consiguen descargar mi lluvia sobre estos campos con la suficiente  frecuencia e intensidad y ello genera un periodo de sequía que merma el caudal de mis acuíferos y con ello me veo obligada a internarme en sus grutas hasta que pasa dicho fenómeno. Pero ya te digo que eso ocurre en contadas ocasiones.

-Cuando dices “desde el alba de los tiempos” ¿A cuántos años te refieres? -¡Qué incisiva eres, hija mía! No quería sorprenderte más, pero ya que lo preguntas te diré que he visto a la especie humana emerger a la vida y alejarse hacia su ocaso en más de una ocasión. Y estoy convencida que se repetirá el ciclo en tiempos venideros.

-¡Qué empequeñecida me dejas! La vida de un ser humano es apenas un instante comparada con la tuya.

-Otra vez estás errando en tus apreciaciones. Es cierto que no es tan larga como la mía, pero debes saber que al igual que yo me evaporo, vosotros os transformáis en polvo y adheridos a la Tierra formáis parte de ella y viviréis como yo hasta su final, que será dentro de miles de millones de años, cuando el Sol, en su transformación estelar nos  absorba a todos. Mientras tanto, vive el presente y disfruta de tu sueño.
¡Oh fuente cristalina! ¡Cuánta sabiduría derrama tu manantial!

La bella dormía;
Cantaba la fuente;
El Sol protegía…
¡De ensueño el ambiente!

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Victoriano Orts Cobos.
(Re)visado el día 11 de octubre de 2016.







martes, 9 de febrero de 2010

MI HERMANO GASPAR

ODA A MI HERMANO GASPAR

En esta noche en que tu humanidad espera la aurora en un frío tanatorio para que el fuego purificador te transforme en cenicienta mariposa de bellas alas que te lleve por los campos que tanto amaste, mi mente se inunda de ti. ¡Mi hermano mayor! ¡Mi hermano pequeño! El más frágil, el más cándido, el menos dotado para depredar en este mundo de chacales.
Por tus limitaciones psicológicas, siempre necesitaste del manto protector de tu familia: Primero tu madre, que tanto luchó por ti y que te inculcó la inquietud por ser útil y trabajador, la humildad y el respeto.
Con ella viviste hasta que falleció hace treinta y cinco años. Después cogió el testigo tu hermana: Dulce Nombre, que fue contigo más dulce que su nombre. ¡Qué buena era! ¿Verdad? Y, ¡qué buena cocinera! También se fue. Y me tocó a mí heredar su tesoro; que eras tú. Conmigo has pasado los últimos años de tu vida.
Los más duros, pues a los achaques de la vejez, hay que agregarle las limitaciones intelectuales que padecías. Pero tú pasabas casi desapercibido. Siempre conformista y cariñoso. Tus torpezas me dieron más de un quebradero de cabeza, pero no te lo podía tener en cuenta porque no eras consciente de ello. Alguna vez me sacaste de mis casillas y, enfurecido te grité. En una de ellas me contestaste gritándome también: -“¡A mí no me grites, que soy mayor que tú!”-.
 Esa frase me llegó al alma.
Te prometo que ya no te grito más
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Descansa en la calma;
Vive tu gran sueño;
Mi hermano mayor;
Mi hermano menor;
Mi hermano pequeño;
¡Mi hermano del alma!

Victoriano Orts Cobos.
Málaga 6 de febrero de 2010.

(Re)visado el día 24 de marzo de 2016.