CAROLINA CORONADO
Breve semblanza
Carolina Coronado Romero de Tejada (Almendralejo, Badajoz, 12 de diciembre de 1820- Lisboa, palacio de la Mitra 15 de enero de 1911.
Nació en el seno de una familia acomodada pero de ideología progresista, lo que provocó que su padre y su abuelo fueran perseguidos (debido al Trienio Liberal vigente (1820-1823).
Llevó una vida revolucionaria ya que en 1938, en plena guerra civil, Carolina emprendió con entusiasmo el bordado de una bandera para un batallón creado para defender el trono de Isabel II.
En 1968 se fechan los versos " a la abolición de la esclavitud en Cuba", poesía que provocó un escándalo político al ser declamada en público el 14 de octubre, poco después de estallar la Revolución del 68, con la que simpatizaban Carolina y su marido.
Logró publicar algunas de sus obras en periódicos y revistas hasta lograr cierta fama, a la que también contribuyó su belleza física, que causó notoria admiración en otros escritores románticos, A este respecto, José de Espronceda, paisano suyo le dedicó el siguiente poema:
Dicen que tienes trece primaveras
y eres portento de hermosura ya,
y que en tus grandes ojos reverberas
la lumbre de los astros inmortal.
Juro a tus plantas que insensato he sido
de placer en placer corriendo en pos,
cuando en el mismo valle hemos nacido,
niña gentil, para adorarnos, dos.
Torrentes brota de armonía el alma;
huyamos a los bosques a cantar.
Dénos la sombra tu inocente palma,
y reposo tu virgen soledad. Más ¡ay! perdona virginal capullo, cierra tu cáliz a mi loco amor. que nacimos de un aura al mismo arrullo, para ser, yo el insecto, tú la flor. ********** Datos recogidos de Wikipedia **********
A UNA GOTA DE ROCÍO
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Lágrima viva de la fresca aurora,
a quien la mustia flor la vida debe,
y el prado ansioso entre el follaje embebe;
gota que el sol con sus reflejos dora;
Que en la tez de las flores seductora
mecida por el céfiro más leve,
mezclas de grana tu color de nieve
y de nieve su grana encantadora:
Ven a mezclarte con mi triste lloro,
y a consumirte en mi mejilla ardiente;
que acaso correrán más dulcemente
las lágrimas amargas que devoro...
mas ¡qué fuera una gota de rocío
perdida entre el raudal del llanto mío...!
Carolina Coronado |
sábado, 28 de enero de 2012
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