miércoles, 2 de enero de 2013


PERO, ¿POR QUÉ HABLA TAN ALTO EL ESPAÑOL?
LEÓN FELIPE,
TÁBARA, 1884-1968, CIUDAD DE MÉXICO.

Sobre este punto creo que puedo decir también unas palabras.
    Este tono levantado del español es un defecto, viejo ya, de raza.  Viejo e incurable. Es una enfermedad crónica. Tenemos los españoles la garganta destemplada y en carne viva. Hablamos a grito herido y estamos desentonados para siempre, para siempre porque tres veces, tres veces, tres veces tuvimos que desgañitarnos en la historia hasta desgarrarnos la laringe.
    La primera fue cuando descubrimos este Continente y fue necesario que gritásemos sin ninguna medida: ¡Tierra! ¡Tierra! ¡Tierra! Había que gritar esta palabra para que sonase más que el mar y llegase hasta los oídos de los hombres que se habían quedado en la otra orilla. Acabábamos de descubrir un mundo nuevo, un mundo de otras dimensiones al que cinco siglos más tarde, en el gran naufragio de Europa, tenía que agarrarse la esperanza del hombre. ¡Había motivos para hablar alto! ¡Había motivos para gritar!
   La segunda fue cuando salió por el mundo, grotescamente vestido, con un a lanza rota y con una visera de papel, aquel estrafalario fantasma de La Mancha, lanzando al viento desaforadamente, esta palabra olvidada por los hombres: ¡Justicia! ¡Justicia! ¡Justicia!... ¡También había motivos para gritar!
   El otro grito es el más reciente. Yo estuve en el coro. Aún tengo la voz parda de la ronquera. Fue el que dimos sobre la colina de Madrid, el año 1936, para prevenir a la majada, para soliviantar a los cabreros, para despertar al  mundo: ¡Eh! ¡Que viene el lobo! ¡Que viene el lobo! ¡Que viene el lobo!...
   El que dijo Tierra y el que dijo Justicia es el mismo español que gritaba hace seis años nada más, desde la colina de Madrid a los pastores: ¡Eh! ¡Que viene el lobo!
   Nadie le oyó. Nadie. Los viejos rabadanes del mundo que escriben la historia a su capricho, cerraron todos los postigos, se hicieron los sordos, se taparon los oídos con cemento y todavía ahora no hacen más que preguntar como los pedantes: ¿pero por qué habla tan alto el español?
   Sin embargo, el español no habla alto. Ya lo he dicho. Lo volveré a repetir: El español habla desde el nivel exacto del hombre, y el que piense que habla demasiado alto es porque escucha desde el fondo de un pozo. (*)
*********
*La pregunta parece provenir de una invectiva de J. L. Borges contra León Felipe  con motivo de la traducción que éste hizo de Walt Whitman
V.O.C..

1 comentario:

Clematide dijo...

Me quedo boquiabierta con este irónico y vibrante texto...cómo se disfruta el talento cuando se convierte en oportunas palabras.
Gracias Victoriano