sábado, 22 de noviembre de 2008

anochecer desde mi atalaya

ANOCHECER DESDE MI ATALAYA

¡Silencio..., que duermen!
La noche tiene ya olor a horno.
El poniente ha mutado el dolor 
por resignación.
Por los jardines del aire
una dama
tocada con turbante blanco
pasea en silencio su frialdad,
triste,
porque su amante le da calor
sólo a distancia.
Un inmenso brasero ceniciento
reaviva su rescoldo
en un desesperado afán
por suplantar al amado,
mas sus ascuas desperdigadas
al infinito
alivian sólo en parte el abandono.
Bajo sus plantas, monstruosos árboles
-casi todo tronco-,
despiden señales inquietantes
que no afectan a sus diminutas ramas
en donde un mundo prodigioso
duerme confiado:
Seguro de invadir la luz.
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Victoriano Orts Cobos
(Re)visado el día 19 de septiembre de 2016.

1 comentario:

Clematide dijo...

Este poema es una joya Victoriano. Me alegro mucho de tener el privilegio de conocerlo y disfrutarlo.
Gracias por compartirlo en este rincón que empieza a tomar una bella forma.