sábado, 28 de septiembre de 2013

Cuántos Nazis
Por Juan Bas, colaborador del diario SUR, 25/09/13.
Dar miedo, disfrazarse y reivindicar la superioridad racial es la forma de contrarrestar el complejo de inferioridad.
   Según expertos de la Policía y de la Guardia Civil hay en España unos 10.000 neonazis encuadrados en grupúsculos con precarias conexiones entre sí. Son jaurías de perros rabiosos que afortunadamente carecen de capacidad para organizarse y convertirse en horda. Mantienen abstrusas diferencias ideológicas dentro del submundo de la extrema derecha, pero ostentan con orgullo un denominador común: el odio al inmigrante, que les va a quitar el trabajo y el pan.
   Estas líneas pertenecen a un artículo que escribí en octubre de 2006, antes del comienzo de la crisis económica. Qué desgraciada vigencia tiene. Lo único que habrá cambiado, supongo, tras siete años, es el número, no de la bestia, sino de los bestias. Y también por lo que parece actualmente, su capacidad de interconexión. Ahora, azuzados sus odios habituales y simplistas por los rigores de la crisis, que saca al exterior lo peor de los peores, ¿Cuántos nazis más serán? ¿En cuántos se habrá incrementado esa peligrosa hez? Espero que no de un modo preocupante, aunque algunas actuaciones recientes produzcan inquietud. Esas fotografías de algunos militantes de las juventudes de PP con el brazo en alto y sobre todo la irrupción de una banda de energúmenos en una rueda de prensa de independentistas catalanes.
   El nazismo y el fascismo no dejan de ser una exacerbación y perversión del populismo. Y fue la concesión de la burguesía para sentirse defendida del comunismo y las revueltas de los empobrecidos. Aunque después, los perros de presa rompieron las correas y se les fueron de las manos. Es modélica esa secuencia de “Novecento” en que el terrateniente, flanqueado por el camisa negra Attila –espléndido Donald Sutherland-, ha reunido en la iglesia a los demás patrones y manda al fascista que pase el cepillo para recaudar fondos con los que poder actuar contra los rojos.
   Los neonazis del presente, encuadrados en pequeños partidos –creo que es mejor no ilegalizarlos; que las urnas los recoloquen en su ínfimo lugar-, se expresan mediante la amenaza y la violencia. Dar miedo, disfrazarse de nazis y reivindicar la superioridad racial es la manera de contrarrestar el complejo de inferioridad de unos individuos de baja condición cultural y social. Lo que me maravilla de estos sujetos es que algunos niegan que el Holocausto sucediera. Conocí a un neonazis de cierta preparación, miembro de la judicatura, que me decía que sí, que durante el nazismo hubo campos, pero que eran pocos y de concentración, no de exterminio. Que el Holocausto fue una formidable campaña de impostación y puesta en escena del judaísmo internacional. Pensé en la aberración mental que suponía esa demencia, pensé en Auschwitz y en las imágenes del horror que todos hemos visto y, sobre todo, pensé en que  es imposible razonar con personas que piensan, por llamarlo de alguna modo, así.

V.O. C.    

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