martes, 10 de septiembre de 2013

LA DIADA, EL NARCISISMO Y LOS PERDEDORES
ANTONIO SOLER. Colaborador Diario Sur. 08/09/13

En 1916, en 1917, 18… los obreros catalanes se enfrentaban ferozmente a la burguesía local y, entre otras cosas, la acusaban de usar el catalanismo a su conveniencia. Desde la CNT lo tenían claro. El nacionalismo Lliga Regionalista y de su líder Cambó no era más que un método de chantaje para conseguir de Madrid privilegios para su clase social. Una vez conseguido el trueque, a quienes menos les interesaba la independencia era a los capitostes de la Lliga. Está a punto de cerrarse un siglo de todo aquello y los gestos se repiten. Artur Mas ha jugado a ser el Francesc Cambó del momento, sólo que en frente no tiene a un Antonio Maura que lo domestique haciéndolo entrar en su Gobierno y sepa barajar los naipes como aquel viejo zorro. Cambó, como Mas, achacaba todos los males de Cataluña a las incapacidades de Madrid y a su avaricia centralista. Él y los suyos cumplían al pie de la letra los dos argumentos básicos con los que Hans Magnus Enzensberger definió tiempo después al “perdedor radical”: “Es asunto mío” y “La Culpa la tienen los demás”.
Afirma el escritor alemán que ambos argumentos no se excluyen sino que se retroalimentan según el proceso clásico del círculo vicioso. Un círculo del cual el perdedor radical extrae su “inimaginable fuerza”. Enzensberger también es radical en su diagnóstico: “La única solución imaginable para su problema consiste en acrecentar el mal que le hace sufrir”. Es la dinámica del victimismo, mostrarse en el escaparate internacional como perjudicado, espoliado y vampirizado. Enzensberger emplea el término de depredador radical para el resentimiento de los nazis o para los islamistas. Una vez entrada en escena la vertiente más patética de Mas, podría meterlo en el saco. Y como él a todo el bloque de Esquerra Republicana. Cambó, al menos, no tenía un peso como el de ese partido independentista. La izquierda andaba entonces más preocupada por solventar las cuestiones sociales, la inminencia del hambre y los abusos patronales que por el barullo separatista. Eran los tiempos de la Internacional comunista de la justicia sin fronteras.
Mas ha convertido esta legislatura en un paseo por la cuerda floja, pero la cercanía de 2014 empieza a darle vértigo. Sus socios de coalición -Duran y Lleida y compañía- no son amigos de los deportes de riesgo y prefieren echarle el pulso a Madrid a ras de suelo según la técnica ensayada a lo largo de todo un siglo, con la abrupta interrupción del franquismo. En Unió saben que, como decía Mishima, cualquier patriotismo esconde una sombra de narcisismo, pero no necesariamente un revólver para jugar a la ruleta rusa. No tienen vocación de perdedores, ni radicales ni de ningún otro tipo, así que no quieren acrecentar su mal hasta los límites que pretenden sus socios de Esquerra. Esta semana formarán la cadena independentista que hará repicar las campanas, estremecerse el Cam Nou y resonar “Els segadors” (al parecer plagio de un canto judío) por medio mundo, pero no están dispuestos a ir a la degollina si los contrapesos fiscales cumplen su función reparadora. Mas, por no quedar como un canager extemporáneo, insiste en que habrá consulta soberanista “sí o sí”, pero da la sensación de que lo hace como el compañero más cobarde de “El cazador”  en la secuencia aquella de la ruleta rusa. Abofeteado por los jugadores del vietcong a los que les importa un comino su cabeza y sin saber cómo demonios se ha metido en este atolladero.

V.O.C.

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