martes, 3 de septiembre de 2013


TOROS
F.L. CHIVITE
Diario SUR, sábado 31/08/13.

También la relegación y
 sometimiento de la
mujer ha formado parte
 de nuestra tradición
cultural durante siglos.

   En el vídeo se ve un toro embolado con las astas en llamas embistiendo a un joven de 17 años caído en el suelo. Eso ocurrió esta semana, en Vilamarxant, un pueblo de Valencia. Salió en el telediario. Percances similares, a menudo con resultado dramático, como bien sabemos, se suceden sin parar en los festejos populares del verano español. La última noticia al respecto es que en San Sebastián han decidido suprimirla sokamuturra (una especie de toro ensogado), del programa de fiestas. En muchos sitios atan a los toros con cuerdas. En otros los sueltan por barrancos o por las calles. En Tordesillas, decenas de jinetes les clavan lanzas hasta matarlos. En Coria, los enloquecen hasta la extenuación y la muerte tirándoles dardos por cualquier parte del cuerpo y de la cara. La presencia de sangre excita al público, no cabe duda. Y en definitiva, te gusta o no te gusta: esa es la cuestión. El debate está ahí y no va a parar. Quienes defienden este tipo de cosas alegan que los toros forman parte de nuestra cultura y de nuestras tradiciones. Y es cierto. Los seres humanos han sacrificado animales de una forma más o menos lúdica o ritual desde la edad del bronce.
   Al parecer, la lucha e inmolación del toro (al que se consideraba un animal sagrado o simbólico), tenía que ver con la conquista de la virilidad, eso he leído. Pero bueno. Últimamente, desde determinados sectores, se intenta proteger los festejos taurinos apelando a su interés cultural. Y no niego que lo tengan. Pero, no creo que ese sea un argumento suficiente para conservar espectáculos de tortura y muerte. Desde una percepción antropológica, puede considerarse cultura casi cualquier maldita cosa arraigada en el pasado. También la relegación y sometimiento de la mujer ha formado parte de nuestra tradición cultural durante siglos. Pero algunas viejas tradiciones merecen estar ya muertas.
   Personalmente, me gusta pensar en la cultura como algo que eleva. Concedo la palabra cultura solo a aquello que me mejora y mejora mi idea del ser humano. Hablo de una persona culta cuando tropiezo con alguien cuyas palabras levantan las mías y me iluminan una parte del mundo. La cultura es difícil. Hay que alcanzarla. No considero cultura la brutalidad, las costumbres retrógradas, las diversiones crueles que exaltan la violencia y se regocijan con la presencia de la sangre o el dolor. La cultura es precisamente todo lo contrario: lo que nos mejora. Lo que nos ayuda a entender y a ver. Lo que nos hace compasivos. Confío en que, aunque solo sea por la  lógica de los tiempos, esta clase de espectáculos truculentos irán poco a poco suprimiéndose de los festejos, como ahora en Donosti. Las sociedades evolucionan y en lo que se refiere al trato a los animales se está produciendo un cambio de mentalidad innegable. Digo yo.

V.O.C.

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