NON GRATO
Por ANTONIO SOLER, Diario SUR 10, 03, 17.
Mejor lejos del velón, lejos del brasero y de ese
autobús que como un alma en pena vaga predicando la sombra.
Vienen
a preservarnos del mal, a solucionarnos la vida y darnos orientación por más
que no les hayamos pedido ayuda ni consejo. Son los antiguos curas que pasaban
lista en la parroquia y anotaban las ausencias con lápiz rojo, los inquisidores
de baja frecuencia que acudían a casa de los infieles para doblarles la moral y
partirle por vía interpuesta el espinazo a ese Satán que anidaba en el alma de
aquellos descarriados en forma de apostasía o ateísmo. Vienen a preservar las
buenas costumbres y acicalarnos espiritualmente. Sí. Sólo que en esta ocasión
no vendrán. Nos referimos al famoso autobús de la asociación `Hazte oír´. Todos
los grupos municipales del Ayuntamiento de Málaga han estado de acuerdo en declarar
non grato al autobús redentor de los niños transexuales y se han conjurado para
encabezar una manifestación de repulsa en caso de que el dichoso autobús
llegase a las puertas de la ciudad.
Honra a Málaga y a sus
representantes esta declaración iniciada por el concejal de Podemos, Juan José
Espinosa, y respaldada unánimemente por todos los partidos. La iniciativa no
tiene ninguna consecuencia legal pero sí tiene un efecto moral. Es una
declaración de principios que vincula a esta ciudad con el respeto a la diferencia
y la tolerancia. Una consecuencia a la brillante leyenda de su escudo. La
primera en el peligro de la libertad. Los rectores de la organización `Hazte
oír´ también se dicen tolerantes, amantes de la familia, protectores de la
buenas costumbres. Seguro que no se consideran abominables, ni así mismos ni a
su causa. Seguro que quieren el bien de los demás, pero harían bien en dejar
que los demás elijan lo que consideran su propio bien, que cada cual sea dueño
de su vida y de su destino.
En ese apostolado por las buenas
costumbres y en contra del progreso moral, y también físico, recuerda uno aquellas
palabras de Ángel Ganivet sacadas de un libro titulado ´Lo viejo y lo nuevo´. Decía
Ganivet que “el antiguo hogar no estaba
constituido únicamente por la familia, sino también por el brasero y el velón,
que con su calor escaso y su luz débil obligaban a las personas a aproximarse a
formar un núcleo común. Poned un foco eléctrico y una estufa que iluminen y
calienten toda una habitación por igual y habréis dado el primer paso para la
disolución de la familia.” Seguro que la oscuridad también mantendría a los
niños con una orientación distinta a las codificadas por `Hazte oír´ alrededor
de la mesa camilla. La oscuridad mantendría la uniformidad y el grillete moral.
Cada cual enjaulado en su casilla cumpliendo las ordenanzas que la tradición dicta.
Hombres y mujeres de provecho dentro de una sociedad simétrica y, lo quieran o
no, arrimados al triste velón. Ya podrán hacer en la penumbra aquello que a la
luz resulta condenable. No. Mejor lejos del velón, lejos del brasero y de ese
autobús que como un alma en pena vaga predicando la sombra y el frío.
Copiado por Victoriano Orts Cobos.
Málaga 3 de abril de 2017.
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