HUIR ES DE COBARDES
Por PEDRO LUIS GÓMEZ,
Diario SUR, 16/09/17.
Huir es de cobardes. Es una frase hecha que, como casi todas,
es una realidad casi absoluta. Normalmente hay quien huye por otros motivos,
pero siempre lo hace alguien que tiene algo que ocultar, quien ha cometido algo
malo. Pero estar diez años huyendo de la Justicia, buscando la prescripción de
sus delitos, escondiéndose de unos y de otros, con el corazón (es un suponer)
en un puño, también es estar en la cárcel, aunque no lo parezca. Huyó de sí
mismo y de su propia cobardía. Eso es lo que le ha pasado a Carlos Fernández,
quien no sólo se escondía, sino que
utilizó el bisturí (como tantos/tantas compañeras de corporación marbellí en la
que estuvo, aunque por distintos motivos...) para no ser reconocido. Un prófugo
en toda regla que ha penado sus delitos con una vida oculta y alejada de los
suyos. Y todo por evitar la cárcel. No le arriendo la ganancia, sobre todo
porque Carlos Fernández no sólo tuvo que esconderse, sino cambiar totalmente de
vida, de hábitos y de aficiones. Carlos Fernández, la gran ‘esperanza’ del PA
en la Costa del Sol, no sólo traicionó a los suyos, sino también a él mismo.
Viendo su aspecto, y comparándolo con el que tenía Julián Muñoz este verano
tomando el sol en la playa marbellí, no se sabe bien discernir quien ha estado
en la cárcel y quién no...
El exconcejal, uno
de los ideólogos de la trama que sacó de la Alcaldía a Julián Muñoz, monigote
de otro gran experto en prescripciones penales como fue Jesús Gil, ha vuelto a
la actualidad porque se ha entregado. Es otro. Mejor, parece otro. Lo que
ocurre es que su vuelta nos ha traído de nuevo a la cara el caso Malaya, que se
niega a abandonarnos, a desaparecer de la escena. Hay concejales de aquella
infame bancada que aún están en la cárcel, donde él ha evitado ir sin pasar una
noche tranquilo. No me gustaría estar en el pellejo de nadie, pero mucho menos
en el suyo. Fernández no sólo `vuelve` él, sino que nos `devuelve` Malaya, nos
la pone de nuevo en la mesa, para tristeza de quienes queremos, como sea,
olvidar aquella página negra de desvergüenza y choriceo, que tuvo, no lo
olvidemos, a un gran capitán llamado Gil, que seguimos muchas veces olvidando
las cosas.
Marbella sufrió un
linchamiento económico y moral. Los malagueños y ciudadanos de bien, un
linchamiento mental. Y ellos fueron los culpables, incluido Carlos Fernández,
un `valiente` concejal que salió por patas cuando vio que lo habían pillado con
el `carrito` de los helados. No sé si habrán prescrito o no los cargos contra
él; ni siquiera sé si irá o no a la cárcel, de lo que no me cabe la menor duda
es que nunca podrá evitar que todos lo vean como un cobarde y un prófugo, y eso
no es plato de gusto para nadie. Lo que no sé es si su entrega servirá para que
nos enteremos de lo que se llevaron de Marbella, amén de todo lo demás. Sólo él
y unos cuantos más saben bien lo que hicieron.
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Copiado por Victoriano Orts Cobos.
Málaga 18 de septiembre de 2017.
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