INCERTIDUMBRE
EDITORIAL,
Diario SUR 03/10/17.
Sorprende que el Gobierno siga sin explicar su plan para evitar la
ruptura en Cataluña a una sociedad española desconcertada.
El 1 de octubre ha disparado
hasta límites inquietantes la división social en Cataluña y ha elevado la
tensión política en España a niveles desconocidos en las últimas décadas. Si antes
del referéndum –celebrado sin base legal alguna y sin las más mínimas garantías
democráticas- la salida al desafío independentista se antojaba un reto de
extraordinaria complejidad, la solución aún parece más lejana apenas unas horas
después. La consulta ha exacerbado la arrogancia populista de Carles Puigdemont
y sus socios. Empeñados en conducir a Cataluña a la secesión sin respetar las
más elementales normas de un Estado de Derecho. Su discurso demagógico se ha visto
alimentado por las cargas policiales del domingo; unas imágenes que, sin duda,
empujaron a las urnas a miles de ciudadanos reacios a participar en farsa de
referéndum y que han deteriorado la ya débil imagen en Cataluña tanto del
Gobierno como del Estado. Tras el 1-O, la reacción del independentismo ha sido
la previsible: continuar en una huida hacia adelante que amenaza con derivar en
un choque de trenes de imprevisibles consecuencias. Puigdemont tiene claro el
camino que, si alguien no lo remedia, puede derivar en una declaración unilateral de independencia
dentro de unos días. Lo que sorprende es que, con una sociedad española
desconcertada y estupefacta ante los eventuales efectos de un órdago de tal
dimensión, el Gobierno siga sin explicar sus planes para impedir esa ruptura, y
sin ofrecer a los ciudadanos siquiera un mensaje tranquilizador o de alivio
moral. Su estrategia de ni frenar en seco el referéndum, tras la aprobación de
las leyes secesionistas el pasado día 6 en el Parlament, ni dejar que se
celebrara sin impedimento alguno como un acto sin efecto legal, al igual que el
9-N, no ha ofrecido los resultados esperados ni ha tranquilizado a una
población española en la que crece la inquietud. Mariano Rajoy perdió ayer una
nueva oportunidad de exponer sus planes tras recibir por separado en La Moncloa a Pedro Sánchez y a Albert
Rivera para analizar una situación que, sin caer en alarmismos, puede
calificarse de crítica y que requiere de un gran acuerdo entre las principales fuerzas
políticas que orille los egoísmos partidistas. Ningún portavoz oficial del
Gobierno (ni de PSOE) compareció en público tras el encuentro.
RIESCO DE EMPEORAR. Las posiciones están demasiado
enconadas como para esperar una salida inmediata. Los llamamientos al diálogo y
al entendimiento resultan vanos cuando el secesionismo institucionalizado no
está dispuesto a rectificar ni un ápice su planteamiento de confrontación y
ruptura con el Estado constitucional. Los principales líderes europeos han
respaldado sin fisuras a Rajoy aunque sin obviar un comprensible malestar por
las imágenes de violencia policial del domingo. El 1-O ha demostrado que el
panorama corre el riesgo de empeorar aún más. Es lo que ocurrirá si Puigdemont
opta por formalizar en el Parlament una declaración unilateral de independencia.
La hipotética gestación de un Estado construido sobre los restos de la
legalidad vigente conduciría a Cataluña a una situación de caos posiblemente irreversible.
De confirmarse este extremo, la Cataluña institucional se traicionaría a sí
misma al dar cauce a una variante particular de populismo que está atenazando a
Europa. Un escenario indeseable desde el punto de vista político y social. Y
también una amenaza para el futuro de la economía. Veinticuatro horas después
de 1-O, la cotización de los principales bancos catalanes (CaixaBank y
Sabadell) cayó con fuerza en la Bolsa española, mientras la prima de riesgo
repuntaba.
**************************************************************
Copiado por Victoriano Orts Cobos.
Málaga 4 de octubre de 2017.
No hay comentarios:
Publicar un comentario