LA NO-DUI: UNA NUEVA
PERFOMANCE QUE NO LLEVA A NINGÚN SITIO.
POR, TERESA FREIXES.
CATEDRÁTICA DE DERECHO CONSTITUCIONAL
EN LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE BARCELONA.
DIARIO SUR, 11/10/17.
Estamos asistiendo a la enésima representación teatral del secesionismo,
esta vez formalmente protagonizada por el presidente de la Generalitat,
representando la peor cara de un nacionalismo supremacista y victimista. Con un
`relato´ sesgado, cuando no basado en la mentira, ha realizado un discurso con
el que pretende `in extremis’ salvar sus responsabilidades personales al tiempo
que fabricar unas pretendidas justificaciones que le permitan, al tiempo,
sobrevivir políticamente aunque sea en fase terminal y, tratar de convencer al mundo de la justeza
de su causa.
Por ello, se ha
limitado a enumerar los consabidos mantras de secesionismo, culpabilizando al
resto de españoles de ser un lastre para argumentar que Cataluña se ha ganado
el derecho a formar una república independiente. Y no ha encontrado otra que la
no proclamación de independencia buscando una “mediación” imposible que le
permita lograr sus objetivos. ¿Por qué digo que la mediación es imposible?
Porque nunca puede haber una mediación
fuera de la ley, fuera del ordenamiento jurídico, que es lo que el secesionismo
pretende.
En democracia, la
forma es substancia. Seguir los procedimientos democráticos es lo que nos
permite legitimar la toma de decisión. Sin el respeto de lo que disponen la
Constitución, el Estatuto de Autonomía, el Derecho de la Unión Europea,
rompemos la democracia
En democracia,
además, son importantes los contenidos. Lo que las normas regulan no son
entelequias. Son instituciones jurídicas que tienen un contenido, es decir, un
sentido propio. Por ello, fundamentar la
legitimidad de la suspendida declaración de independencia es un
pretendido “referéndum”, que no entiendo cómo puede el Sr. Puigdemont denominar
así, constituye una burla a la democracia. Lo que tuvo lugar el 1 de octubre
pasado no fue un referéndum; la propia Comisión de Venecia afirmó que lo que se
iba a hacer no contaba con las garantías necesarias. Y se fundamentó en una ley
suspendida por el Tribunal Constitucional que había sido preparada en secreto y
que se aprobó sin respeto de Reglamento del Parlament de Cataluña y vulnerando
los derechos de los parlamentarios, es decir, nuestros derechos, porque ellos
nos representan.
Y no nos engañemos
más. Lo que ha pretendido Puigdemont en su discurso, falseando repetidamente
nuestra historia constitucional reciente, sin respetar el pluralismo y
pretendiendo silenciar al disidente, es crear un discurso que pueda dar la
imagen de los catalanes como pueblo sojuzgado, para intentar de ese modo
constituirse en sujeto de un derecho de autodeterminación que no tiene, porque
la mayoría de los catalanes, plurales y abiertos como somos, sabemos que
tenemos nuestros derechos garantizados no por su gobierno sino por el ordenamiento jurídico, contamos
con instituciones reconocidas por la Constitución y el Estatuto a las que el
secesionismo ha secuestrado y queremos continuar siendo habermasianamente,
ciudadanos de Cataluña, de España y de Europa.
El Sr. Puigdemont
tendrá ahora que gestionar la crisis que él mismo ha generado. Entre los suyos,
con el resto de catalanes, con el resto de españoles y con el resto de
europeos. Aunque, quizás lo mejor que podría hacer es retirase, como incapaz
que es de generar expectativas plausibles, convocar elecciones autonómicas y dejar paso a
que un nuevo Parlament y un nuevo Govern, elegidos, esta vez sí con todas la
garantías vuelvan a situarnos en el ámbito político,
económico y social propio de las sociedades europeas avanzadas de siglo XXI.
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Copiado por Victoriano Orts Cobos.
Málaga 11 de octubre de 2017.
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