OCHO SEGUNDOS DE
REPÚBLICA
Por JOSE MARÍA CALLEJA,
Diario SUR, 13/10/17.
Empezar la frase anunciando que se ha ganado el derecho a la
independencia y terminarla, ocho segundos después, negándola, es algo así como
meter un gol y que en la repetición de la jugada en la tele el balón no entre. Un fiasco, un esperpento, algo
insólito, pero de lo que no se puede echar la culpa al árbitro, lo más
socorrido, sino a aquellos que han enardecido un proceso divisor de los
catalanes al grito del `mañana nos pertenece´. Han llevado a la gente al borde
del precipicio para luego volver grupas en el último instante.
Se puede intentar
entender lo ocurrido viendo las caras de los hinchas convocados delante del Parlament,
con los tractores al fondo, o con el gesto de uno de ellos tirando la
estrellada al suelo. Del éxtasis de la república a la ruina; en solo ocho
segundos, oiga.
Durante mucho
tiempo se había alertado del fomento irresponsable de un proceso que fracturaba
la convivencia entre los catalanes y que, cuanto más se atizara, mayor sería la
frustración. Frustración que deberá gestionar ahora el señor Puigdemont, ya que
el astuto Mas, otro de los hacedores del destrozo, está fuera de foco, buscando
euros para que no le embarguen.
Es lógico y pertinente que el Gobierno le haya
pedido al todavía president que ponga a limpio lo que dijo o dejó de decir en
el trabalenguas del pasado martes. Que ponga por escrito, después de haber hablado
en borrador. Con esta iniciativa, el Gobierno devuelve el balón al Govern y le
enseña los riesgos que puede correr si finalmente dice que proclama la
independencia más breve de la historia. Tiene bemoles que en su búsqueda de
modelos de independencia, los nacionalistas catalanes se hayan fijado en el
caso de Eslovenia, con sus 74 muertos, sus centenares de heridos, su guerra,
sus odios que aún perduran. Ya lo hicieron antaño los batasunos, cuando
buscaban en los Balcanes una referencia de que la independencia era posible y
Arzallus rechazaba aquella “virguería marxista de la autodeterminación”.
Se ha repetido que
hemos llegado hasta aquí por el fracaso de la política. Pues bien, la forma
prudente, medida y acordada con los socialistas, con que Mariano Rajoy ha respondido a lo dicho y
no dicho por Puigdemont, parece abrir esa puerta de esperanza a la política.
Esperanza que se abriga y que debería
prolongarse con el debate para cambiar lo
que se considere pertinente de la Constitución.
No veo a
Puigdemont, y menos aún al soviet anarcoide de la CUP, bajándose de este
proceso enloquecido que ya les enfrenta, pero digamos que con la respuesta
política dada se achican sus espacios. En la línea de no hacer nada que fomente
el victimismo nacionalista, redundancia, el Requerimiento es una buena medida
política.
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Copiado por Victoriano
Orts Cobos.
Málaga 14 de octubre de
2017.
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