UN 155 ELECTORAL
Por JOAQUIM COLL, HISTORIADOR. Diario SUR, 22/10/17.
Desde el 1 de octubre la sociedad catalana está
experimentando sucesivos baños de realidad. Es cierto que en algunas ocasiones
el separatismo se ha sentido reforzado, por ejemplo, frente a la torpe acción
policial durante el `referéndum’, o la semana pasada cuando la juez Carmen Lamela
ordenó el encarcelamiento de los dos Jordis (Sánchez y Cuixart) acusados de
sedición. Sin embargo, las mentiras separatistas sobre el carácter indoloro del
proceso de ruptura también han quedado al descubierto en la estampida
empresarial y financiera, la huida de
depósitos bancarios, la caída del consumo como respuesta a la incertidumbre, el
riesgo palpable de enfrentamiento civil entre los propios catalanes o el
rotundo rechazo de la UE a las actuaciones unilaterales de la Generalitat y el
apoyo al Gobierno español.
La suma de todo
ello ha hundido a la sociedad catalana en una profunda crisis política con
devastadores efectos sociales y económicos. La única salida democrática es la
convocatoria de unas elecciones autonómicas que pueda devolver la normalidad a
Cataluña. El problema es cómo celebrarlas. No parece probable que Carles
Puigdemont vaya a firmar el decreto de disolución del Parlamento antes de que
el Senado apruebe el próximo viernes las duras medidas que ayer acordó el
Consejo de Ministros. Ir a elecciones por su propia voluntad sería reconocer un
sonoro fracaso. Los separatistas temen además que la dura realidad juegue en su
contra en las urnas. No se puede seguir engañando durante tanto tiempo a tanta
gente. Ahora mismo, más allá de votar una declaración formal de independencia
como respuesta, no existe una estrategia compartida entre ERC, PDeCAT y CUP
sobre qué hacer después. Parecen
preferir que el Gobierno aplique el 155 para victimizarse, jugar a la desobediencia
y a la revuelta en la calle, envolviéndose hipócritamente en la bandera del
autogobierno que ellos han liquidado.
La intervención completa
de la autonomía catalana es la única vía posible para restaurar el orden
constitucional y forzar la convocatoria de elecciones lo antes posible. Las
decisiones que Mariano Rajoy dio a conocer, pactadas con PSOE y Ciudadanos, son
arriesgadas pero imprescindibles. La destitución de todo el Govern es la respuesta
al hecho de que ya no actúa como una autoridad legítima. También lo es la
limitación de las facultades del Parlamento catalán dado que ha sido un actor
fundamental en toda esta crisis. Las nuevas autoridades que designe el Gobierno
español asumirán el control del orden público en Cataluña, aspecto clave como
ya se vio el 1-O. Igualmente deberán garantizar que el clima hacia estas nuevas
elecciones sea de neutralidad institucional y respeto hacia la pluralidad en
los medios públicos catalanes. Cuanto antes se celebre mejor, menos tiempo
tendrán los gestores para equivocarse en un terreno minado.
*************************************************************
Copiado por Victoriano Orts Cobos.
Málaga 23 de octubre de 2017.
No hay comentarios:
Publicar un comentario