jueves, 4 de enero de 2018

Un belén de receta

José Granados posa junto a su belén, que ha ido confeccionando con las cajas de sus medicinas. :: s. m./
José Granados posa junto a su belén, que ha ido confeccionando con las cajas de sus medicinas. :: s. m. 

Un hombre de 89 años recrea el nacimiento de Jesús con un portal realizado a partir de las cajas de sus medicamentos

SANTIAGO MOLINA
Con la mirada infinita, lúcido, cavilando, con un espíritu enérgico y joven que contrasta con su cuerpo de 89 Navidades. Nació un 3 de diciembre de 1928. Su alma supera con fuerza los distintos achaques que padece. Su mujer, Ana Ballesteros de 88 años, con orgullo, cariño y sonrisa fraternal dice: «Yo me casé con un artista». José Granados Rodríguez es aficionado a montar el belén desde que tenía unos 10 años.
Entonces hacía él mismo las figuritas de arcilla y, para sacarse algo de dinero, las vendía en Lanjarón, el pueblo granadino de su infancia. «De ahí me viene la afición al belén», declara. Ahora, dedica parte de su tiempo a hacer un belén con las cajas de sus medicamentos y de los de su mujer. «Tengo que alejar de él las cajas de mis medicinas; si no me las quita para hacer sus casas», señala Ana.
El belén que lleva montando desde agosto de 2017 consta de más de 20 edificaciones de cartón que pinta y decora con sumo cuidado, y al que coloca luces de Navidad, que enciende cada noche. Incluso alguna de ellas responden a diversos estilos arquitectónicos. Su hija, Curra, cuando regresa de algún viaje le muestra cómo son los edificios allí donde ha estado, y él se encarga de reproducirlos, entre ellos dos casitas típicas de la Bretaña francesa.

Una vida de pintura

Granados es un «manitas» y su afición por las artes plásticas va más allá de crear su propio belén. En el colegio de monjas donde estudió le enseñaron a dibujar y, también desde entonces, es muy aficionado a la pintura. «Cuando nos poníamos revoltosos las monjas nos decían que sacásemos el bloc para dibujar». Con voz alta y alegre, y unos ojos brillantes, Ana le dice en todo jocoso: «¡Me casé contigo porque eres un artista!». Lo que más le gusta son los paisajes urbanos y rurales. La constancia de creación que ha llevado y sigue llevando hace que su casa también está llena de sus cuadros.
Muchos son los lugares en los que ha vivido debido a la carrera militar que completó; en otros casos son reproducciones de postales o fotografías que ha ido adquiriendo con el tiempo. La judería de Cáceres, el tajo de Ronda, la Catedral de Málaga o La Farola son algunos de los protagonistas de sus creaciones y, en concreto, éstas son las que más le gustan de su obra.
Aun con la enfermedad de Parkinson, los trazos de sus cuadros tienen gran precisión, pinte a óleo o a lápiz. También se ayuda en muchas ocasiones de cartabón y regla.
Pero el mérito que tiene Granados es doble, ya que nunca dio clases de pintura, más allá de lo que aprendió en la escuela de monjas: es autodidacta. «Es muy instruido, el tiempo que le ha dedicado a la lectura lo hizo muy culto», observa su esposa. Aprovechó cada momento de su vida para dedicárselo al arte, aunque no se considere artista. Entre los referentes artísticos que admira se encuentran Rembrandt, Miguel Ángel y Tintoretto.
Ya con la Navidad a las puertas de su final, Granados piensa en sus próximas obras, que mantienen vivo al niño que vendía sus figuritas de arcilla hechas a mano en Lanjarón.
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Publicado en Diario SUR el día 4 de enero de 2018.
Copiado/pegado de Internet por Victoriano Orts Cobos.
Málaga 4 de enero de 2018.


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