130 años de glamur canalla
El Moulin Rouge, el cabaret más célebre del mundo e icono de París, celebra el aniversario mientras llena su sala cada noche
Abrió sus puertas el mismo año que la torre Eiffel. Entre sus bambalinas brillaron mitos de la escena como Mistinguett, Jane Avril o La Goulue. Fue inmortalizado por Henri Toulouse-Lautrec, que recogió el ambiente burgués y a la vez canalla de un París de finales del siglo XIX, donde artistas, políticos, empresarios y aristócratas europeos se bebían la noche entre plumas, lentejuelas y al ritmo de un nuevo y endiablado baile, el cancán. El Moulin Rouge cumple 130 años sin perder ni una sola pluma.
El cabaret más célebre del mundo fue el proyecto de un catalán visionario, Josep Oller i Roca, que llegó a París con sus padres cuando solo tenía dos años y que desarrolló un ojo especial para conocer el gusto del público de la Belle Époque. Un año antes había abierto el Olympia -aquel en el que décadas después Paco Ibáñez cantara su mítico 'A galopar'- y el 6 de octubre de 1889 inauguraba a los pies de la colina de Montmartre el 'music-hall' que se convertiría en el centro de la vida nocturna parisina.
Fue el primer edificio electrificado de París. Oller quería que se viera bien desde los burgueses Grands Boulevards para atraer a un público con dinero que subía a Pigalle a encanallarse en un ambiente de humor e irreverencia. Los números de cancán, llenos de alegría y erotismo, se mezclaban con otros puramente cómicos, como el del 'Pétomane', un artista que era capaz de 'tocar' la Marsellesa o imitar tormentas a base de pedos. Por sus escenarios han pasado Édith Piaf, Maurice Chevalier, Liza Minelli o Frank Sinatra y hoy, 130 años después, sigue llenando su sala cada noche.
Sus cifras están a la altura del mito. El espectáculo 'Féerie' (Fantasía), ha recibido 12 millones de espectadores desde 1999, unos 600.000 por año. El Moulin Rouge emplea a 450 personas, entre artistas, camareros, técnicos y artesanos. Tres talleres propios -de plumas, zapatos y bordados- han concebido hasta 1.000 trajes y accesorios para las bailarinas, que se cambian 12 veces de vestuario en cada espectáculo. Son 60 chicas y 20 chicos de 14 nacionalidades, todos diplomados en danza clásica.
El Moulin Rouge es además el mayor consumidor privado de champán del mundo. En su hermosa sala Belle Époque, diseñada en 1951 por Henri Mahé, cada año se descorchan 240.000 botellas de champán. El recinto tiene capacidad para 900 espectadores -500 comensales-, que cenan al ritmo del espectáculo un menú concebido por el chef David Le Quellec, que ha conseguido que sea el primer cabaret del mundo en aparecer en una guía gastronómica.
A diferencia de sus competidores, como el Lido, el Crazy Horse o el Folies Bergère, el Moulin Rouge ha permanecido desde los años 50 en manos de la misma familia, los Clérico. Su principal público está constituido hoy en día por turistas -sobre todo chinos, rusos y estadounidenses- en busca de un glamur que, con altibajos, el cabaret más famoso del mundo ha sabido mantener intacto a lo largo de los años.
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Publicado en Diario SUR.
Copiado/pegado de Internet por Victoriano Orts Cobos.
Málaga 10 de octubre de 2019.
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