martes, 29 de octubre de 2019

Alfonsina Storni, ¿qué poemas fuiste a buscar?





Alfonsina Storni, ¿qué poemas fuiste a buscar?

Antes de lanzarse al mar, hace hoy 81 años, la autora argentina reivindicó la igualdad y desafío las convenciones sociales con sus libros y su condición de madre soltera: «Mirad cómo se ríen y cómo me señalan. / ¡Pobrecitas y mansas ovejas del rebaño!»






Alberto Gómez

ALBERTO GÓMEZ
Hace hoy 81 años que Alfonsina Storni se arrojó desde la escollera del club de mujeres de Mar de Plata. Días antes había enviado un poema al diario La Nación que terminaba así: «Si él llama nuevamente por teléfono / le dices que no insista, que he salido». Aquellos versos simbolizan bien el carácter de la poeta argentina, independiente hasta la soledad, feminista convencida en un tiempo impropio para serlo. Su suicidio inspiró la mítica zamba 'Alfonsina y el mar', compuesta por Ariel Ramírez y escrita por Félix Luna, inmortalizada en la voz de Mercedes Sosa y un sinfín de cantantes: «Te vas Alfonsina con tu soledad. / ¿Qué poemas nuevos fuiste a buscar?». Sufrió pronto los zarpazos del desprecio social y el desamor al quedarse embarazada de un hombre casado, veinte años mayor. Decidió tener sola a su hijo Alejandro, enfrentándose al estigma que en aquella época arrastraban las madres solteras. Curtida en la rebeldía, comenzó a publicar sus primeros poemas en revistas literarias donde cuestionaba la desigualdad y criticaba con ironía el machismo: «Tampoco te entiendo, pero mientras tanto / ábreme la puerta, que quiero escapar; / hombre pequeñito, te amé media hora, / no me pidas más».
Ya de pequeña parecía diferente al resto de niños, poseedora de cualidades inusuales para su edad, hasta el punto de ser la única escolarizada de los hermanos. Las estrecheces económicas de la familia, agravadas por el alcoholismo de su padre, dieron alas a las aspiraciones de la pequeña Alfonsina, nacida en 1892 cerca de Lugano, en Suiza, donde vivió parte de su infancia hasta el regreso a Argentina. Se veía «redonda, chatilla y fea», una imagen de sí misma que la acompañaría hasta el final. Apenas levantaba unos palmos del suelo cuando servía y fregaba en la cafetería familiar. La muerte de su padre, cuando tenía catorce años, zarandeó su universo pero no dulcificó la memoria, como demostró en el poema 'A mi padre', donde ajustó cuentas calificándolo como «vagabundo y huraño». También escribió sobre su madre, y por extensión sobre el papel reservado a las mujeres: «Y todo esto mordiente, vencido, mutilado, / todo esto que se hallaba en su alma encerrado, / pienso que sin quererlo lo he libertado yo».
Ya huérfana de padre, Alfonsina entró a trabajar como aprendiza en una fábrica de gorras, empleo que dejó para acceder a una compañía teatral sin abandonar sus estudios en la escuela de maestros rurales. El rechazo familiar a su embarazo la empujó hasta Buenos Aires, donde resultaba más sencillo obviar la hipocresía y los prejuicios de una sociedad que castigaba la autonomía de las mujeres. En 1916 publicó su primer libro, un hito que la estimuló hasta animarla a recitar sus poemas en bibliotecas de barrio y entablar amistad con otros autores de la capital argentina. Sus colaboraciones cada vez más frecuentes con diarios y revistas le sirvieron para reivindicar relaciones más justas, un discurso profundamente innovador en la América Latina de comienzos del siglo XX: «Llegará un día en que las mujeres se atrevan a revelar su interior. Ese día la moral sufrirá un vuelco, las costumbres cambiarán».
Storni ya pedía el voto femenino casi cuatro décadas antes de que Argentina lo aprobase. Consolidada como articulista combativa, empeñada en dinamitar los roles de género y los tópicos patriarcales, sobrevino la primera de varias crisis nerviosas, producto en parte del agotamiento; trabajaba como periodista y maestra, cuidaba de su hijo, escribía poemas y recitaba, una sobrecarga que acabó pasando factura. Por aquel tiempo entabló una intensa relación con Horacio Quiroga, además de conocer a Gómez de la Serna y Lorca. Fueron contactos que enriquecieron su voz poética, inicialmente limitada al romanticismo aunque ya con señales de su poderosa personalidad, como en el poema 'La loba', donde aborda su condición de madre soltera: «Yo tengo un hijo fruto del amor, de amor sin ley. / Mirad cómo se ríen y cómo me señalan. / ¡Pobrecitas y mansas ovejas del rebaño! / No temáis a la loba, ella no os hará daño».
En sus libros, Storni reformuló el destino de las mujeres, a quienes concedió la posibilidad de mostrarse fuertes y libres, estoicas y excitadas, sin renunciar a los anhelos amorosos: «¿Qué diría la gente, recortada y vacía, / si en un día fortuito, por ultrafantasía, / me tiñera el cabello de plateado y violeta?». Y sigue: «¿Me quemarían como quemaron hechiceras? / En verdad pensarlo me da un poco de risa». Borges llegó a definir su trabajo como «chillonerías de comadrita». El fracaso teatral y los dardos de muchos de sus colegas hicieron mella en Storni, que tras 'Ocre' tardó casi diez años en publicar nuevos poemas. En 1935, poco después de salir de aquel silencio, le diagnosticaron un cáncer de mama. Cuentan que anímicamente nunca superó la mastectomía. Tres años más tarde, en un viaje a Mar de Plata, Alfonsina dejó una carta para su hijo antes de sumergirse en el agua y despedirse de la vida para siempre, una muerte convertida en canción.





ALFONSINA STORNI

Lo inacabable

No tienes tú la culpa si en tus manos
mi amor se deshojó como una rosa:
Vendrá la primavera y habrá flores...
El tronco seco dará nuevas hojas.
Las lágrimas vertidas se harán perlas
de un collar nuevo; romperá la sombra
un sol precioso que dará a las venas
la savia fresca, loca y bullidora.
Tú seguirás tu ruta; yo, la mía,
y ambos, libertos, como mariposas
perderemos el polen de las alas
y hallaremos más polen en la flora.
Las palabras se secan como ríos
y los besos se secan como rosas,
pero por cada muerte siete vidas
buscan los labios demandando aurora.
Mas... ¿lo que fue? ¡Jamás se recupera!
¡Y toda primavera que se esboza
es un cadáver más que adquiere vida
y es un capullo más que se deshoja!

Bien pudiera ser

Pudiera ser que todo lo que en verso he sentido
no fuera más que aquello que nunca pudo ser,
no fuera más que algo vedado y reprimido
de familia en familia, de mujer en mujer.
Dicen que en los solares de mi gente, medido
estaba todo aquello que se debía hacer...
Dicen que silenciosas las mujeres han sido
de mi casa materna... Ah, bien pudiera ser...
A veces en mi madre apuntaron antojos
de liberarse, pero se le subió a los ojos
una honda amargura, y en la sombra lloró.
Y todo esto mordiente, vencido, mutilado,
todo esto que se hallaba en su alma encerrado,
pienso que sin quererlo lo he libertado yo.

Animal cansado

Quiero un amor feroz de garra y diente
que me asalte a traición en pleno día
y que sofoque esta soberbia mía,
este orgullo de ser todo pudiente.
Quiero un amor feroz de garra y diente
que en carne viva inicie mi sangría,
a ver si acaba esta melancolía
que me corrompe el alma lentamente.
Quiero un amor que sea una tormenta,
que todo rompe y lo remueve todo
porque vigor profundo la alimenta.
Que pueda reanimarse allí mi lodo,
mi pobre lodo de animal cansado,
por viejas sendas, de rodar, hastiado.

Voy a dormir

Dientes de flores, cofia de rocío,
manos de hierbas, tú, nodriza fina,
tenme prestas las sábanas terrosas
y el edredón de musgos escardados.
Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame.
Ponme una lámpara a la cabecera;
una constelación; la que te guste;
todas son buenas; bájala un poquito.
Déjame sola: oyes romper los brotes...
te acuna un pie celeste desde arriba
y un pájaro te traza unos compases
para que olvides... Gracias. Ah, un encargo:
si él llama nuevamente por teléfono
le dices que no insista, que he salido...
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En el apartado de MUJERES POETAS de este blog de POCATORTA, Alfonsina Storni ocupa el puesto número doce por orden riguroso de nacimiento a partir de la primera que fue Santa teresa de Jesús.
Al descubrir el reportaje publicado en Diario SUR por Alberto Gómez en recuerdo de su muerte hace 81 años sentí una emoción muy intensa y quise sumarme a este recuerdo, por ello, quiero volver a copiar y pegar aquel capítulo que le dediqué en "Mujeres poetas" el 6 de mayo de 2012.  
Victoriano Orts Cobos.
Málaga 29 de octubre de 2019.
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domingo, 6 de mayo de 2012


ALFONSINA STORNI
Sala Capriasca, Suiza. 1892-1938, Mar del Plata, Argentina.
MUJERES POETAS XII.
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Fotografía:es.wikipedia.org

Breve semblanza
Desde pequeña ayudó a sus padres en el trabajo familiar del bar que poseían.
Desde muy joven trabajó de maestra, profesión que compaginaba con su afición literaria.
A los 19 años (1911) se convirtió en madre soltera: tuvo un hijo (Alejandro) de una relación no estable.
A los 43 años (1935) la operaron de un cáncer de mama.
Tres años después, 1938, tomó la tremenda decisión, (motivos le sobrarían) de adentrarse en el mar para anestesiar para siempre su dolor.
En los últimos días de su existencia había escrito su último poema titulado “Voy a dormir”, que envió al Diario La Nación y que fue publicado días después de su fallecimiento.
Para homenajear su recuerdo he elegido dos poemas titulados:
“Carta lírica a otra mujer”, y como no podía ser de otra manera; “Voy a dormir”.
El primer poema está compuesto por 82 versos endecasílabos, a excepción  del último que es un pentasílabo.
El segundo es un soneto estructurado también en endecasílabos con rima libre o asonante. No era el momento idóneo de perder tiempo en buscar consonancias. Además, ella, dentro de su gran drama, tendría la certeza de que iba a ser el poema más leído de su extensa obra lírica.
Descanse en paz para siempre Alfonsina Storni, y nosotros, gocemos de Su Obra. 
V.O.C.
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Carta Lírica a otra mujer
Vuestro nombre no sé, ni vuestro rostro
conozco yo, y os imagino blanca,
débil como los brotes iniciales,
pequeña, dulce… Ya ni sé… Divina.
En vuestros ojos, placidez de lago
que se abandona al sol y dulcemente
le absorbe su oro mientras todo calla.

Y vuestras manos, finas, como aqueste
dolor, el mío, que se alarga, alarga.
Y luego seme muere y se concluye,
así como lo veis, en algún verso.
¡Ah!, ¿sois así? Decidme si en la boca
tenéis un rumoroso colmenero,
si las orejas vuestras son a modo
de pétalos de rosas ahuecados…
Decidme si lloráis, humildemente,
mirando las estrellas tan lejanas,
y si en las manos tibias se os aduermen
palomas blancas y canarios de oro.
Porque todo eso y más vos sois, sin duda,
vos, que tenéis al hombre que adoraba
entre las manos dulces, vos la bella
que habéis matado, sin saberlo acaso,
toda la esperanza en mí…Vos su criatura.
Porque él es todo vuestro: cuerpo y alma
estáis gustando del amor secreto
que guardé silencioso…Dios lo sabe
por qué yo no alcanzo a penetrarlo.
Os lo confieso que una vez estuvo
tan cerca de mi brazo, que a extenderlo
acaso mía aquella dicha vuestra
me fuera ahora… ¡Sí!, acaso mía…
Más ved, estaba el alma tan gastada
que el brazo mío no alcanzó a extenderse,
la sed divina, contenida entonces
me pulió el alma… ¡Y él ha sido vuestro!
¿Comprendéis bien? Ahora, en vuestros brazos
él se adormece y le decís palabras
pequeñas y menudas que semejan
pétalos volanderos y muy blancos.
Acaso un niño rubio vendrá luego
a copiar en los ojos inocentes
los ojos vuestros y los de él unidos
en un espejo azul y cristalino…
¡Oh, ceñidle la frente! ¡Era tan amplia!
¡arrancaban tan firmes los cabellos
a grandes ondas, que a tenerla cerca
no hiciera yo otra cosa que ceñirla!
Luego, dejad que en vuestras manos vaguen
los labios suyos; él me dijo un día
que nada era tan dulce al alma suya
como besar las femeninas manos…
Y acaso alguna vez, yo, la que anduve
vagando por afuera de la vida
-como aquellos filósofos mendigos
que van a las ventanas señoriales
a mirar sin envidia toda fiesta-
me allegue humildemente a vuestro lado
y con palabras quedas, susurrantes,
os pida vuestras manos un momento
para besarlas yo, como él las besa…

Y al recubrirlas lenta, lentamente,
vaya pensando; aquí se aposentaron
¿cuánto tiempo, sus labios, cuánto tiempo
en las divinas manos que son suyas?
¡Oh, qué amargo deleite, este deleite
de buscar huellas suyas y seguirlas,
sobre las manos vuestras tan sedosas,
tan finas, con sus venas tan azules!
¡Oh, que nada podría, ni ser suya,
ni dominarle el alma,  ni tenerlo
rendido aquí a mis pies, recompensarme
este horrible deleite de hacer mío
un inefable, apasionado rastro.
Y allí en vos misma, sí, pues sois barrera,
barrera ardiente, viva, que al tocarla
ya me remueve este cansancio amargo,
este silencio de alma en que me escudo,
este dolor mortal en que me abismo,
esta inmovilidad del sentimiento
que sólo salta, bruscamente, cuando
nada es posible!

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VOY A DORMIR
Dientes de flores, cofia de rocío,
manos de hierbas, tú, nodriza fina,
tenme puestas las sábanas terrosas
y el edredón de musgos escardados.

Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame.
Ponme una lámpara a la cabecera,
una constelación, la que te guste,
todas son buenas; bájala un poquito.

Déjame sola: oyes romper los brotes,
te acuna un pie celeste desde arriba
y un pájaro te traza unos compases

para que olvides. Gracias…Ah, un encargo,
si él llama nuevamente por teléfono
le dices que no insista, que he salido...

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Copiado del libro "Las mil mejores poesías
de la Lengua Castellana" , (el primero) y de
es.wikipedia.org (el segundo)
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(Re)visado el día 19 de agosto de 2019.
V.O.C.

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