Guerra a la crema solar
El archipiélago de Palaos, en Micronesia, toma la delantera mundial y veta el uso de filtros protectores perjudiciales para el medio ambiente. Sus componentes tóxicos matan los arrecifes de coral
El año ha comenzado con mal pie para los protectores solares, que han sido proscritos en Palaos, un minúsculo archipiélago de Micronesia, en Oceanía, compuesto por más de 340 islas de origen volcánico y coralino, lo que lo convierte en un paraíso para los buceadores. Desde el pasado día 1, las cremas contra las quemaduras que contengan productos químicos con oxibenzona, octocrileno y parabenos están estrictamente prohibidas. Quienes importen o vendan este tipo de filtros podrán ser multados con 1.000 euros, aunque los turistas que violen la norma no serán sancionados. A ellos solo se les confiscará la prueba del delito, porque tampoco es cuestión de espantar a las visitas.
Palaos se ha convertido así en la avanzadilla mundial en declara la guerra a las cremas solares para proteger el medio ambiente. La decisión la adoptó hace poco más de un año el Gobierno de las islas, después de que diversos estudios científicos advirtieran de que muchos de las cremas solares utilizadas por los buceadores que buscan el Edén en sus cristalinas aguas no hacen sino condenar al infierno a los arrecifes de corales.
Las zonas de buceo de las islas reciben habitualmente cuatro embarcaciones cada hora. Todas ellas llegan repletas de visitantes embadurnados con sustancias químicas que acaban disolviéndose en el agua, como pudo comprobarse en Jellyfish Lake, uno de los lugares más emblemáticos de Palaos. En este lago marino repleto de medusas que hacen las delicias de los buceadores, se detectó en 2017 una elevada concentración de productos para la protección solar y se comprobó que la vida se estaba retirando de sus aguas.
El siguiente, Hawai en 2021
Según los investigadores, las sustancias químicas de los filtros solares causan un gran impacto en la vida marina, incluso en dosis pequeñas. Entre los compuestos más agresivos se halla la oxibenzona y el octinoxato, que tienen la capacidad de absorber la luz ultravioleta y contribuyen a decolorar el coral hasta adquirir un tono blanquecino que lo hace más vulnerable a los efectos del cambio climático. Además, son tóxicos para las algas que viven dentro de los arrecifes y sirven de sustento para otras especies marinas.
La prohibición de esas cremas es un paso más en la lucha que mantienen las autoridades de Palaos para proteger su paraíso y su principal fuente de ingresos. En 2009 abrieron el primer santuario de tiburones del mundo, una enorme extensión de unos 600.000 kilómetros cuadrados donde está prohibida la captura de escualos. Cinco años después, fueron aún más lejos. No renovaron los contratos de pesca que mantenían con Japón y Taiwán, y establecieron una amplia zona de exclusión para barcos pesqueros extranjeros. Desde entonces, en sus aguas solo pueden faenar residentes y turistas. «Vamos a poner todo de nuestra parte para asegurarnos de que contamos con una población saludable de peces que luego puedan emigrar a otros lugares», anunció el Gobierno de las islas.
Los esfuerzos de Palaos por proteger su entorno serán imitados en 2021 por Hawai, que también declarará enemigos públicos a los filtros tóxicos, y otros países estudian adoptar la misma medida. Ninguno quiere ser como Tailandia, Filipinas o Indonesia. Allí han tenido que cerrar las playas donde una vez lucieron palmito turistas de cuerpos brillantes y cubiertos de crema bronceadora. Bajo sus aguas cada vez queda menos que ver... además de arrecifes de coral muerto.
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Publicado en Diario SUR.
Copiado de Internet por Victoriano Orts Cobos.
Málaga 21 de enero de 2020.
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