POEMAS DE ARCADIO HERRERA MUÑOZ
LA VICTORIA LXI/19
Quiero cerrar la “investigación” sobre el autor del poema del HIMNO ESCOLAR A CÓRDOBA con una
recopilación de poemas suyos conseguidos por mí, trabajosamente, durante un
periodo de tiempo de varios años. Son pocos. No superan la media docena en
total. Pero, que yo sepa, no hay más; y si los hay... ¿Dónde están? ¿Dónde los
dejó este hombre o sus allegados? ¡No divaguemos más y hagámosle el honor y la
justicia de publicarlos juntos como si de un libro impreso por él se tratara!
*****
El pueblo que olvida a sus poetas es un pueblo amnésico.
Victoriano Orts Cobos.
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LA ESCONDIDA SENDA
Año MCMXX
JUEGOS FLORALES DE ZAMORA
Beatus
ille qui procul negotii....
(HORACIO)
Cuando
del sol, detrás del horizonte,
suban los
rayos a dorar el monte
y a teñir
de arrebol las nubecillas,
y en las
frescas orillas
del
cristalino río
deposite
sus perlas el rocío,
quiero
que vengan a rozar mi frente,
al
despuntar de la rosada aurora,
los besos
de la brisa matutina;
y en el
verano ardiente
que me dé
su frescura bienhechora
la sombra
de la encina,
cuando en
la lumbre de la azul esfera
haga el
sol la mitad de su carrera;
que tonifique
mis pulmones sanos
el aura
saludable de los llanos,
que
arrullen y regalen mis oídos
el
trémulo balar de los corderos,
los
gárrulos sonidos
de
alondras, ruiseñores y jilgueros;
que la
mirada ansiosa
se
extienda por la ubérrima llanura
y suba
codiciosa
por la
salvaje falda de la sierra
hasta la
línea pura
donde se
junta el cielo con la tierra,
y el
atrevido vuelo
se pierda
por la bóveda del cielo
hasta
encontrar los mágicos fulgores
de los
rayos de sol deslumbradores:
y que
después mis ojos humillados
de los
párpados cierren la cortina
y todos
mis sentidos extasiados
canten,
Señor, tu Majestad divina
que aquí
Naturaleza,
hasta en
las más ocultas soledades,
pregona
en su grandeza
el
inmenso poder de tus bondades.
Y cuando
la campana
de la
ermita cercana
dé con su lengua de metal al viento,
del
Ángelus saudoso,
las notas
que convidan al reposo,
en el
triste momento
en que
del Sol se pierde la alba lumbre
muriendo
en Occidente,
mirar
desde la cumbre
cómo baja el ganado lentamente
la
empinada ladera de la sierra,
y luego desemboca en la llanada,
y en la
rústica y recia corralada
el
cuidadoso rabadán lo encierra.
Escuchar
confundidos
esos
conciertos de medrosos ruidos,
de la
silente noche precursores,
que forman de los perros los ladridos
con el
lento cantar de los pastores,
el
agorero canto del cuclillo,
del
rebaño el sonar de las esquilas,
del
límpido regato los rumores
y el
rozar de los élitros del grillo;
y mientras que reciben las pupilas
del día
los postreros resplandores,
seguir
por la sombría
vereda
tortuosa
y entrar
en la alquería
donde
esperan los hijos y la esposa.
No hay
goce más hermoso,
no hay
dicha más preciada
que el
encontrar al fin de la jornada
el hogar
cariñoso
donde
esperan al padre y al esposo
los hijos
sanos y la esposa honrada,
y en
torno de la mesa aderezada,
en paz y
mano a mano,
con ellos
compartir alegremente
el
sabroso sustento cotidiano
con el
sudor ganado de mi frente.
Subir, al
terminar, en mis rodillas
un
angelote de colores sanos
que me
llene de besos las mejillas
y me acaricie con sus blancas manos;
disfrutar
cuando juegan sus hermanos
en la
extensa cocina
de la
feliz morada campesina;
gozar con
su contento:
y luego
que la tropa alborozada
se siente
en torno mío, ya cansada,
regalarles
con un sabroso cuento,
que lleve
a su infantil entendimiento
que el
bienestar ansiado
gozan aquellos que al trabajo honrado
ofrendan
de sus cuerpos la energía
y siguiendo al arado,
exentos
de ambiciones,
esperan
sólo el pan de cada día
poniendo
en Ti, Señor, sus corazones:
que es
feliz quien, contento con su suerte,
te adora
y te conoce;
que es
dichoso el que advierte
que es la
vida la senda de la muerte
y que es el morir en paz el mayor goce:
que Tú en
las cumbres de la abrupta sierra,
en el
invierno frío
pones la
nieve que alimenta al río
cuando
llegan de junio los ardores:
que Tú
formas de jugos de la tierra
rubias
olas de mies en las labores:
que tejes
en los prados
ricos
encajes de aromadas flores
con la
hierba que nutre los ganados;
que das a
la garganta peregrina
de las
aves sonidos deleitosos;
al arroyo
la linfa cristalina
que brota
de las fuentes de las breñas;
en los
bosques umbrosos
sus
sazonados frutos a la encina;
panales a
los huecos de las peñas,
a la
perla su oriente,
al diamante sus luces irisadas,
a las
fieras su amor por sus hijuelos,
espuma al
torrente,
a los
rosales flores perfumadas,
y al límpido zafiro de los cielos,
en la
puesta de Sol, nubes doradas.
Y cuando
en sus caritas sonrosadas
muestre
el sueño señal de su presencia,
besar sus
cabelleras onduladas
y dejarlos gozar de su inocencia
en sus
blandas camitas abrigadas.
Y en
tanto que, afanosa,
cose a mi
lado la gentil esposa
y el
dulce sueño de mis hijos vela,
descansando
del día de ajetreo,
ocuparme,
sentado a la candela,
en dar al
alma el lícito recreo
de
sabrosas lecturas
en los
libros discretos e ingeniosos
que
relatan las raras aventuras
de
aquellos paladines valerosos
que, en
edades extrañas,
sembraron
en la Historia sus hazañas;
de
aquellos esforzados caballeros
que al mágico poder de sus aceros,
en los
comienzos de los siglos de oro,
coronaron
las torres de Granada
con la
cruz de la espada
que
fulminó Pelayo contra el moro;
o de
aquellos valientes
que
dejaron las playas españolas
y en
busca de ignorados continentes
atravesaron
las inciertas olas.
Y luego que mi espíritu rendido
busque en
el sueño nuevas energías,
en el
lecho mullido,
esperar
la llegada de otros días
para
gozar dichoso
de la paz
y el reposo
de la
ignorada vida campesina,
y cuando
de ella ¡oh Dios! Cortes el hilo
pueda
exclamar mi espíritu tranquilo
¡hágase
en mí ti voluntad divina!
ARCADIO
HERRERA MUÑOZ
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A LA REINA DE LA FIESTA
JUEGOS FLORALES DE ZAMORA
AÑO
MCMXX.
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Señorita Josefa Gras
Cuando
Dios creó los mundos
que giran
en el espacio,
hizo
brotar dos luceros
hermosos,
cual de sus manos,
y no
teniendo otro sitio
mejor
donde colocarlos,
los puso
en tu rostro bello,
del de
algún ángel retrato,
por que
era el cielo muy poco
para dos
soles tan claros.
Arcadio
Herrera Muñoz.
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HIMNO
ESCOLAR A CORDOBA
AÑO MCMXXII
Letra
de Arcadio Herrera Muñoz.
Si
el mundo aleve borrara un día
la
larga historia de mi nación,
Córdoba
sola recordaría
los
claros timbres de su blasón.
Aquí
su orgullo dejó el ibero,
el
genio líbico puso su ardor,
trajo
el romano su afán guerrero,
sembró
el alarbe ciencia y amor.
Rafael
cristiano, Palas pagana,
son
de estos muros los titulares
y de
sus hijos legión galana,
ilustra
libros y puebla altares.
La
tierra en frutos rinde un tesoro,
que
aquí es eterna la primavera,
dan
sus naranjos sus pomas de oro
junto
a los arcos de la palmera.
En
el sagrario de tus hogares,
y
entre la fronda de tus jardines,
mezclan
su aroma los azahares,
con
los claveles y los jazmines.
Bajo
tu claro sol esplendente,
madura
el grano de tus trigales,
crece
de olivas el bosque ingente,
tras
de los setos de los nopales.
Como
ninguno bello es tu cielo,
gallardo
el potro de tus praderas,
seda
el gusano labra en tu suelo,
fiero
es el toro de tus riberas.
Como
ninguna de tus hermanas,
del
arte guardas galas airosas,
de
tus plateros las filigranas,
en
la Mezquita lucen preciosas.
Como
ninguno triste es tu canto,
honda
la pena de tus sentires,
mora
la queja que hay en tu llanto,
y
sabio el juicio de tus decires.
Patria
querida yergue la frente,
que
hoy a tus lares vuelve la gloria,
con
cuya lumbre resplandeciente,
brilló
tu nombre sobre la Historia.
Desde
las cumbres de tus ermitas,
a
las campiñas que el Betis baña,
canta
el trabajo preces benditas,
que
en triunfo vuelan por toda España.
¡Broten
los pechos amor ferviente!
¡De
los cerebros surjan ideas!
Quieren
tus hijos que nuevamente,
faro
del mundo Córdoba seas.
Copiado
por Victoriano Orts Cobos, de la partitura original de Adolfo Pérez Cantero.
Cedida
por Rafael Carlos León Ramírez, gerente de la banda de música María Santísima
de la Esperanza de Córdoba.
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CANCIÓN
DOLIENTE
ARCADIO
HERRERA MUÑOZ
(Este poema figura en el capítulo XV de la novela KETTY, impresa en
1933 en: TIP. PEDRAJAS EN VILLANUEVA DE CÓRDOBA.)
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Por la cuesta de la vida/
voy subiendo solitario/ con la carga abrumadora de mis penas,/ bajo el peso
agobiador del desencanto./
Cruzo el mundo
inadvertido/ como el mar soporta al náufrago:/ sin oír una palabra cariñosa/
sin hallar quien me sostenga con sus manos,/ sin tener ni quien enjugue los
sudores/ de mi cuerpo fatigado,/ que se agota inútilmente en esta lucha/ sin
honor, sin recompensa, sin descanso./
Yo que tuve sed de amores
en el alma,/ yo que tuve sed de besos en los labios,/ yo que tuve sed de
glorias en la mente,/ macilento y solitario,/ errabundo, inerme, triste,/
vacilante e ignorado,/ por los ásperos breñales de la vida/ los girones de mi
alma voy dejando./
En los días de otros
tiempos más felices,/ en los días de otros tiempos ya lejanos/ yo soñaba que mi
vida correría/ en la paz majestuosa de los campos,/ al calor de los amores
familiares,/ en las luchas incruentas de trabajo/ con el agua cristalina/ por
las márgenes floridas del regato./
Y llevado de mis
sueños de ventura,/ por las dulces
esperanzas alentado,/ estallaba la canción en mi garganta/ y brotaba la
sonrisa entre mis labios,/ y mi alma
soñadora de poeta/ descubría en cada cosa sus encantos:/ en las dulces
alboradas la frescura;/ los colores, en las luces del ocaso;/ en las brisas,
los aromas de la tierra;/ la esperanza en los verdores del sembrado;/ la
armoniosa melodía,/ en los cantos de los pájaros;/ la ternura, en los balidos
quejumbrosos/ de los blancos recentales del rebaño…/ ¡Qué feliz así la vida!/
Qué poéticos los campos!/ Gozaría en las faenas/ y contento volvería del
trabajo/ con el alma satisfecha/ de luchar por el sustento cotidiano,/ y
hallaría en el hogar de mis mayores/ la alegría, la ventura y el descanso./
¡Qué dichosa correría mi
existencia/ derramando beneficios a su paso!/
Hoy no es eso. De mi
vida/ esos días para siempre se alejaron/ y pusieron en el alma sedimentos/ de
amargura y desengaños,/ que privaron al sentido/ del tranquilo goce casto/ de
las claras perspectivas de la sierra,/ de la brisa perfumada de los llanos,/ de
los cielos siempre azules,/ del paisaje que se esfuma en el ocaso./
Ya perdida la esperanza/
de la dicha que he soñado,/ en mi casa reina el frío del desierto,/ la poesía
para siempre huyó del campo:/ ni los cantos brotan ya de mi garganta,/ ni
disfruto codicioso en el trabajo,/ ni las lágrimas asoman a mis ojos,/ ni
florece la sonrisa entre mis labios./
Es posible que en el
yermo se acaricien/ los canoros pajarillos encelados,/ es posible que en las
tétricas ruinas/ se empenache el amarillo jaramago,/ es posible que florezcan
madreselvas/ en las grietas de los muros cuarteados,/ es posible que renazca de
la muerte/ el fecundo vivir sano;/ más no espero que mi alma dé más flores,/
que mi espíritu agostado/ ya no aprecia ni el perfume de las auras/ que
circulan bienhechoras por el campo,/ ni las dulces melodías armoniosas/ de los
mágicos cantares de los pájaros,/ ni las suaves alboradas nacarinas,/ ni de
otoño los espléndidos ocasos,/ ni los trémulos validos lastimeros/ de los
blancos recentales del rebaño,/ ni las dulces cantinelas/ de las aguas
cristalinas del regato,/ ni el suspiro de las brisas de la tarde/ que se
duermen en los tules del sembrado./
Tengo el alma tan reseca/
por la hiel del desengaño/ que discurro macilento,/ errabundo, solitario,/ por la cuesta fatigosa
de la vida/ como un muerto que anduviera por milagro/ abrumado por la carga de
las penas,/ con la sed de los afanes no logrados,/ con la sed de los amores en
el alma,/ con la sed de las caricias en los labios.
*****
VERSOS
Y ESTROFAS
(Versos
y estrofas intercalados en los capítulos de la novela KETTY, 1933).
*****
Ya no es tiempo de emboscadas,
ni torneos, ni algaradas
ni de heroicos desafíos,
ni de guerras, ni cruzadas....
¡ Ni siquiera de estocadas
por secretos amoríos!
(Capítulo XIII).
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Campos de Andalucía
alegres y lozanos,
agrestos solitarios y floridos,
ubérrimos y sanos,
cubiertos de severos encinares,
por la pompa vestidos
de los frondosos verdes olivares
por la gama del iris encendidos,
del Sol por efluvios fecundados,
(Capítulo XIII)
*****
No hay goce más hermoso,
ni dicha más preciada,
que el encontrar al fin de la jornada
el hogar cariñoso
donde esperan al padre y al esposo
los hijos sanos y la esposa honrada;
y en torno de la mesa aderezada,
en paz y mano a mano,
con ellos compartir alegremente
el sabroso sustento cotidiano
con el sudor ganado de la frente.
Capítulo XV).
Esta estrofa es copia exacta de los versos comprendidos entre el 68 y
79 del poema LA ESCONDIDA SENDA, escrita
en 1920.
******
Con este homenaje doy por terminado mi peregrinar por Internet
explorando lo que podría bautizar con el nombre de “VIDA
Y OBRA DEL POETA ARCADIO HERRERA MUÑOZ”.
¡Misión cumplida!
Victoriano Orts Cobos. Málaga 23 Junio de 2016.
¡Misión cumplida!
1 comentario:
Enhorabuena por tan bella misión cumplida
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