jueves, 23 de agosto de 2018

Los cassettes de Franco

Hay una parte considerable de este país que debería exhibirse en un museo

Txema Martín
TXEMA MARTÍN
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Para entender algunas tramas de la actualidad es imprescindible asumir primero que la estrechez de miras de los políticos españoles conoce pocos límites, y segundo que hay una parte considerable de este país que debería exhibirse en un museo. El debate respecto a la exhumación de los restos de Franco y la alineación de los partidos en un lado o en otro está resultando bastante previsible, no así las declaraciones que emplean estos nuevos políticos para explicar su postura.
Ciudadanos está a favor de retirar los restos del dictador pero no de hacerlo con la urgencia de un decreto ley, y por eso se abstendrá en la votación. Para ellos el debate es por lo tanto una cuestión temporal y, al justificarse, Albert Rivera ha realizado unas declaraciones sorprendentes en las que habla de lo antiguo que está este debate del bipartidismo, algo tan obsoleto como «escuchar música en cassettes y vinilos». Al comparar el PSOE y el PP con los formatos de la música, Rivera ha conseguido indignar precisamente a los oyentes y a coleccionistas de vinilos y a buena parte de la inteligencia. Lo de los cassettes puede tener un pase: sin centrarnos a valorar su versatilidad, ese primitivismo que permitió el concepto legal de copia privada y su adaptabilidad lo mismo a Camela y Serrat que a conservante del 'underground', hoy en día las cintas no las escucha nadie a no ser que tenga otro remedio. Cosa distinta ocurre con los vinilos: Rivera ignora no solo el sibaritismo de escucharlos, sino el 'boom' de los vinilos últimamente, cuya venta genera más beneficios que el 'streaming' gratuito.
Rivera podría haber utilizado otro recurso como el envío de cartas manuscritas o la caza mayor, pero en realidad tampoco importa el objeto de su comparación. Lo que tenemos que preguntarnos no es si este es el momento, sino cómo es posible que eso siga aquí, en Europa, un lugar que a veces queda lejos: el hecho de que la Unión Europea jamás se haya mojado en este asunto es otro síntoma de lo lejos que nos queda. También una prueba de otra ignorancia peor que la de Rivera: en marzo, un grupo de eurodiputados visitó el Valle de los Caídos, la mayor fosa común de España. Todos salieron disparados como quien sale del Pasaje del Terror. «Es un insulto a las víctimas y que algo así no se sepa fuera de España, en Europa, es un problema». Otros señalaron que no habían visto nada parecido en ningún otro país. A muchos de nosotros podrá importarnos tres pimientos dónde esté enterrado Franco; aquí hay que apelar a la indecencia de que eso esté en nuestro país, sin más fundamento para sobrevivir que el de su propia existencia. Quizá esto llegue tarde, pero eso no quiere decir que no sea urgente. Si hay aquí algo que está fuera de su tiempo es el Valle de los Caídos tal y como está ahora, como el parque de atracciones más insólito y siniestro de toda la Unión Europea.
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Publicado en Diario SUR.
Copiado/pegado de Internet por Victoriano Orts Cobos.
Málaga 23 de agosto de 2018.

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