RECOMPONER LA UNIDAD
EDITORIAL
Las heridas abiertas por el independentismo sobrevuelan el sobrio homenaje tributado a las víctimas de los atentados de Cataluña
Como ellas mismas habían reivindicado y resultaba obligado, las víctimas de los atentados de Cataluña acapararon el protagonismo en el homenaje oficial celebrado ayer al cumplirse un año de la masacre. Fue un acto sobrio y emotivo, tan sentido como frío, en el que ciudadanos anónimos y los principales representantes de las instituciones, encabezados por los Reyes y el presidente del Gobierno, arroparon con su presencia a los damnificados por la barbarie yihadista en una Barcelona que se presentó al mundo como «la ciudad de la paz». La música, la poesía y una ofrenda floral cubrieron la ausencia de discursos políticos que habrían dejado al descubierto, por si no fueran ya bastante palpables, las profundas heridas abiertas por la espiral independentista en la sociedad catalana. Una división de tal magnitud que impide ofrecer una imagen de unidad incluso para repudiar el terror y solidarizarse con quienes han sufrido su zarpazo de forma más brutal. Las cautelas adoptadas para evitar la grosera escenificación de esa brecha permitieron retratar una cierta normalidad formal e impidieron una pública confrontación partidista. Pero no que la jornada se desarrollara bajo un clima de tensión latente, puesta de manifiesto desde el gélido saludo entre Felipe VI y Quim Torra. «Estoy con vosotros», transmitió a las víctimas el jefe del Estado, cuya presencia fue acogida con mayoritarias muestras de apoyo tras el intento de boicot por parte del presidente de la Generalitat. A pesar de la «tregua» reclamada por las víctimas para impedir una manipulación política de su dolor, el independentismo no pudo sustraerse a la tentación. Desde primera hora hizo planear la sombra de su pulso con el Estado sobre una fecha tan señalada que debiera haber sido reservada en exclusiva al recuerdo de las víctimas, la preservación de su memoria y el calor a sus allegados. Con la aquiescencia de los Mossos, desplegó pancartas contra el Rey y en defensa de los políticos encarcelados, mientras Torra mezclaba sin pudor gestos reivindicativos del 'procés' con el reconocimiento a los damnificados, con los que tuvo el detalle de disculparse por si se habían sentido abandonados por él o su Gobierno. Tras algunos torpes amagos de desaire al Monarca, por la tarde encabezó una concentración ante la prisión en la que están internados «injustamente» el exconsejero Joaquim Forn, a cuya esposa brindó un papel estelar, y otros líderes independentistas. A Torra le cuesta asumir que, en su condición de presidente de la Generalitat, es el máximo representante del Estado en Cataluña. Y que ello le obliga a comportarse con el debido respeto institucional y sin despreciar a la mayoría de catalanes que no le votó, pero para la que también ha de gobernar.
«Las campanas doblan por ti»
El civismo y la madurez democrática de los ciudadanos permitió que la jornada, en cuyos actos centrales prevaleció un respetuoso silencio, solo registrara incidentes anecdóticos. Un año después de los atentados, el levantamiento parcial del secreto del sumario ha revelado agujeros en los sistemas de seguridad que impidieron frustrarlos. Urge corregir esas carencias y reforzar las medidas de prevención ante un tipo de terrorismo singularmente complejo de combatir, como el yihadista, con activistas dispuestos a inmolarse en cualquier plaza pública atestada de inocentes. Y recuperar una unidad que nunca debió perderse. Como reza el poema de John Donne leído ayer en los ocho idiomas que hablaban las víctimas de la masacre, «la muerte de cualquier hombre me disminuye porque estoy unido a la humanidad. Por eso, nunca preguntes por quién doblan las campanas: doblan por ti».
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Publicado por los Diarios EL CORREO, Y SUR.
Copiado de Internet Por Victoriano Orts Cobos.
Málaga 18 de agosto de 2018.
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A continuación copio el poema de John Donne `Por quién doblan las campanas´, escogido por Ernest Hemingway para dar nombre a la novela homónima ambientada en la guerra civil española.
Dedico este libro a Martha Gellhorn
Nadie es una isla, completo en sí mismo; cada
hombre es un pedazo del continente, una parte de la
tierra; si el mar se lleva una porción de tierra, toda
Europa se queda disminuida, como si fuera un promontorio,
o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia;
la muerte de cualquier hombre me disminuye, porque
estoy ligado a la humanidad; y por consiguiente, nunca
hagas preguntar por quién doblan las campanas;
doblan por ti .
JOHN DONNE.
(1572 - 1631)
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