miércoles, 13 de marzo de 2019

Escasez global de helio, malgastado en inflar globos





Los globos son sinónimo de fiesta y encantan a los niños. / R. C.
Los globos son sinónimo de fiesta y encantan a los niños. / R. C.

El helio, un gas con importantes usos industriales, médicos y científicos, se agota. «Se ha estado malgastando en inflar globos», lamentan los expertos

INÉS GALLASTEGUI
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El pasado San Valentín, muchos estadounidenses se quedaron con las ganas de llevar a sus enamorados un detalle con el que expresar sus sentimientos. Por todo el país, en numerosas tiendas especializadas en celebraciones, los corazones estaban desinflados. Literalmente. La escasez mundial de helio, el gas más ligero que el aire que permite volar a los globos, se ha hecho notar de nuevo, como lleva haciendo desde que comenzó la crisis, hace una década. Lo peor no es que esos alegres adornos cuesten más caros o incluso no puedan hincharse; lo grave es que este gas noble se está agotando en nuestro planeta y escasea en sectores con mucha más trascendencia, desde la industria naval a la electrónica o la automoción, la exploración espacial o la medicina. Mientras las reservas americanas se agotan, el mundo mira con ansiedad los yacimientos subterráneos hallados hace dos años en Tanzania, los más abundantes del planeta, pero aún en fase de prospección. «El helio no se puede producir, solo extraer del subsuelo. Es un bien finito y habrá que utilizarlo de forma racional: no sabemos cuánto durará», recalca Pablo Castillo, del Grupo Biomaster, que distribuye instrumentos y material de laboratorio, incluido helio. «Se ha estado malgastando en inflar globos y poner vocecitas», agrega el ingeniero de minas Roberto Martínez Orio, en alusión a su uso recreativo.
El helio se formó en los primeros momentos del Big Bang y es el segundo elemento más abundante en el Universo -junto al hidrógeno, constituye el 99,9% de la materia-; una cuarta parte de la masa del Sol es helio y, de hecho, en la atmósfera de nuestra estrella fue descubierto, en 1868, antes de ser detectado en la Tierra. En nuestro planeta solo quedan depósitos atrapados en el subsuelo, mezclados con petróleo o con gas natural, como resultado de la desintegración natural de rocas radiactivas a lo largo de miles de años. Al ser más ligero que el aire, es un fluido 'fugitivo', que en cuanto es liberado escapa a través de la atmósfera al espacio exterior. Por eso los globos tienen esa irresistible tendencia a escapar de las manos de los niños y ascender hasta perderse de vista en el cielo.
Pero el elemento con el número 2 en la tabla periódica tiene otras características que lo hacen especialmente valioso. Aparte de ser incoloro, inodoro y no inflamable, es inerte -no se mezcla con otros gases- y su punto de ebullición está en -269 grados centígrados: no se congela y se licúa a alta presión, lo que permite transportarlo en tanques en forma líquida.
Roberto Martínez Orio Ingeniero de minas del Instituto Geológico y Minero «Hasta hace poco era suficiente el helio que se hallaba accidentalmente»Pablo Castillo Director comercial de Biomaster, grupo distribuidor de material de laboratorio «Es un bien finito. Habrá que utilizarlo de forma racional»
Entre sus múltiples aplicaciones destacan la criogenia -generación de temperaturas muy bajas- en la producción industrial y la investigación científica; como refrigerante de imanes superconductores en los escáneres de resonancia magnética; o en el crecimiento de cristales de silicio y germanio, semiconductores clave en la fabricación de componentes electrónicos para móviles, ordenadores o microscopios.
La mezcla de helio con oxígeno se emplea en la ventilación asistida de pacientes con enfermedades respiratorias y en las botellas para la práctica deportiva del buceo. Se utiliza además en el campo de la investigación en los aceleradores de partículas; para inflar dirigibles científicos y publicitarios, globos meteorológicos y los airbags de los coches; encontrar fugas en depósitos, recipientes industriales y cascos de los barcos; fabricar instrumentos que miden la pureza de distintas sustancias (por ejemplo, drogas); limpiar los depósitos de naves espaciales; o en el sector de la soldadura por arco.
Uno de los detonantes de la 'crisis del helio' fue una decisión política: en 1996, el Gobierno de Estados Unidos obligó a la reserva nacional de Amarillo (Texas) -que llegó a concentrar el 80% de la producción mundial- a subastar todos sus depósitos antes de 2021 para obtener fondos públicos, con lo que grandes cantidades de este precioso elemento inundaron los mercados a precios ridículamente bajos. Eso fomentó que una materia prima clave en sectores estratégicos acabara siendo usada para decorar fiestas infantiles.
Robert Richardson, que ganó el Premio Nobel de Física por sus investigaciones en torno a este fluido, aseguraba que, para evitar el agotamiento de un bien tan escaso, cada globo debería costar 100 dólares en vez de uno. El especialista murió en 2013 sin ver ningún avance en esa materia. «Se está utilizando de forma irresponsable», reconoce Pablo Castillo, director comercial de la empresa murciana Biomaster.

Hallado por casualidad

El verano pasado, la reserva nacional norteamericana dejó de vender helio a empresas privadas para dar prioridad a las necesidades de las agencias gubernamentales. Pero quizá ya sea demasiado tarde. Hasta ahora, los depósitos se han encontrado accidentalmente cuando se realizaban prospecciones en busca de 'oro negro'. «Era un gas muy poco utilizado hasta que se le han encontrado aplicaciones industriales, especialmente en el campo de la informática, la fabricación de fibra óptica y otros materiales que requieren atmósferas inertes y tratamiento en frío. Durante años no fue necesario buscarlo de forma específica; con el que se encontraba acompañando al gas natural al explorar depósitos de hidrocarburo era suficiente», señala el investigador del Instituto Geológico y Minero de España Roberto Martínez Orio.
En España, destaca el ingeniero de minas, no se han encontrado yacimientos de helio, porque los campos de petróleo y gas natural en nuestro país «son pocos y de escasa entidad». A día de hoy, solo hay refinerías en seis países: Estados Unidos, Catar, Argelia, Rusia, Polonia y Australia. El abastecimiento es sensible a la política internacional: en 2017, la decisión de Arabia Saudí de cerrar la frontera con Catar -que actualmente almacena casi un tercio del helio mundial- provocó otra crisis.
En 2016 fue encontrado en Tanzania un depósito de 2.800 millones de metros cúbicos que podría mitigar la escasez durante unos 16 años -a la tasa de consumo actual-, pero aún no ha empezado a producir. Y no está claro que este hallazgo resuelva el problema de fondo: que el helio apenas se renueva y se está gastando a una velocidad mucho mayor que el ritmo al que se puede extraer. Teniendo en cuenta que cada vez se le encuentran más aplicaciones, las únicas soluciones son el ahorro, el reciclaje y la investigación para encontrar elementos sustitutivos. Los expertos auguran un mercado constreñido en los próximos años.
Mientras la prensa estadounidense recogía el 14 de febrero testimonios de frustrados comerciantes incapaces de atender los pedidos de sus clientes por el último episodio de desabastecimiento, en España apenas se ha notado. Quizá porque a este lado del 'charco' no somos tan 'globoadictos' como los americanos, que utilizan estos adornos en todo tipo de ocasiones lúdicas. «Ha habido problemas puntuales», admite Adrián Gómez, responsable de 'marketing' de Aire de Fiesta, una tienda 'online' que vende todo tipo de productos para celebraciones tanto a profesionales -restaurantes, discotecas, organizadores de eventos- como a consumidores particulares. «El pasado verano tuvimos problemas con algún proveedor. Por ejemplo, le pedíamos 500 bombonas de helio y nos enviaba 100. Pero tenemos varios en Europa y la escasez no llegó a afectar al cliente final», explica Gómez, que tampoco ha notado un aumento de los precios.
El producto más vendido es el tanque desechable de 0,42 metros cúbicos (49,95 euros), con el que se pueden inflar entre 30 y 40 globos, dependiendo del tamaño y el material, así como de la altitud, la temperatura y la humedad ambiental. Todos acaban por desinflarse en un plazo de entre 4 y 24 horas: el helio es limitado, pero sus ansias de libertad son infinitas.
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Publicado en Diario SUR.
Copiado/pegado de Internet por Victoriano Orts Cobos.
Málaga 13 de marzo de 2019.

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