jueves, 12 de marzo de 2020

El poeta abroncado por el Papa



Cardenal, con su peculiar aspecto /EFE
Cardenal, con su peculiar aspecto / EFE

Sacerdote y escritor, Ernesto Cardenal apoyó la lucha contra la dictadura de Nicaragua. La revolución y el cristianismo eran para él caras de una misma moneda, una forma de «vestir al desnudo» que le costó su suspensión como clérigo



Alberto Gómez

ALBERTO GÓMEZ
Hace un año, cuando ya estaba enfermo, Ernesto Cardenal volvió a colocarse el hábito de sacerdote de forma simbólica para bendecir, desde la cama del hospital, tras décadas de castigo. El Papa Francisco acababa de levantar su suspensión como religioso, ordenada por Juan Pablo II más de treinta años atrás. La imagen de aquel destierro, en 1983, dio la vuelta al mundo: Cardenal esperaba arrodillado sobre la pista de aterrizaje del aeropuerto de Managua para reclamar el apoyo del Vaticano a su actividad política, vinculada a las luchas progresistas de América Latina. En lugar de obtener su aprobación, se llevó una histórica bronca del pontífice, incapaz de comprender que un clérigo bajara hasta el barro del activismo. Pero a Cardenal nunca le importó mancharse las botas, un compromiso que lo situó como uno de los más destacados representantes de la llamada teología de la liberación, liderando la oposición a la dictadura de Somoza, la dinastía que gobernó Nicaragua durante más de cuarenta años y amasó una fortuna mientras su país agonizaba en la miseria.
Cardenal sabía que arriesgaba el sacerdocio con su implicación, pero solía equiparar su aventura política con la conversión religiosa que había experimentado tiempo antes. Fueron las dos grandes sacudidas de su vida, diferentes caras de una misma moneda: el convencimiento moral de que debía «vestir al desnudo y dar de comer al hambriento», preceptos que entendía a la vez como evangélicos y revolucionarios. Cardenal se unió al frente sandinista de liberación, el movimiento popular que derrocó a los Somoza y sustituyó su régimen por un gobierno democrático de perfil progresista. Con el triunfo revolucionario, el sacerdote asumió el cargo de ministro de Cultura. Puso en marcha talleres para campesinos y pescadores. Les enseñó que la poesía «puede escribirse con las palabras coloquiales que solemos usar y no requiere rima», que cualquier hecho de sus vidas podía ser contado en verso. Bajó las artes de su tradicional pedestal para ponerlas al alcance de los más humildes.
Cardenal, nacido en 1925 en la Granada de Nicaragua, se interesó pronto por la poesía, cuando los libros de Rubén Darío entraron en la casa familiar. Estudió Filosofía y Letras en México y comenzó a escribir poemas de amor influenciado por Neruda. El descubrimiento de la literatura norteamericana le aportó nuevas perspectivas, ampliando su universo poético. Una crisis existencial provocó que se entregase a la religión: «Sentí que era lo único que me quedaba, como quien se pega un tiro: renunciar a todo y entregarme a Dios». Fue Thomas Merton, su mentor, quien le enseñó que su vocación no podía limitarse a la contemplación: era hora de pasar a la acción, de cristalizar los principios cristianos y llevarlos a la práctica. La muerte de Merton supuso un zarpazo del que tardó en recuperarse: «Vivimos como en espera de una cita / infinita. / O que nos llame al teléfono / lo Inefable. / Y estamos solos, / trigos inmortales que no mueren, estamos solos».
Después de ocupar su cargo de ministro entre 1979 y 1987, Cardenal fue alejándose progresivamente de la cúpula sandinista controlada por Daniel Ortega, a quien acusó de diluir los valores primitivos de la revolución en un gobierno populista y arbitrario. Rompía así con un proyecto con el que se había comprometido a fondo, por el que tuvo que soportar aquel dedo acusador de Juan Pablo II. Fuera del partido, pudo dedicar más tiempo a la escritura y al misterio de la vida que tanto le fascinaba, hasta publicar su monumental 'Canto cósmico', una de las obras poéticas de mayor impacto en América Latina, fruto de todas las horas que pasó ante el telescopio: «¿Son sólo para mirarse las estrellas? / Tanta materia extraterrestre ha caído sobre la tierra / que tal vez el suelo que pisamos es extraterrestre».
Por entonces ya se había liberado de las cadenas del clasicismo. Años antes, cuando estudiaba en Colombia, un profesor dio la noticia de la muerte de Marilyn Monroe, sobre quien Cardenal escribió una oración en forma de poema: «Ella no hizo sino actuar según el script que le dimos, / el de nuestras propias vidas, y era un script absurdo. / Perdónala, Señor, y perdónanos a nosotros / por nuestra 20th Century / por esa Colosal Super-Producción en la que todos hemos trabajado». Después iniciaría su acercamiento a la ciencia como manera de comprender a Dios, materializado en las más de 600 páginas de 'Canto cósmico'.
Fue acusado de contradecirse, señalado por respaldar la lucha armada en su etapa como activista, pero Cardenal siempre reconoció su eclecticismo: se declaraba marxista y cristiano, rebelde y retraído. Y nunca consideró que hubiera incoherencias. Desde su concepción humanista del mundo, ni siquiera el apoyo a los guerrilleros revolucionarios quedaba fuera de lugar: «Si vas a amar al prójimo, no puedes tolerar a quien oprime al prójimo». Murió el domingo a los 95 años. Los simpatizantes de Ortega invadieron su funeral para gritar: «Traidor». Él los hubiera perdonado, defensor de «un planeta alegre con arte y poesía / y también paz».


ERNESTO CARDENAL

SALMO 1

Bienaventurado el hombre que no sigue las consignas del partido
ni asiste a sus mítines
ni se sienta en la mesa con los gánsters
ni con los generales en el Consejo de Guerra
Bienaventurado el hombre que no espía a su hermano
ni delata a su compañero de colegio
Bienaventurado el hombre que no lee los anuncios comerciales
ni escucha sus radios
ni cree en sus eslóganes
          Será como un árbol plantado junto a una fuente

COMO LATAS DE CERVEZA

Como latas de cerveza vacías y colillas
de cigarrillos apagados han sido mis días.
Como figuras que pasan por una pantalla de televisión
y desaparecen, así ha pasado mi vida.
Como automóviles que pasaban rápidos por las carreteras
con risas de muchachas y músicas de radios...
Y la belleza pasó rápida, como el modelo de los autos
y las canciones de los radios que pasaron de moda.
Y no ha quedado nada de aquellos días, nada,
más que latas vacías y colillas apagadas,
risas en fotos marchitas, boletos rotos,
y el aserrín con que al amanecer barrieron los bares.

ORACIÓN POR MARILYN MONROE (FRAGMENTO)

La película terminó sin el beso final.
La hallaron muerta en su cama con la mano en el teléfono.
Y los detectives no supieron a quién iba a llamar.
Fue
como alguien que ha marcado el número de la única voz amiga
y oye tan solo la voz de un disco que le dice: WRONG NUMBER
O como alguien que herido por los gánsters
alarga la mano a un teléfono desconectado.
Señor:
quienquiera que haya sido el que ella iba a llamar
y no llamó (y tal vez no era nadie
o era Alguien cuyo número no está en el Directorio de los Ángeles)
        ¡contesta Tú al teléfono!

HORA 0 (FRAGMENTO)

Suenan tiros en la noche, o parecen tiros.
Pasan pesados camiones, y se paran,
y siguen. Uno ha oído sus voces.
Es en la esquina. Estarán cambiando de guardia.
Uno ha oído sus risas y sus armas.
El sastre de enfrente ha encendido la luz.
Y pareció que golpearon aquí. O donde el sastre.
¡Quién sabe si esta noche vos estás en la lista!
Y sigue la noche. Y falta mucha noche todavía.
Y el día no será sino una noche con sol.
La quietud de la noche bajo el gran solazo.

SOMOZA DESLIZADIZA LA ESTATUA DE SOMOZA EN EL ESTADIO SOMOZA

No es que yo crea que el pueblo me erigió esta estatua
porque yo sé mejor que vosotros que la ordené yo mismo.
Ni tampoco que pretenda pasar con ella a la posteridad
porque yo sé que el pueblo la derribará un día.
Ni que haya querido erigirme a mí mismo en vida
el monumento que muerto no me erigiréis vosotros:
sino que erigí esta estatua porque sé que la odiáis.
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Publicado en Diario SUR.
Copiado de Internet por Victoriano Orts Cobos.
Málaga 12 de marzo de 2020.
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