Poesía al SUR
Ay, Lorca: bailemos tu último vals
No vio publicado 'Poeta en Nueva York'. Lo fusilaron antes «por socialista y homosexual», pero ni muerto lo callaron: Leonard Cohen se enamoró de su obra y convirtió su poema más surrealista en una canción que dio la vuelta al mundo
Leonard Cohen era un adolescente apocado con inquietudes artísticas aún sin canalizar cuando entró en una librería de segunda mano de Montreal y abrió un poemario de Federico García Lorca. Los versos de 'Gacela del mercado matutino' fueron los primeros que leyó del autor granadino: «¿Qué luna gris de las nueve / te desangró la mejilla? / ¿Quién recoge tu semilla / de llamarada en la nieve? / ¿Qué alfiler de cactus breve / asesina tu cristal?». Aquel descubrimiento sacudió al cantautor, que acabó llamando Lorca a su segunda hija. «Encontré mi voz cuando leí a Federico», confesó durante su discurso al recibir el Premio Príncipe de Asturias. Casi medio siglo después de esa primera lectura, Cohen tradujo 'Pequeño vals vienés', de 'Poeta en Nueva York', y le puso música. La adaptación, bajo el título 'Take this waltz', le costó más de cien folios de trabajo y una depresión, pero el resultado dio la vuelta al mundo.
Lorca escribió el poema durante su visita a Nueva York, hace ahora noventa años. Había huido de España en plena crisis existencial, ahogado por una profunda sensación de opresión derivada de los dilemas que le generaba su sexualidad, después de romper su relación con el escultor Emilio Aladrén y extremar sus críticas a la dictadura de Primo de Rivera. El deslumbramiento inicial por la ciudad de los rascacielos, por sus clubes de jazz y su intensa vida intelectual, dio enseguida paso a la rebelión contra lo que consideraba la deshumanización de la sociedad. En sus viajes a Harlem asistió a la marginación que sufrían las minorías étnicas y la exclusión de los negros, que equiparaba al trato que los gitanos recibían en Andalucía, simiente de 'Romancero gitano', publicado poco antes. Lorca desarrolló un sentimiento de rechazo hacia la frialdad y el materialismo que percibía en Estados Unidos, a la vez que aumentaba su simpatía por los desamparados.
La conmoción que le causó aquella brecha desencadenó la escritura de 'Poeta en Nueva York', repleto de imágenes surrealistas que le permitieron expresar su angustia. 'Pequeño vals vienés', antepenúltimo poema del libro, concluido antes de marcharse a Cuba, tiene cierto aire de liberación. El autor andaluz volcó ahí la historia de un amor frustrado, el dolor exteriorizado con el quejío, «¡Ay, ay, ay, ay!», pero también la posibilidad del futuro: «En Viena bailaré contigo / con un disfraz que tenga / cabeza de río». Las continuas referencias a la muerte («Hay una muerte para piano / que pinta de azul a los muchachos») contrastan con la explosión sexual: «Dejaré mi boca entre tus piernas». Su carácter surrealista trasciende la comprensión racional, invitando a utilizar la intuición para desenmarañar los versos. El extraordinario sentido del ritmo de la composición ha provocado que, sobre la melodía creada por Cohen décadas después, artistas como Enrique Morente y Silvia Pérez Cruz hayan cantado el poema original en español, con el quejío como punto álgido, dramático, de sus interpretaciones.
En 'Oda a Walt Whitman', del mismo libro, Lorca ya había ilustrado su tormento interior, defendiendo la homosexualidad («Por eso no levanto mi voz, viejo Walt Whitman, / contra el niño que escribe / nombre de niña en su almohada, / ni contra el muchacho que se viste de novia / en la oscuridad del ropero») pero criticando los alardes afeminados: «Pero sí contra vosotros, maricas de las ciudades, / de carne tumefacta y pensamiento inmundo». También en 'Grito hacia Roma', título que alude a los pactos de Letrán entre la Iglesia y la dictadura de Mussolini, reivindicó los derechos de los sometidos: «Porque queremos que se cumpla la voluntad de la Tierra, / que da sus frutos para todos». 'Poeta en Nueva York', considerada una de las obras más importantes de la historia de la poesía, se eleva así como un libro crítico, fundamental para comprender los cambios sociales y económicos de su época.
Compromiso
Lorca nunca abandonó el compromiso plasmado en aquel poemario. Años después, ya de regreso a España, comenzó a escribir una obra de teatro que se quedaría inconclusa, 'Comedia sin título', donde insistía en la necesidad de sacrificar la ficción, el entretenimiento burgués, en beneficio del conocimiento de la realidad, por áspera que sea: «Hoy el poeta os hace una encerrona porque quiere y aspira a conmover vuestros corazones enseñando las cosas que no queréis ver, gritando las simplísimas verdades que no queréis oír».
'Poeta en Nueva York' no se publicó hasta 1940, cuatro años después de que Lorca fuese asesinado por las autoridades franquistas. Aquel crimen, hoy lo sabemos, fue político. A Federico lo mataron «por socialista y homosexual», aunque el aparato del régimen, consciente de su popularidad y su genio poético, tratase durante años de desvincularse de su fusilamiento. Un lustro más tarde, un joven tímido y brillante entró en una librería de Canadá y descubrió sus poemas. Era Leonard Cohen, aunque entonces nadie lo sabía: el hombre que le devolvería la voz a Lorca, a quien ni siquiera consiguieron callar con su muerte. Sus poemas siguen hablando un siglo después.
No hay comentarios:
Publicar un comentario