LA VICTORIA XXXIII.
Su
casa estaba situada al noroeste del barrio. Justo a la espalda de la mía, que
daba al sur. Alto y fuerte, era un
veterano del deporte nacional por excelencia de la España de la primera mitad
del siglo XX.
Veintitrés
trofeos (si estoy bien informado), había acumulado a fuerza de insistencia y sacrificio
sagrado durante su dilatada carrera. Había competido con rivales de altura pero
él, por su constancia y dedicación llegó a ser reconocido por la alta jerarquía
político-deportiva, merecedor de una condecoración.
Fue
en El Pardo. Acompañado de un seleccionado grupo de campeones, lo recibió quien
hubiese sido el farolillo rojo en aquel tipo de competición: D. Francisco
Franco, que en aquella recepción quiso
agradecer el tributo de aquellos “sementales” al engrandecimiento de la miseria
en España.
Victoriano
Orts Cobos.
(Re)visado el día 24 de marzo
de 2016
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