LA VICTORIA XL.
De
la Guerra Civil no se hablaba ni en familia. Cualquiera diría que no había
existido. No se hablaba ni en privado. ¡No se hablaba ni de los muertos!
Un
hermano de mi madre, mi tío Rufino, el más pequeño, murió en “el frente” y no
volvieron a ver ni su cadáver.
Seguro
que de un bando y de otro todo el pueblo estaba mutilado. Si no físicamente, sí espiritualmente al igual que lo estaba toda
España. Sin embargo, la vida diaria, la relación entre los vecinos era de
aparente armonía. Yo, y pienso que todos los niños vivíamos en la inocencia de
que todo el mundo se llevaba bien.
En
cierta ocasión, mi padre de forma
desenfadada, quizás, tratando de
desdramatizar, comentó que un día paseando por Sevilla, a donde se escapaba de
vez en cuando para visitar a sus hermanos, vio venir de frente a un hombre que
con los brazos abiertos se dirigió hacia él y lo abrazó. Él no lo reconoció en
principio hasta que el otro le hizo recordar que había estado a su merced. Este
comentario y poco más es lo que yo recuerdo de aquella época. ¡Cuánto drama
tendrían que ocultar para sobrevivir de manera aparentemente pacífica todas las
personas que se vieron inmersas en aquel infierno!
Pido
a la cordura humana que nunca más se repita un drama tan vergonzoso y tremendo como el de una guerra entre
hermanos. Y al nombrar la palabra
hermanos, este deseo forzosamente se debe extender a toda la humanidad.
Victoriano
Orts Cobos.
(Re)visado
el día 25 de marzo de 2016.
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