LA VICTORIA XIII.
A
las afueras de La Victoria, a menos de 400 metros de Pocatorta, en la carretera
que va a San Sebastián de los Ballesteros está situado el cementerio.
Allí
están enterrados en un nicho a perpetuidad mis abuelos paternos. Mi madre se
encargaba de limpiarlo. (Mis abuelos maternos, Teresa y Frasquito, fallecieron
después de venirme yo a Málaga y aunque sé que los enterraron allí, confieso con un poco de rubor que no sé qué fue de sus
restos.)
Yo
por ser el menor de los hermanos y estar libre de trabajar en el campo la
acompañaba siempre en el día de los Santos.
Los
nichos, todos eran modestos. No recuerdo ninguno que destacara sobre los demás.
Una
vez pasada la zona cubierta de entrada o recibidor, entrabas al campo de
enterramientos que era rectangular, y dentro de ese rectángulo, a la izquierda,
había un recinto pequeño tapiado, aislado de los de nichos, sin ningún símbolo que delatase que
allí había criaturas enterradas. Aquel era el lugar donde enterraban en una
fosa común a quienes se suicidaban. Sin ningún tipo de ceremonia ni respeto hacia el
difunto ni hacia sus seres queridos.
Así
lo exigía La Iglesia y así actuaban sus representantes. Según sus leyes, nadie
podía quitarle a Dios el privilegio y la potestad de elegir el momento de la
muerte del ser humano.
¡Qué
atrocidad! ¡Qué pena!
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Victoriano Orts Cobos.
*****
(Re)visado
el día 16 de marzo de 2016.
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