domingo, 29 de mayo de 2011

EL ABUELO FRASQUITO

(EL LAMENTO DEL ABUELO)

LA VICTORIA XIV

Recorrí en su entorno los primeros trece mil millones de kilómetros de los sesenta y cinco mil que ya he recorrido en esta Nave Sideral, perfecta y enigmática.

No lo recuerdo por el hecho clásico del anciano tierno y cariñoso que te relata cuentos, historias y vivencias. Tenía una diminuta parcela, vallada por chumberas, con diez o doce olivos, un par de granados y similar
número de higueras. Este capital, unido a las dos o tres pesetas diarias de su raquítica pensión, era el premio arrancado a una vida de sufrimientos y privaciones.

El abuelo Frasquito era ya muy viejo. Yo lo recuerdo siempre muy mayor y achacoso. En sus años de salud debió ser un hombre fuerte. Aun en su vejez, a pesar de que caminaba algo encorvado y apoyado en un bastón, su figura causaba respeto por su firmeza de carácter. Al mirar te ofrecía unos ojos aceitunados grandes y brillantes. Al abrir la boca para amonestarte (no recuerdo su sonrisa), su dentadura amarillenta se alineaba completa. Las arrugas de su rostro, semejaban surcos de un campo arado por potentes y tranquilos bueyes. Su nariz, generosa, parecía trasplantada de la piel de un paquidermo. Sus cejas, corridas, muy pobladas, conseguían mantener la frescura y la humedad de aquellos dos hermosos azabaches. Su frente, amplia, hacía de fachada a una cabellera fuerte y espesa de color ceniciento, casi blanco, que a su vez daba sombra a un cerebro que durante casi un siglo, día a día, hora a hora, pensó trabajó y sufrió demasiado.

Arrastraba su vejez el abuelo con mala resignación,  lo confirmaban sus lamentos y a veces, su casi llanto. Su mayor desgracia había sido la pérdida de su hijo menor en aquella guerra "incivil" de 1936.

Yo, que le hice alguna trastada quitándole granadas y alguna que otra breva, no puedo ni quiero olvidarlo.

Lo recuerdo sentado en invierno y primavera en la recacha que él mismo se construyó con cañas y ramas bajas de olivo, tomando como base el tronco de la higuera de brevas de piel morada y grieteada, pulpa roja y sabor más que a miel, que tenía frente a la puerta de su casa.

Allí, en aquella POCATORTA de mi infancia, rodeado de olivos, sordos a su dolor, consumía gran parte del trozo de sufrimiento que le quedaba. De allí partían los lamentos y las iras de un ser que habiendo hecho sólo una cosa: trabajar para los suyos, se reprochaba a si mismo la forma en que había repartido su poca hacienda y su mucho amor, dando a unos -según decía- lo que debió dar a otros.


En sus lamentos-iras lanzaba una patética frase que se borrará de mi mente cuando mi cerebro deje de funcionar: "¡Me cago en...!, ¡¡Dios me
perdone!!".

A veces, la ira superaba al lamento, y los puntos suspensivos, la coma, los signos de exclamación y el perdón se asustaban tanto que no osaban traspasar su garganta.

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Victoriano Orts Cobos.

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(Re)visado el día 16 de marzo de 2016.


sábado, 28 de mayo de 2011

EL CEMENTERIO

EL CEMENTERIO

LA VICTORIA XIII.

A las afueras de La Victoria, a menos de 400 metros de Pocatorta, en la carretera que va a San Sebastián de los Ballesteros está situado el cementerio.

Allí están enterrados en un nicho a perpetuidad mis abuelos paternos. Mi madre se encargaba de limpiarlo. (Mis abuelos maternos, Teresa y Frasquito, fallecieron después de venirme yo a Málaga y aunque sé que los enterraron allí, confieso  con un poco de rubor que no sé qué fue de sus restos.)

Yo por ser el menor de los hermanos y estar libre de trabajar en el campo la acompañaba siempre en el día de los Santos.

Los nichos, todos eran modestos. No recuerdo ninguno que destacara sobre los demás.
Una vez pasada la zona cubierta de entrada o recibidor, entrabas al campo de enterramientos que era rectangular, y dentro de ese rectángulo, a la izquierda, había un recinto pequeño tapiado, aislado de los de  nichos, sin ningún símbolo que delatase que allí había criaturas enterradas. Aquel era el lugar donde enterraban en una fosa común a quienes se suicidaban. Sin  ningún tipo de ceremonia ni respeto hacia el difunto ni hacia sus seres queridos.

Así lo exigía La Iglesia y así actuaban sus representantes. Según sus leyes, nadie podía quitarle a Dios el privilegio y la potestad de elegir el momento de la muerte del ser humano.
¡Qué atrocidad! ¡Qué pena!
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 Victoriano Orts Cobos.
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(Re)visado el día 16 de marzo de 2016.    

  


MI PADRE

LA VICTORIA XII.

Al igual que mi madre, mi padre, de nombre Jaime, tampoco era oriundo de La Victoria. Su padre que ejercía de médico en Benamejí, (Córdoba) se trasladó, o lo trasladaron (no lo sé) a La Victoria cuando su hijo, (mi padre) tenía sólo cuatro años.
Es curioso, mi madre vino del norte  de Córdoba y mi padre lo hizo desde el sur. El destino que es un enigma, los unió en el centro de la provincia.      Mi abuelo paterno, D. Gaspar, ejerció de médico en la Victoria durante muchos años. Con mi abuela Dª Pilar, tuvieron ocho  hijos, cinco varones y tres hembras. Tuvo un hijo más fuera del matrimonio, que no reconoció oficialmente, pero todo el vecindario en La Victoria era conocedor de aquel suceso.  
Murió mi abuela el 13 de febrero de 1915 a los 42 años de edad, y mi abuelo el 31 de julio de 1924, con 56 años. Estos datos figuran en la lápida del nicho que tienen a perpetuidad en el cementerio de La Victoria. Por si alguien quiere confirmarlo, le doy la situación del nicho:
Una vez que se sale al patio de enterramientos, se coge la 1ª calle de la izquierda y al final se gira en ángulo recto a la derecha, y a mitad de camino de esa calle, en los nichos de abajo, está la lápida a que hago referencia.  
Salvo mi padre que permaneció en La Victoria, todos se marcharon a Sevilla.
Mi padre con una niñez y una juventud  cómodas, económicamente hablando y cierta cultura, (tenía una caligrafía preciosa), con algo más de veinte años se vio en la necesidad  de buscarse el sustento por su cuenta y se dedicó a hacer de tratante, (mediador  entre compradores y vendedores de terrenos y ganado mayoritariamente) y así salía adelante. Corrían los años veinte del siglo pasado cuando se casó con mi madre.
¡ Qué duro debió resultar para él aclimatarse a una vida de privaciones!, pero tenía un carácter muy positivo y con uno o más vasos de vino que se tomara se creía el amo del pueblo. Él delegaba en mi madre la potestad de administrar la escasez y nuestra  educación.  Murió en Málaga: También mi madre y mi hermano Gaspar. Bajo las protección de mis hermanas Dulce-Nombre, Aurora y la  mía.
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Victoriano Orts Cobos.
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(Re)visado el día16 de marzo de 2016.           


viernes, 27 de mayo de 2011

SITUACIÓN URBANA Y PLANO DE POCATORTA

SITUACIÓN URBANA DE POCATORTA
LA VICTORIA XI.

Al contrario que La Victoria, la urbanización de Pocatorta era un tanto anárquica.
Compuesta por cuatro parcelas rectangulares de un área aproximadamente, albergaba un total de once casas.
Si las numeramos de la una a la cuatro quedarían de la siguiente forma:
1ª parcela   4 viviendas.
2ª parcela   1 vivienda.
3ª parcela   2 viviendas.
4ª parcela   4 viviendas.
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ORIENTACIÓN POR PARCELAS
1ª parcela.  2 viviendas al sur y 2 al oeste.
2ª parcela.  1 vivienda al norte.
3ª parcela.   2 viviendas al norte.
4ª parcela.  2 viviendas al oeste, 1 vivienda al este y 1 vivienda al norte.
***********************
ORIENTACIÓN TOTAL
2 viviendas al sur.
4 viviendas al oeste.
4 viviendas al norte.
1 vivienda al este.
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Victoriano Orts Cobos.
(Re)visado el día 19 de marzo de 2016





jueves, 26 de mayo de 2011

SITUACIÓN GEOGRÁFICA DE POCATORTA

SITUACIÓN GEOGRÁFICA DE POCATORTA

LA VICTORIA X.

Dedicado a Juan Cano, de la familia de Maestrescuela, que tiene, en la parte más cercana a las estrellas, de la fachada principal de su Casa de Campo en LA VICTORIA, rotulado con mosaicos, la palabra POCATORTA.
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Pocatorta era una isla de hambre  miseria y
DIGNIDAD
situada al S.E. de La Victoria;
rodeada de aceite y pan prohibidos.
Unida a ésta
por un cordón umbilical
de polvo y barro,
y que en la década
de los cincuenta
fue barrida por el tsunami
de la emigración, y borrada
del mapa geográfico del pueblo.
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Victoriano Orts Cobos.
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ANEXO AL CAPÍTULO X.
Amigo Juan: Te doy las gracias por el recibimiento que me hiciste los días  27 y 28 del pasado mes de abril. Fueron dos ratos de charla amena que no olvidaré.
Estoy pasando a Internet los relatos que te presenté en mi segunda visita,  el día 28. Se pueden leer en la web del aytovictoria@yahoo.es, en Enlaces de Interés, pero como me dijiste que tú no usas Internet, te informo a través del Correo Postal.
Me he tomado la libertad de dedicarte el relato XII (X (R)visado) de LA VICTORIA, que titulo : SITUACIÓN GEOGRÁFICA DE POCATORTA.
Recibe un saludo
Victoriano.
Málaga 28 de mayo de 2011.
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(Re)visado el día 15 de marzo de 2016





sábado, 21 de mayo de 2011

MI MADRE

MI MADRE

LA VICTORIA IX.

Ermita Ntra. Sra. de las Veredas, TORRECAMPO, (Córdoba)
Fotografía:www.torrecampo.es


Aunque se llamaba Victoriana, no era oriunda de La Victoria. Su nombre se debía a  una costumbre que heredó mi abuelo de sus antepasados, que consistía en poner a los hijos el nombre del “santo del día”. De ahí, el nombre de sus seis hijos: Victoriana, Dionisia, Venancio, Filomena, Dolores y Rufino. Había nacido en Torrecampo, (Valle de Los Pedroches), en el norte de la provincia de Córdoba. Según me contó, con 17 años (1913) se vino con mis abuelos a desmontar tierras bravías para convertirlas en campos de cultivo. Creo que en el cortijo de Tocina.

Tres días con sus correspondientes noches tardaron en recorrer el camino en burro y andando. Más de 120 Km. Fue el viaje de un largo puente de fin de semana con pensión completa y vistas a las estrellas. Debió de ser en verano. Caminos y veredas de polvo y piedras, sudor, cansancio y comida frugal;  compensados  con el agua corriente de alguna fuente o el remanso de algún manantial, para saciar la sed y refrescar el cuerpo; encinas frondosas donde descansar en las horas de sol ardiente. Tres noches irrepetibles bajo las estrellas, escuchando el aullido inquietante de los lobos; el eco misterioso de las rapaces nocturnas; el despertar alegre y bullicioso de los alados diurnos...  ¡Qué idílico si hubiese sido un viaje de placer! Pero no, fue un viaje sin retorno. Ninguno de aquellos viajeros volvió  jamás a sus raíces.

En muchas ocasiones mi madre me habló de su tierra, de su niñez y juventud, de su pueblo, y sobre todo, de las romerías a la Ermita  de Nuestra Sra. de las .Veredas. Hace unos días me llevé una grata sorpresa. A través de Internet apareció ante mis ojos la ermita de su infancia. En pleno campo, blanca, elegante, recoleta. ¡Preciosa! Una alegría indescriptible, mezclada con  otra porción similar de tristeza inundó todo mi ser. Aquella visión formaba parte de las raíces de su vida. ¡Qué hubiese dado yo por compartir con ella aquel momento!

Victoriano Orts Cobos.

(Re)visado el día 15 de marzo de 2016.


    


lunes, 16 de mayo de 2011

D. JOSÉ EL CURA

D. JOSÉ, EL CURA

LA VICTORIA VIII.

El cura de La Victoria se llamaba D. José. Era el polo opuesto a ese cura grosero y malhumorado del relato XXIV de - “Platero y Yo”-.( Libro maravilloso que toda persona amante de la poesía, debería leer más de una vez); en el que Juan Ramón Jiménez, con el pincel de la palabra, pinta los cuadros de oro de su Moguer natal. D. José, el Cura de La Victoria, era  un hombre alto y corpulento que podía estar cercano a los 60 años. Gozaba de muy buena reputación y de mejor salud: Bien comido y mal trabajado. Era simpático y ocurrente y sobre todo, se preocupaba por los necesitados,  que éramos  mayoría. Agobiaba a los caciques, no del pueblo, que no los había, si no de  los cortijos del entorno, para sacarles algo con lo que ayudar a los desheredados. Todo el pueblo estaba contento con él.
 Un mal día el bueno de D. José se ausentó de La Victoria “sin dejar señas”. Al principio todo fueron rumores y conjeturas, hasta que poco a poco, (como  la barriga de la joven a la que había embarazado) la noticia explotó y todo el vecindario supo la causa de su ausencia. Fue una pena y una gran desgracia no sólo para él y la joven, sino también para sus feligreses: Su pastor los había abandonado.
En más de una ocasión me he preguntado. ¿En el camino que él había elegido, era la primera piedra en la que había tropezado, o a lo largo de su vida había habido una sucesión de tropiezos a los que ya se había acostumbrado, y sabedor de que al castigo mayor a que se exponía era a un traslado de parroquia, lo daba por bueno?
Lo cierto es que cuando se escoge un camino cómodo es difícil rectificar y comenzar de nuevo. Eso debió ocurrirle al bueno de D. José.
Que Dios, si es que existe lo haya perdonado y lo tenga en lugar preferente.   Por encima de todo, D. José era un buen hombre.  
 Victoriano Orts Cobos.
(Re)visado el día 13 de marzo de 2016.



viernes, 13 de mayo de 2011

COLEGIO MIXTO

COLEGIO MIXTO
LA VICTORIA VII.

Lo de colegio mixto suena a ensoñación. Colegios en los que los niños y las niñas desarrollaran sus actividades mezclados con toda normalidad ha sido una utopía en la historia de España hasta después de la última dictadura. Ya lo decía la canción, aparentemente inocente (creo que de Torrebruno), -“los niños con los niños, las niñas con las niñas”-. Sin embargo, las clases particulares que impartía D. José, sí eran mixtas.   -“Los niños con las niñas, las niñas con los niños”-, y se realizaban con absoluta normalidad.

Dª Encarna, la esposa de D. José, ejercía también de maestra. De niñas, por supuesto,  en otra aula del colegio, y al igual que los niños, aquellas niñas que sus padres querían  y podían, daban  también clases particulares con D. José. De ahí el grupo mixto a que hago referencia en el relato anterior.

Había menos niñas que niños. Yo sólo recuerdo a dos. Eran las hijas del boticario. No recuerdo sus nombres. Sí recuerdo que eran dos niñas inteligentes, muy guapas y simpáticas.

De los niños, con el que mejor me llevaba era con Pepe Gálvez, hijo de “Pepita la de la tienda”. Compartíamos el mismo pupitre (de dos plazas). Era muy simpático, muy inteligente y mejor compañero. Llevaba bocadillos que compartía conmigo; que no  llevaba nunca.

¡Qué buena persona era Pepe Gálvez, el hijo de “Pepita la de la tienda”! No pienses mal, posible lector. No era bueno sólo por los bocadillos que compartía conmigo. ¡Era bueno por naturaleza!

Victoriano Orts Cobos.

(Re)visado el día 13 de marzo de 2016
  




martes, 10 de mayo de 2011

D.JOSÉ CABELLO CAÑETE

D. JOSÉ CABELLO CAÑETE
LA VICTORIA VI.

Aquel Sr. bajito que intercedió por mí el día de mi 1ª comunión se llamaba D. José Cabello Cañete y fue desde aquel día mi maestro. Mi único, respetado y admirado Profesor: D.JOSÉ CABELLO CAÑETE, maestro “nacional”. En aquel tiempo todo era nacional. 7 años estuve bajo su sabia enseñanza.
Además de las clases ordinarias, D. José daba clases particulares a un grupo de alumnos previo cobro de sus honorarios. Era un grupo mixto, de una docena aproximada de niños y, menor cantidad de niñas; lógicamente de la clase social más..., ¿pudiente? (Me suena fuerte esa palabra; mejor sería decir menos necesitada, porque en el pueblo no había nadie al que se le pudiese asignar el calificativo de pudiente)  Las clases las daba después de terminar con las obligatorias. Un día, -puede que más de uno-, me quedé rezagado en el exterior del  aula y, por la cristalera, observaba lo que ocurría en el interior. D. José había puesto en la pizarra una serie de operaciones matemáticas y mandaba a los alumnos a resolverlas. Poco a poco iban resolviendo los problemas hasta que quedó uno que no conseguían solucionarlo. D. José miró hacia la ventana y  me indicó que entrara. Tendría yo unos 10 años. Desde aquel día, durante más de 4  años asistí a sus clases particulares sin que mis padres tuviesen que pagar un solo céntimo de peseta. Este detalle, este acto de generosidad no lo ejerció este gran Sr. sólo conmigo, fueron más los alumnos pobres que destacaban en los estudios quienes también se beneficiaron de su generosidad.
Sin lugar a dudas, dejando aparte a mi madre, el bueno de d. José es la persona a la que he admirado más En los 72 años que llevo tratando con seres humanos.
Nunca olvidaré el nombre ni la obra de este Sr. ejemplar: D. JOSÉ CABELLO CAÑETE.
Victoriano Orts Cobos.
(Re)visado del día 13 de marzo de 2016.
  





sábado, 7 de mayo de 2011

MI 1ª COMUNIÓN

LA VICTORIA V.

Refugiado en mi República Independiente de Pocatorta no ejercí de victoreño de pleno derecho hasta cumplir los 7 años.
Hasta esa edad pocas veces debí bajar al pueblo. Estoy convencido de que una de ellas fue casi recién nacido, a cumplir con la obligación de todo buen cristiano (aunque aún no lo era, o, precisamente por ello).
En aquel tiempo, había que bautizarse lo antes posible y eliminar el peligro de una muerte prematura que te llevara a vivir en El Limbo durante la Eternidad. Hay que tener  en cuenta que en aquella época  El Limbo era un lugar físico.
Al cumplir los 7 años, mi madre me mandó a las clases que impartía “Churrete”, un profesor  particular autodidacta.
No comprendo  las causas que motivaron a mi madre, pobre de solemnidad a pagar, aunque fuese una miseria, a un profesor particular, habiendo escuelas públicas en el  pueblo.
 Este profesor, se ve que no estaba por la labor de preparar comulgantes y.   en el mes de mayo, como mandaba la tradición llegó el día de hacer la 1ª Comunión.
Ese día quedó grabado en mi mente de la siguiente forma: Me veo llorando, al lado de mi madre, dentro de la iglesia. La causa de mi llanto se debía a que quienes organizaban aquel acto se negaban a que un niño que no había sido preparado para recibir a Dios no podía comulgar.
 Un señor, bajito de estatura, de unos 50 años, que resultó ser maestro “nacional” se acercó a nosotros para interesarse por el motivo de  mi llanto y, una vez informado, les dijo a quienes me habían rechazado –“A este niño no se le puede quitar la ilusión de recibir a Dios. Su llanto es la razón más palpable de que está preparado para ello-”. Y a continuación le dijo a mi madre. -“A partir de mañana  manda usted al niño a mi clase”-.
Yo hice mi 1ª Comunión y fui invitado con el resto de los comulgantes a una taza de chocolate y una ensaimada con cargo al dinero que el bueno de “D. José el Cura” había conseguido recaudar de algunos parroquianos. Ahora me pregunto: ¿No sería, la posible pérdida del  chocolate y la ensaimada la causa principal  de mi llanto?
Victoriano Orts Cobos.

(Re)visado el día 13 de marzo de2016.

     

LA AUTORIDAD

LA VICTORIA. IV.

La Autoridad en La Victoria estaba representada por El Cura, El Alcalde y El Cabo Comandante de La Guaria Civil.
Para mi inocencia, menor conforme cumplía años, el cura era un “santo varón”, representante de Dios en mi pueblo, ungido de poderes divinos y virtudes humanas que el resto de  los victoreños no poseíamos.
Respecto al  alcalde, jamás supe quien era. Nunca lo vi en un acto público. Si alguna vez me crucé o coincidí con él, nunca supe de quien se trataba. Cuando en mi casa se hablaba de algún tema del Ayuntamiento, mi madre siempre nombraba a “Manolito el Secretario”. Nunca visité el Ayuntamiento, que, por cierto, sí recuerdo que en su fachada tenía dos árboles que florecían en primavera con ramilletes de flores lila muy bonitas. Creo que eran los dos únicos árboles que había en las calles del pueblo. (En este caso en la plaza)
En referencia al acalde, tengo el recuerdo de “Chaparrito”, el pregonero. Con su trompetilla en la mano recorría las calles del pueblo, “a la pata coja” y, situado en los puntos estratégicos la hacía sonar y a continuación repetía siempre la misma frase: “Por orden del Sr. Alcalde se hace saber”. Lo que hacía saber no debía ser muy importante para un niño porque a mí no se me quedó en la mente otra frase que no fuese la anteriormente mencionada.

La Guardia Civil “era otro cantar” muy diferente. Era la encargada de controlar el orden establecido  y la verdad es que estaba todo tan “atado y bien atado” que dentro del pueblo no era necesaria su presencia en las calles. Su misión principal era patrullar por el campo. Con su tricornio de charol, su uniforme verde y su fusil. “La pareja”, como todos le llamábamos recorría los campos. Pasaba con asiduidad por Pocatorta. Si te encontrabas  con ella en el campo o en los caminos tenías que pararte a saludarla. Aunque fueses “con las manos vacías” te causaban miedo, a pesar de no  haber tenido nunca problemas con ella. Eran los guardianes  de la propiedad privada y la verdad es que cumplían su deber con dedicación absoluta.
Victoriano Orts Cobos.

P.D. Los árboles citados debían ser dos Melias ó Cinamomos.

(Re)visado el día 10 de marzo de 2016



SITUACIÓN URBANA

SITUACIÓN URBANA
LA VICTORIA. III.

La urbanización del casco antiguo de La Victoria no creo que se formase de manera anárquica  por sus primeros pobladores. Por la armonía de su trazado y por la elección del  lugar yo creo que debió estar supervisada por un ingeniero o arquitecto.

Situada en una loma, más elevada al N., sus tres calles principales, más alta la central, bajan hacia el S. paralelas con un desnivel suave que hace que en caso de lluvia intensa, el agua no discurra bruscamente y que las calles trasversales desagüen desde la central hacia el E. y el O. de forma armónica.

No he estudiado ingeniería ni arquitectura, (qué más quisiera yo) pero creo que el casco antiguo de La Victoria es digno de alabanza.

No recuerdo en los 14 años que viví allí ninguna inundación y creo que por lo ingenioso del  trazado de sus calles, probablemente  no la haya  habido nunca.

¿Exagero si digo que creo que la obra de ingeniería o arquitectónica más importante del pueblo es, con diferencia, el trazado de su casco antiguo?    
Victoriano Orts Cobos.

(Re)visado el día 9 de marzo de 2016





martes, 3 de mayo de 2011

SITUACIÓN GEOGRÁFICA DE LA VICTORIA

SITUACIÓN GEOGRÁFICA DE LA VICTORIA

LA VICTORIA II



Fotografía:www.weather-forecast.com


La Victoria está situada al S. de Córdoba. a 27 Km. por la autovía Córdoba Sevilla.
A los 23 km. se llega al primer núcleo de población llamado La Aldea Quintana.

La Aldea Quintana pertenece a La Carlota y a La Victoria. Las viviendas, y por supuesto los habitantes de la derecha, de la carretera que va a La Victoria, pertenecen a La Carlota, y los de la izquierda a La Victoria.

En La Aldea Quintana  se deja la autovía girando a la izquierda, y por una carretera comarcal, a unos 3 km., se llega a La Victoria.

Al S., a 5 km. está La Guijarrosa y a14 Santaella.

Al SE., a 5 km. San Sebastián de los Ballesteros y a 14 La Rambla.

Al E. llegando a San Sebastián de los Ballesteros y girando a la izquierda en sentido N., Fernán-Núñez a 10 km.

Al O., a 9 km. La Carlota.

La población actual de La Victoria es de unos 2.300 habitantes. En la época de mi infancia, (años 1940) en un perímetro  más reducido  que el actual había unas 3.000 cuerpos  con sus almas correspondientes.  Bueno, siempre contando  con la hipótesis de que  los cuerpos tengan alma, cosa que al día de hoy la ciencia aún no ha conseguido  demostrar.
Victoriano Orts Cobos.

(Re)visado el día 7 de marzo de 2016



PRESENTACIÓN


PRESENTACIÓN

CAPÍTULO I

El blog que comencé en noviembre de 2008 lo titulaba  “POCATORTA”, nombre del  barrio en el que me asomé a la vida, y no pude retroceder, un 5 de diciembre de 1938.

Malos tiempos eligieron Victoriana y Jaime para engendrarme. Pero, bueno, lo hecho,  hecho  está.
Fui el resto de una prole de 10 hermanos. Mi madre se había casado en primeras nupcias con Pedro Ramírez y, tuvieron  4 hijos:  Dulce- Nombre, Francisco, Teresa y Aurora.

Murió Pedro de accidente laboral y, mi madre, (que por cierto, era muy guapa) quedó viuda con unos 30 años y 4 hijos que criar.

2 ó 3 años después, mi  padre sustituyó a Pedro y, por consiguiente, la prole siguió aumentando.
Al primer hijo de mi padre, que era el quinto de mi madre  le llamaron Gaspar, y murió con sólo unos meses. A los 2 años nacieron 2 nuevos barones. Uno sin vida y  el otro, que bautizaron repitiendo el nombre de Gaspar, nació con sus facultades psíquicas algo mermadas a causa del parto. A Gaspar le siguieron Luis,  Jaime, y en último lugar, cuando la pobre de mi madre creyó que se le había retirado la menstruación,  me engendraron  a mí. ¡Pobre Victoriana! La falta que le hacía una nueva boca que alimentar.

A los 42 años de edad mi madre había parido 10 hijos  de los cuales le hemos sobrevivido 8.
Los 4 mayores nacieron en La Rambla, de donde era oriundo su padre, mi “prepadrasto”.  Los demás nacimos en  el barrio de Pocatorta, en La Victoria.

De allí emigramos todos excepto Gaspar que se quedó bajo la protección de mis padres.
El más joven en emigrar fui yo, con 14 años y tres  meses. Me vine, o mejor dicho, me trajeron a Málaga mi hermana Aurora y mi cuñado Pepe, su marido, recién casados.

Los primeros 14 años de mi vida los había pasado en La Victoria. Más que en La Victoria, en Pocatorta, porque en aquel paraje alejado del pueblo 1 km. pasé la mayor parte de mi infancia. En la presentación del blog. Doy detalles sobre el modo primitivo y falto de  los recursos más elementales para el desarrollo de una vida digna. Pero bueno, tenía que ser así, y el pasado, afortunadamente en este caso, no se repite.

Hago esta aclaración para justificar el porqué de mi preferencia por mi barrio más que por mi pueblo.
Para compensar esta tendencia, voy a tratar de insertar unos pequeños relatos con recuerdos de personas y cosas que por causas distintas quedaron en mi mente y que creo que pueden resultar interesantes para los/las victoreños/as de aquella época y para sus descendientes.
 
ANEXO A LA PRESENTACIÓN-

En diciembre del año pasado, (2010) terminados estos relatos, consideré que por su contenido histórico relacionado con La Victoria, debía intentar presentarlos en primicia a los vecinos del pueblo, pero, ¿Cómo hacerlo?
Después de varios meses de dudas opté por visitar La Victoria y a finales de abril me presenté allí lleno de dudas.
Había contactado con un familiar y gracias a su sabia gestión, a los tres días volví a Málaga con mi deseo cumplido: Que los/las victoreños/as tuviesen conocimiento del blog en el que he comenzado estos relatos de mi infancia.
Me doy por satisfecho si alguien del pueblo se identifica con ellos y le sirven para rememorar aquellos tiempos.

Victoriano Orts Cobos. 3 de mayo de 2011.

(Re)visado el 3 de marzo de 2016.