LA VICTORIA XVII.
Nunca
se echa de menos aquello que nunca se ha tenido.
El
tendido eléctrico pasaba (de paso, valga la redundancia) a unos cien metros al
norte de Pocatorta hacia San Sebastián de los Ballesteros, o de éste hacia La Victoria.
No lo sé.
Lo
lógico en aquella época era que pasaran por los márgenes de la carretera, que
en este caso estaba a unos trescientos metros de Pocatorta. Pero, bueno, ellos sabrían el
por qué de aquella excepción.
Yo
había visto siempre aquellos palos como veía los olivos y nunca se me ocurrió
pensar que con un simple cable y algo más, el candil, el velón y el carburo
hubiesen pasado a convertirse en un elemento decorativo. El elemento decorativo
en aquel caso para nosotros era el tendido eléctrico.
En
más de una ocasión, los chiquillos nos dedicábamos a tirar piedras a las tazas
de cristal invertidas que soportaban aquellos palos y cuya misión consistía (creo), en tensar los cables.
En
una de aquellas competiciones, mi hermano Manolo lanzó una “peladilla de río”
con la gran fortuna de impactar sobre
una taza mutilándola. Eso significó un triunfo para él y una derrota para los
demás que con más ganas continuamos lanzando dardos sin conseguir igualarle, y
al final, cansados y sin proyectiles a nuestro alrededor, nos fuimos con la
música a otra parte a experimentar nuevas travesuras.
Victoriano
Orts Cobos.
*****
(Re)visado
el día 20 de marzo de 2016.
No hay comentarios:
Publicar un comentario