LA VICTORIA XXIII.
Visitaba con frecuencia a mi compañero de
clase y pupitre, Pepe Gálvez, hijo de “Pepita la de La tienda”.
Al salir de su casa por la puerta de la
tienda, él, solía correr hacia los tarros de cristal de boca redonda y ancha. Metía
la mano y cogía un puñado de caramelos.
¡“Madre mía”! Me decía yo mentalmente. ¡Quien
fuera hijo de una madre que tuviera una tienda!
Un día de los que le acompañaba presencié
algo que me impresionó admirativamente.
Un representante que pretendía venderles unos
vasos de cristal irrompibles (algo desconocido para mí) cogió uno y lo lanzó al
suelo. El vaso, como si de un bailarín
se tratara saltó varias veces, y terminado el baile se paró intacto.
¡Qué maravilla! Yo nunca había visto cosa
igual. ¡Un vaso de cristal, irrompible!
Aquel invento podía figurar entre los que el
gitano Melquiades presentaba en el poblado de Macondo, (donde todo estaba por
descubrir) de la novela de Gabriel García Márquez, “100 años de Soledad”.
Lamentablemente, en los años 40 del siglo
pasado, España no tenía nada que envidiar en primitivismo al poblado de
Macondo.
Victoriano Orts Cobos.
(Re)visado el día 21 de marzo de 2016.
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