martes, 14 de junio de 2011

GOLONDRINOS

GOLONDRINOS

LA VICTORIA XXIV.

Frente a mi casa estaba la de Mª Francisca, La vecina de la que hablo en la presentación De mi blog. La que nos facilitaba el acceso al abastecimiento del agua de su pozo.

En su casa anidaban todos los años una pareja de golondrinas. Cuando alguna vez entraba una golondrina en mi casa le dábamos todo tipo de facilidades para que anidara, pero ellas sabrían por qué, nunca se establecieron allí. Sin embargo, los golondrinos, forónculos que se desarrollaban en nuestras axilas debido a la falta de higiene, sí que lo hacían con frecuencia. Los forónculos se afincaban en cualquier parte de cuerpo, pero tenían preferencia por los sitios húmedos. Eran muy dolorosos y molestos. Empezaban con una espinilla roja en la piel que se iba agrandando y cuando llegaban a su punto de maduración comenzaban a echar pud. Era entonces el momento de estrujarlos hasta que del fondo salía una especie de tuétano amarillento. A partir de esa intervención dolorosa y autónoma en la mayoría de ls casos, comenzaban a secarse dejando la cicatriz de su paso por nuestro cuerpo. Yo tengo una cicatriz circular de más de cuatro centímetros en la parte interior de la pierna derecha por debajo de la rodilla, de un forónculo que pudo haberme dejado cojo. (¡ lo que le faltaba ya a este cuerpo tan bien proporcionado!) Sin embargo, jamás me llevaron al médico. En el tiempo que viví en La Victoria, ni yo no ninguno de mis hermanos lo visitamos.

El practicante fue alguna vez a mi casa a ponerle inyecciones a mi madre que padeció una operación muy delicada debido a un cáncer. Antes de proceder al pinchazo, metía la jeringa y la aguja en un recipiente de metal rectangular, ovalado por los extremos, muy pequeño, que apenas si cogían. Le echaba alcohol y le prendía fuego. Era la manera en aquella época de desifectar los útiles de inyectar.

Victoriano Orts Cobos.

(Re)visado el día 21 de marzo de 2016.

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