martes, 14 de junio de 2011

GASPAR Y LA PAVA

GASPAR Y LA PAVA

LA VICTORIA XXV.

A ninguno de nosotros se  nos hubiese ocurrido, pero a Gaspar sí, porque Gaspar era diferente. Su Mentalidad le eximía de comprender el riesgo al que se exponía con una acción como aquella.

Volvía del campo con el saco vacío, solo, y sólo con un puñado de espárragos en la mano, cuando, mirando en un paredón (frontera entre dos parcelas) vio echada a una pava en su nido cercano a un cortijo.

Sin pensárselo dos veces, acorraló al animal que se disponía  a huir y cogiéndola le retorció el cuello. La echó en el saco y con sumo cuidado introdujo también los huevos que había en el nido y que pasaban de la docena.

Caminó hacia la casa ocultándose hasta de los olivos y cuando llegó, mi madre al ver lo que traía se asustó enormemente. No era para menos, pero el mal estaba hecho.

Peló la pava mi madre, lo más diligente que pudo, al tiempo que le pedía al bueno de Gaspar que hiciese un hoyo en el corral en donde dieron  sepultura a las plumas.

Con el susto, que no nos quitaba el hambre, comimos en secreto varios días carne y huevos fritos gracias al sentido de supervivencia de mi hermano Gaspar.

Victoriano Orts Cobos.

(Re)visado el día 21 de marzo de2016.    

   


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